Las elecciones al Parlamento Europeo, vistas por Jorge Volpi y Mario Vargas Llosa, corroboran la crisis mundial de la política. En Venezuela, la polarización entre gobierno y oposición no alcanza la mitad de la opinión pública nacional, y esta realidad abre las puertas a la expresión de una nueva concepción política en las elecciones de Asamblea Nacional en 2015. Abajo, el archivo con el audio de la emisión #98 de Dr. Político en RCR:
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En el programa del pasado sábado 7/06/2014 me enteré de unas encuestas que favorecían, por mayoría, a segmento de votantes que no están con el gobierno, ni con la oposición. Un oyente planteó la posibilidad que Ud, apreciado don Luis Enrique, liderara ese segmento tan importante para la perturbada democracia venezolana. Yo creo que usted en una de las pocas personas en nuestro país que puede asumir ese papel; no sólo como maestro, vocero pedagógico, sino también como activista, líder del movimiento que puede sacar a Venezuela del pantanal en que está inmersa hoy en día.
Don Yunis: uno no sabe cómo agradecer un acto de fe tan explícito como el suyo. Intentaré responderle anecdóticamente y con una referencia a mi código de ética.
El 26 de enero de este año salió publicada en el diario 2001 una entrevista que me hiciera el periodista Mario Villegas, en la que aparecieron una pregunta relacionada con una candidatura parlamentaria y mi respuesta:
-¿Le agradaría ser diputado a la Asamblea Nacional?
-No. Yo tengo vocación y experiencia ejecutiva exitosa, no legislativa.
Debo admitir que desde entonces he reconsiderado esa reacción, tal vez algo malcriada; las cosas han dado un vuelco para lo peor de enero para acá. Entreveo una oportunidad de poner sobre la mesa de la atención pública tratamientos que he propuesto largamente en una campaña por una diputación: el referendo sobre el socialismo (convocable desde la Asamblea Nacional) y la formación de una entidad política de código genético distinto del de un partido convencional. Esto último aconseja la formación de gente con vocación pública que quiera dejar atrás lo ideológico para hacer política con la modernidad que es posible, y creo poder contribuir a esta tarea específica.
Pero está registrado—en Krisis: Memorias prematuras—un consejo o lectura de Alberto Quirós Corradi, en una conversación de mediados de 1985, año en el que propuse el proyecto de la «Sociedad Política de Venezuela«:
De esta entrevista con Alberto Quirós Corradi es mi tercera consulta en torno al asunto de si yo debería asumir la dirección de la “spV”. Después de haber planteado a Eduardo Quintero Núñez mi noción de dejar esa responsabilidad en otras manos, a fin de que no se pudiera decir que yo había propiciado la creación de una organización para que sirviera de plataforma de lanzamiento de mi personal carrera pública, había hablado en el mismo sentido con Luís Ugueto Arismendi. Luís reaccionó horrorizado. Me dijo que eso sería mi suicidio político; no debería nunca, según él, dejar el control del “aparato” en manos de otra persona que lo emplearía para bloquearme. Era cuestión, en palabras de Luís Ugueto, de “política práctica”. Alberto Quirós me dijo algo que consideré más sabio. Me dijo: “Eso no es un asunto que decides tú. Eso lo deberá decidir el grupo de los miembros. Si deciden que tú debes ser el que dirija no vas a poder rechazar la responsabilidad, y sí deciden que tú no eres el hombre entonces tampoco podrás imponerte”.
Casi exactamente diez años más tarde juraba públicamente cumplir un código de conducta; en él estipulé esto:
*Podré admitir mi postulación para cargos públicos cuyo nombramiento dependa de los Electores en caso de que suficientes entre éstos consideren y manifiesten que realmente pueda ejercer tales cargos con suficiencia y honradamente. En cualquier circunstancia, procuraré desempeñar cualquier cargo que decida aceptar en el menor tiempo posible, para dejar su ejercicio a quien se haya preparado para hacerlo con idoneidad y cuente con la confianza de los Electores, en cuanto mi intervención deje de ser requerida.
No he tomado todavía una decisión, aunque tiendo a sentir que si creo tener remedios para nuestros males políticos no debo eludir el deber de procurar su aplicación. Pero no es una decisión sencilla; son varias las tareas por hacer, y tal vez deba ocuparme sólo de algunas.