Se lo pueden comer enterito

Se lo pueden comer enterito

 

¿Margarita es una lágrima que un querubín derramó? Es una lágrima, toda ella, que un matachín provocó. Hoy hubo paro de taxistas en la isla, en protesta y reclamo de seguridad porque seis de sus colegas fueron asesinados en los últimos días. Procesos similares se producen en los estados Zulia y Mérida, y ya se habla de un llamado a paro nacional de transporte; el sector está asediado por el hampa y la escasez de repuestos imprescindibles a su economía. No los controla o coordina la Mesa de la Unidad Democrática ni Voluntad Popular, ni Otto Reich ni el Comando Sur, y habrá que ver si puede calmarlos Nicolás Maduro, quizás el papa Francisco, a quien el primero embarcó.

Pudiera el país estar entrando en una dinámica de reventones simultáneos y numerosos de esta misma clase. El apaciguamiento de varias avalanchas concurrentes no se consigue con la tapa firmemente cerrada en la olla de presión electoral; el Consejo Nacional Electoral debe anunciar ya la fecha de las elecciones de Asamblea Nacional, y el gobierno debe mostrar alguna clemencia hacia los opositores detenidos, al menos permitir a Felipe González que visite a Leopoldo López, y dejar la presión sobre las universidades nacionales y contra los pobladores que hacen cola para surtir sus magras alacenas.

Tal vez, sin embargo, sea demasiado tarde. ¿Estarán ya no uno sino mil enjambres ciudadanos africanizados? En la madrugada del 10 de diciembre de 2002, luego de conocer la violenta y extensa acción coordinada de bandas que agredieron un sinnúmero de medios de comunicación privados por todo el país, redacté un número extra (16 A) de la Carta Semanal de doctorpolítico, donde puse:

Dictaduras mucho más estrechas que la que Chávez aspira a completar, como la de Reza Pahlavi en Irán, con un estado que era la admiración del planeta por lo eficaz de sus policías, especialmente de su policía política, y amigo de los Estados Unidos, cayó estrepitosamente. Chávez no puede durar eternamente. El castrismo no puede ejecutarse en cámara lenta porque, mucho antes de asegurarse la parálisis del cuerpo social, éste se manifiesta como enjambre, como una eruptiva de incendios simultáneos en tantos sitios que el gobierno de una era totalmente informatizada ya no puede apagar.

Es el enjambre, Presidente, lo que puede perfectamente matarle. No un asesino a sueldo, no un asalto militar. Ud. pudiera morir como Mussolini sin Petacci. Si Ud. continúa en su libreto, y busca dominar a Venezuela como Castro sojuzga a Cuba; si Ud. manda a atacar ahora a una decena de urbanizaciones en Caracas para aterrorizar las casas de sus enemigos; si Ud. llegare a ordenar una vez que se eche el común delincuente, con la seguridad de resultar impune, sobre los pobladores que le adversan, en alguna persecución de nombre y apellido, sepa que está sellando su suerte.

Las abejas son usualmente inocuas hacia el hombre o las bestias. Pero son letales para el más grande de los animales. Hasta el mayor de los elefantes sucumbe a los mil aguijones envenenados de un enjambre. Como mil hipodérmicas sobre un hombre, cada una de las cuales inocula la milésima parte de una dosis mortal.

Los enjambres actúan sin líder: «Los seres humanos somos perfectamente capaces de trabajar en enjambres sin autoridad centralizada. [Kevin] Kelly refiere con detalle los asombrosos experimentos de Loren Carpenter con grandes audiencias, a las que pone a jugar ping-pong—2.500 personas a cargo de una sola raqueta vs. un número equivalente que controla la otra—o con un simulador de vuelo, en una secuencia de decisiones distribuidas, sin que un líder central las oriente o determine».  (Tomado de La sabiduría del enjambre).

Como dijera Luis Ugalde a los oyentes de César Miguel Rondón, «a uno le cuesta pensar en tiempos de cinco, seis meses, como serían por ejemplo las elecciones parlamentarias, que es muy importante que haya, pero hay un montón de cosas que no van a aguantar hasta allá». La gente está harta; cuidado, presidente Maduro, si ya es tarde para una salida que sea honorable para usted. LEA

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