«Everything one has a right to do is not best to be done.» This in essence was to be the Burke thesis: that principle does not have to be demonstrated when the demonstration is inexpedient*.
Barbara Tuchman, citando a Benjamín Franklin en The March of Folly
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No esperaré a que la verdad pueda ser establecida respecto de lo sucedido en Venezuela en este Día de la Juventud. Todavía esperamos por la «comisión de la verdad» sobre el 11 de abril de 2002. Ni siquiera esperaré dos días, hasta el Día de los Enamorados, el mismo de la cruenta Matanza de San Valentín. Ya he deliberado suficientemente como para adelantar una grave y muy desagradable y entristecida opinión: los acontecimientos del 12 de febrero de 2014, independientemente de las culpas concretas de las muertes y las heridas, muestran a las claras cuán equivocada y costosa ha sido la táctica escogida por Leopoldo López y María Corina Machado para capitalizar políticamente el innegable desasosiego de la comunidad venezolana.
Luis Vicente León había advertido hace seis días (¿Es la hora de los radicales?):
Si una fracción de la oposición tiene como punto de partida de sus acciones la idea de que son mayoría, sin realmente serlo (como demuestran aún las encuestas), sus esfuerzos no se orientarán a conquistar nuevos espacios, ni a convencer y conectar con las masas, ni a motivarlas para cambiar o integrarse en una lucha política —del tipo que sea— necesaria y legítima. Y ahí sí es verdad que será imposible convertirse en mayoría. Pensar que la incapacidad de ganar una elección (cualquiera que sea la razón) se resolverá intentando medios radicales, sin ser mayoría y sin motivar a la gente, frente a un gobierno mayoritario, populista y que tiene el monopolio de las armas y del poder, puede sonarle muy atractivo en el discurso a mucha gente que, quizás con razón, se encuentre desesperada, pero es tan ineficiente e imposible como el éxito de la política económica del gobierno nacional. Las dos son intrínsecamente malas.
La Mesa de la Unidad Democrática, por boca de Ramón Guillermo Aveledo, ha declarado sobre la tragedia de hoy:
La MUD condena sin reservas la violencia. Somos gente de paz. Repudiamos toda manifestación violenta. Si proponemos un cambio es para que los venezolanos podamos vivir en paz, sin exclusiones. Es indispensable que la investigación proceda con mucha objetividad, que el CICPC proceda con mucha objetividad, sin pasiones partidistas, no pueden actuar como órganos de un partido.
Ésa es, por supuesto, la posición correcta. Cuando Pedro Carmona Estanga emergió como Presidente de facto el 12 de abril de 2002, la Coordinadora Democrática no creyó necesario desaprobar su usurpación. Sólo Teodoro Petkoff repudió el monstruoso e inconstitucional decreto de ese día e, indirectamente, Primero Justicia se distanció de la locura al suspender de su militancia a un miembro suyo, que había aceptado un cargo ministerial en el efímero y espurio gobierno. De resto, ninguna otra entidad opositora, hasta el sol de hoy, ha condenado lo que se conoció después como Carmonazo o Carmonada. Es reconfortante que la MUD, su única hija, no pierda tiempo en marcar su distanciamiento de un impaciente y furibundo curso de acción, que condujo al desenlace sangriento de la jornada convocada por López y Machado con el visto bueno de Antonio Ledezma.
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A la muerte de Nelson Mandela, la nación sudafricana nos dio una hermosa y conmovedora lección: el «luto festivo»; en vez de llorar la partida de su Padre, celebró su vida con ella y para ella. A los venezolanos de esta fecha nos sale un luto reflexivo; nos toca meditar sobre los hechos de hoy.
