Enemigo

La obra de Henrik Ibsen (1882) preserva su vigencia

Jorge Palacios y Basilio Álvarez representan en Enemigo del pueblo a los hermanos Stockman: el alcalde—gobernador en la adaptación de Ugo Ulive—y el médico de un pueblo noruego que se enfrentan para defender, uno, el poder y el otro la verdad. A juicio de mi señora y de una amiga común, que comparto, la actuación más destacada es la del primero, la del villano, no la del héroe. El montaje es minimalista (para una «sala» minimalista), pero el texto de Ibsen es lo más importante y es convincente. Mark Twain dijo que la diferencia entre la ficción y la realidad es que la primera tiene que ser verosímil, y la trama de la obra lo es enteramente; hechos como los que retrata ocurren con lamentable frecuencia. Vale la pena ver el drama montado por Skena, Grupo Teatral. A la fecha de hoy, quedan dos semanas de actividad; un total de seis presentaciones más. (Dos viernes y dos sábados a las 8 p. m. y dos domingos a las 6. p. m., en los espacios culturales de BOD-Corpbanca en la Plaza Isabel la Católica de La Castellana).

Henrik Ibsen fue un dramaturgo notable, uno de los más influyentes de todos los tiempos. Sus obras son enteramente realistas, verosímiles, poderosas. La gente de la Enciclopedia Británica emprendió la publicación de una colección de obras admirables—Great Books—por autores fundamentales que van desde Heródoto hasta Freud; también hizo una selección de otras obras imperecederas, a modo propedéutico, a la que llamó Gateway to the Great Books. En el tomo 4, dedicado como otros dos a la Literatura imaginativa, escogió reproducir, no Hedda Gabler o Peer Gynt, ni siquiera la anticipatoria Casa de muñecas, sino An Enemy of the People. En la nota introductoria dice, a partir de lo que se aprende en el potente drama:

Un hombre solo de pie, con la justicia de su lado contra el tirano, es una figura dramática familiar y poderosa. Pero también existe en la vida real. A menudo sufre la derrota personal, incluso la muerte. Pero su acción heroica no perece con él. Ella perdura, y hace a la vida más justa y habitable para el resto de nosotros. El idealismo, pues, en lugar de ser tonto e impráctico, puede resultar al final el único camino práctico.

El Dr. Stockman se irguió ante la más insidiosa de las tiranías: la de la mayoría, instigada por políticos inescrupulosos. Ver la pieza de Ibsen es la mejor forma de vacunarse contra ella. LEA

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