El pescozón de mardo a Capriles (El Nuevo País)

El pescozón de Mardo a Capriles (El Nuevo País)

Ni el Gobierno ni la Oposición lograron una movilización masiva en su convocatoria de ayer. Más apretada la concentración opositora y evidente el uso de recursos del Estado por parte del oficialismo, pero nada del otro mundo. Arriba, Capriles, camisa azul, cuando llama al diputado Mardo, leit motiv del evento, a compartir con él la tribuna. Abajo, Maduro en su estrategia de identificarse con Chávez. Ni lo primero mueve al pueblo opositor ni lo segundo es creído por el pueblo chavista.

El Nuevo PaísA media máquina, 4 de agosto de 2013

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Algún profundo estratega de la Mesa de la Unidad Democrática habrá dicho hace días: «Hay que calentar la calle». La retirada de Capriles del 17 de abril—convocó y desconvocó una marcha de protesta—fue reclamada por la parte más airada del pueblo opositor y también por algunos de sus dirigentes; notablemente, por María Corina Machado, grabada en conversación con Germán Carrera Damas. Fue ése el primer punto que trataron y el primero en que coincidieron. De allí la convocatoria a la concentración en defensa de Richard Mardo.

Como era de esperarse, el oficialismo inventó una marcha para el mismo sábado 3 de agosto de la concentración opositora en Los Ruices; es su táctica habitual. Pero, como registra El Nuevo País, ni la MUD ni el gobierno lograron interesar a la ciudad de Caracas, que siguió su vida sabatina como si la cosa no fuera con ella. Hay una fatiga, un aburrimiento derivado de la repetición, nada original, de esta clase de eventos.

Maduro centró su oferta en la recién estrenada lucha contra la corrupción. (Aunque el invento no tiene nada de nuevo; cuando Hugo Chávez inscribió su candidatura en 2006, salió del Consejo Nacional Electoral para declarar que su postulación convocaba al pueblo a ayudarlo a «continuar la lucha contra la corrupción». Siete años después, Maduro tiene que remendar la tela de la vieja bandera). Capriles defendió a Richard Mardo, pero centró su mensaje en el logro de un triunfo en las elecciones del próximo 8 de diciembre, no sin indicar que pudiera intentarse una asamblea constituyente el año que viene.

Esto es una aventura que ha venido siendo propuesta, con insistencia creciente en los últimos tiempos, en predios opositores, principalmente por Julio César Moreno León—ver en este blog La imaginación al poder para una crítica de la idea—, y el propio Capriles anticipó en su programa semanal de TV digital el 18 de junio: «No descartemos que en el futuro se lleve a cabo un proceso constituyente, porque para que este país pueda funcionar no solo basta con cambiar el Presidente. Aquí tiene que cambiar el sistema judicial, los alcaldes, el CNE, la Fiscalía, la Contraloría, tiene que venir un cambio absoluto». Bueno, para cambiar esos poderes no es necesaria una asamblea de esa clase; bastaría con ganar las elecciones municipales y las próximas de Asamblea Nacional, el órgano que elige todo lo demás. Una constituyente es para cambiar la Constitución por una nueva, y con ocasión de los Lineamientos para el Programa de Gobierno de la Unidad Nacional (23 de enero de 2012), Capriles refrendó lo siguiente:

44. La base normativa fundamental para el nuevo gobierno es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual calificamos como una Constitución democrática, respetuosa del Estado de Derecho y de los derechos humanos.

45. Ella representa no sólo el punto de partida ineludible desde la perspectiva de la validez y vigencia formal de las normas, aunado ello a su ratificación popular, sino también una plataforma jurídica aceptable para el despliegue de las políticas de un gobierno democrático. Permite el funcionamiento de instituciones democráticas y garantiza los derechos humanos.

Claro que se tiene la idea equivocada de que una constituyente es «originaria», con poder suficiente para repetir el abuso inconstitucional de la Preeliminación del Senado en 1999, antes de que la Constitución vigente hubiera sido aprobada y promulgada por el referendo popular del 15 de diciembre de ese año. (Oportunidad en la que no se registra reclamo de alguna importancia de Capriles, que entonces presidía la Cámara de Diputados).

Una plúmbea mediocritas, entonces, caracteriza a la política que ofrecen gobierno y oposición. El primero no termina de asentar el liderazgo de Maduro, lo que se refleja en encuestas (IVAD; Datanálisis, Varianzas) que encuentran una hipotética derrota suya ante Capriles si se repitiera las elecciones del 14 de abril. La segunda no ha demostrado al país que ese día le robaron las elecciones a Capriles.