No puede ocultarse lo pernicioso del régimen chavista, y la condición a la que ha sometido al país es repudiable en todo sentido. Es por ello que las ganas de mucho pueblo de protestarlo son harto explicables; el gobierno nos ha llevado a los límites de la exasperación. Pero mandar es muy preferible a protestar. La grave situación de la república, consecuencia de la necia intención de imponerle una camisa de fuerza socialista, sólo puede resolverla la Corona: el Soberano, el Poder Constituyente Originario. Éste es un poder supraconstitucional, sólo limitado por los derechos humanos y lo que la nación haya convenido con las soberanías equivalentes de otras naciones. Es éste el gigante que debe ser despertado para que hable, para que se pronuncie, para que manifieste su voluntad. No para que marche o fabrique pancartas, no para que golpee cacerolas o abuchee presidenticos en juegos de pelota, sino para que ordene.
No hay eventos electorales próximos en el calendario nacional; de allí la desesperación reseñada por León; pero siempre es tiempo de referendo. Podemos convocarlo cuando queramos. Más que nunca, es el tiempo de preguntar al Soberano si está conforme con la implantación en Venezuela de un régimen político-económico socialista, que es la coartada fundamental del actual gobierno y los que lo antecedieron desde 1999. (Hace dos días, en su amoroso programa Con el mazo dando, el Presidente de la Asamblea Nacional insistía, al comentar la «movida», la irresponsable «salida» de López & Machado, que «la salida» era el socialismo). Es hora de que hable Su Majestad.
Para esto es necesario, naturalmente, que el pueblo venezolano adquiera conciencia de Corona. Que se percate de que no tiene que desfilar para pedir o protestar, que no tiene que rogar pues puede mandar. Entonces bastará que diga tersamente, como la poderosa reina Victoria: «We are not amused»; cuando ella pronunciaba esas palabras, rodaban cabezas en Inglaterra. Bastará que digamos: «No estamos divertidos con el socialismo». LEA
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*inexpedient: desaconsejable. Sinónimos: counterproductive, feckless, useless, ineffectual, inefficient (contraproducente, irresponsable, inútil, ineficaz, ineficiente). Merriam-Webster English Dictionary.
Para descargar en archivo de formato .pdf: La marcha de la insensatez
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Teníamos tiempo sin comunicarnos, Luis Enrique, pero los hechos de ayer me han impactado, sobresaliendo en gran medida la muerte del muchacho de 24 años a manos de un gobierno que controla todos los ámbitos del poder, de las armas y la represión.
Más que comentario, tengo una duda que quisiera me ayudaras a dilucidar: Si tenemos la idea de que somos mayoría, sin realmente serlo aún, como lo demuestran las encuestas de Luis Vicente León, ¿cómo se operativisa la convocatoria al Soberano, al Poder Constituyente Originario? ¿No tendría que pasar esa solicitud por las manos del CNE, el mismo que determinó que Nicolás Maduro había ganado las elecciones? ¿No sería, en las condiciones actualmente planteadas de poder absoluto en manos del régimen, peor el remedio que la enfermedad? ¿No sería altamente probable que ese «soberano» determinara, desde el punto de vista del CNE, que lo que queremos es un socialismo a la cubana?
Por cierto, cuando LVL hace la referencia a la incapacidad de ganar una elección, me resulta desagardable la ligereza de colocar entre paréntesis «cualquiera que sea la razón» porque ES JUSTAMENTE ALLÍ donde está el meollo del asusnto. Pienso que tal vez lo hace porque analizar la razón le dañe el enfoque de su planteamiento, ¿no te parece?
Honestamente, no le veo salida a ésto. Tal vez lo que hace falta es que mermen las «grandes sumas de dinero a repartir» como indican los comerciales de las loterías, que actualmente tienen a todos los personeros del gobierno engolosinados con los beneficios del poder. Qué paradoja para un comunista!!
Saludos cordiales
No te consta que el estudiante muerto lo fue «a manos de un gobierno». No he dicho que eso no fue así pero, como impliqué, es muy temprano para conocer la verdad de los hechos. Luego, Maduro ganó las elecciones. La MUD jamás pudo demostrar, a pesar de sus alegatos, que hubiera habido fraude electoral el 14 de abril. Y el mismo CNE que certificó su triunfo por 1,49% de los votos—en vez de 14,9% si quisiera hacer verdadera trampa—fue el que anunció la derrota del proyecto estratégico de reforma constitucional de Chávez por 1,31%, en 2007.