Con tal de que no me preeliminen...

Con tal de que no me preeliminen…

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Pero lo que viene no son elecciones presidenciales, sino municipales. La última vez que se eligió alcaldes fue en 2008, junto con los gobernadores de los estados. El 23 de noviembre de ese año, el gobierno perdió terreno al nivel estadal, pues la oposición añadió tres gobernaciones a las alcanzadas en 2004 y la Alcaldía Metropolitana. El suscrito presumió, equivocadamente, que lo mismo ocurriría en materia municipal, pero el oficialismo conquistó el 82% de las alcaldías, dejando a las candidaturas opositoras sólo 58 de las 321 en disputa. Del mismo modo, luego de las elecciones presidenciales del 7 de octubre del año pasado, el desempeño opositor en las elecciones de gobernadores del siguiente 16 de diciembre empeoró; la oposición regresó a tener solamente dos de veintitrés gobernaciones. El propio Capriles, que pudo superar a Elías Jaua por 4,01%, obtuvo una votación porcentual menor que la que sacara en 2008.

De modo que la cosa no está cantada, a pesar de la ventaja de Capriles sobre Maduro en los últimos sondeos de opinión; se trata de unas elecciones diferentes. Me abstendré de predecir para no repetir mi error de 2008, aun cuando creo que la oposición conquistará más alcaldías que en aquel año. En cualquier caso, Varianzas ha medido en junio-julio 42,7% de simpatías por el PSUV y sólo 24,5% por Primero Justicia, el más grande fragmento de la MUD (Un Nuevo Tiempo 6,5%, Voluntad Popular 5%, AD 4,4%, COPEI 1,4%).

Ahora bien, conviene mirar con atención un caso particular: la candidatura de Antonio Ecarri a la Alcaldía del Distrito Libertador. Ecarri fue derrotado, según la MUD, por Ismael García en las primarias del 12 de febrero de 2012 con una diferencia de 500 votos, y él ha aducido votaciones irregulares que no pueden ser comprobadas a la destrucción de los cuadernos electorales por parte de la central opositora. Es decir, Ecarri reclama lo mismo que Capriles respecto de la última elección presidencial.

¿Puede la conciencia de Ecarri tolerar que quien fuera chavista por mucho tiempo, artífice de la «Lista Maisanta»—análoga a la Lista de Tascón—se convierta en alcalde en el centro de la capital? No parece ser el caso, y se da por seguro que en estos días presentará su fresca candidatura fuera de la federación opositora.

La dirigencia de oposición, y buena parte de sus seguidores, se ha mostrado constantemente dispuesta, no sólo a recibir a la disidencia del chavismo, sino a permitir que se conviertan sus miembros más conspicuos en dirigentes suyos: los generales Rosendo y Lameda, Alfredo Peña (primer Ministro de la Secretaría de la Presidencia de Chávez, diputado constituyente y Alcalde Metropolitano elegido en planchas de Chávez), Alejandro Armas (pretendiente miquilenista a la candidatura presidencial opositora en caso de que Chávez fuera revocado en 2004), Margarita López Maya (que trataba con sorna a quien osara oponerse al difunto presidente), Henri Falcón (que quiso posicionarse antes de su notorio ingreso a la MUD como líder de los no alineados), etcétera. Ismael García es otro caso más de ésos que apoyaron por tiempo considerable al oficialismo chavista y ahora son tenidos por héroes a los que se debe seguir.

Si se materializa la candidatura de Ecarri, estaremos ante una jugada con vocación de más amplia significación: una candidatura que no se identifica ni con el gobierno ni con su leal oposición. Su discurso puede hacerle anclar en el universo no alineado, y luego captar intención de voto de ambos polos. Pudiera ganar, y entonces se habría demostrado que no es necesaria «la unidad», ese monopolio mítico de la oposición, para derrotar al chavismo.

Un tal desenlace sería portentoso: sería el modelo a tomar en cuenta cuando llegue la próxima elección presidencial.

LEA

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Lo que sigue es el archivo de audio de una entrevista con Manuel Felipe Sierra por Radio Venezuela, en la misma fecha de esta entrada. Sierra introdujo el tema de Ecarri. Tres días después, quiso enfocar en Noticias 24 Radio las venideras elecciones municipales.

 Radio Venezuela, 05/08/13
 Noticias 24 Radio, 08/08/13
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