En Epifanía verde (18 de noviembre de 2004), di cuenta de lo siguiente, acaecido quince días antes:
El 3 de noviembre el Presidente del Partido Socialcristiano COPEI, Eduardo Fernández, dirigía muy importantes y pertinentes palabras a la dirección nacional de esa organización. Se trataba de un sincero y valiente mea culpa, no exento de claridad. Así dijo:
“Hace seis años la oposición se propuso como objetivo sacar a Chávez del poder. Seis años más tarde, Chávez está más atornillado que nunca en el poder, y la oposición más debilitada que nunca. Seis años son un lapso suficiente como para sacar conclusiones. Adoptamos una línea política hace seis años y hemos obtenido fracasos y fracasos, hasta el último, el 31 de octubre. Tenemos que analizar seis años de una política opositora equivocada: porque si el objetivo de la política de la oposición era sacar a Chávez y fortalecer a la oposición, hemos logrado exactamente lo contrario: Chávez está muchísimo más fuerte, dentro y fuera del país, y la oposición está mucho más débil, dentro y fuera del país. Pero, además, tenemos doce años de fracasos en COPEI. Vamos a abrir un debate sobre estas circunstancias”.
Más adelante en su exposición opinó así:
“Hay dos ‘guarimbas’, que quisiera analizar. Una es el fraude: ‘no lo estamos haciendo mal, lo que pasa es que nos roban las elecciones’… Si eso fuera verdad, en nuestro análisis tendríamos que ver cómo hacemos para no ser tan bobos, que ganamos todas las elecciones y nos las roban… Aquí, ciertamente, hay mucho más ventajismo del que nunca antes habíamos tenido en la historia democrática de Venezuela y se ha presentado una cantidad grosera de irregularidades en materia de registro electoral y otros aspectos que son evidentes y están a la vista de todos. Pero la prueba de que sí se podía ganar, no obstante las terribles irregularidades, es que Morel ganó en Nueva Esparta y Rosales ganó en el Zulia; y que los alcaldes que tenían que ganar, ganaron… Aquí de lo que se trata es de tener votos suficientes para superar cualquier maniobra y donde no hay votos no hay para donde coger. El compañero que gana, lo hace con registro electoral o sin registro electoral… Hay que investigar a fondo las graves fallas presentadas por el Registro Electoral Permanente y el ventajismo del gobierno, que fue una cosa atropellante, grosera y sin precedentes. Pero, entiéndanme, como se demostró con Morel y con Rosales: cuando hay votos no hay manera de que nos roben las elecciones”.
Y, lapidariamente, afirmó:
“… comenté con algunos amigos que lo indicado el 15 de agosto pasado era que el líder más caracterizado de la Coordinadora Democrática, el compañero Enrique Mendoza, asumiera la derrota, derrota que se venía venir, derrota que él conocía tan bien como yo, o mejor que yo, porque él veía las encuestas antes que yo, y asumiera la derrota, anunciando que la Coordinadora Democrática ponía sus cargos a la orden, para que otros se dedicaran a administrar el capital político impresionante que teníamos y que fue reconocido por el CNE—capital político que se debe en buena medida y sin ninguna duda al trabajo del propio Enrique… Nada menos y nada más que cuatro millones de votos, 40% del electorado que votó por el SI. Yo nunca he visto un suicidio político más insólito que el que se produjo como consecuencia de aferrarnos, de la manera como lo hizo la oposición, a la tesis del fraude”.
Hay hoy en día una mayoría bastante más grande que en 2009—cuando propuse por primera vez el tratamiento del referendo sobre el socialismo (Parada de trote)—que está opuesta a la implantación de un régimen socialista. No le pongas comillas a Soberano, y reflexiona sobre la observación de Nelson Mandela: “Siempre parece imposible hasta que se hace” y sobre este proverbio chino: “La persona que dice que no puede hacerse no debe interrumpir a quien lo hace”.
En este blog hay más información sobre el referendo que prescribo.