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…la gente echa de menos a estadistas. Estos no son extraterrestres y hacen falta del lado del gobierno y de la oposición. Al estadista lo distingue su capacidad de superar la parcialidad electoral inmediatista y el beneficio personal o partidista, con una visión y voluntad de país que reta y convence a la sociedad  y suscita una creatividad nueva e inclusiva. (…) Necesitamos un gobierno de salvación nacional capaz de hacer más con menos, tomar decisiones difíciles, responder al país que a gritos silenciosos pide reconciliación. Un gobierno de transición que se pone límite temporal a sí mismo, pues los partos felices no pasan de nueve meses de embarazo.

Luis Ugalde S. J., ¿Dónde están los estadistas? 28 de abril de 2016

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¿Cómo combates el populismo? ¿Cómo administras el desorden? ¿Cómo actúas? Esta es la situación crítica del país. Y la única fuerza contra esto es la gente.

Luis García Mora, Sobre crisis y populismo, 1º de mayo de 2016

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Un amigo, a quien envié los planteamientos de Luis Ugalde puestos en el epígrafe, me contestó así: «Creo que hay que modificar la frase totémica de ‘gobierno de transición’ pues suena mucho a transitorio y se trata más bien de un gobierno de transformación de lo que parece ser un pobre y desviado paÍs». Lo que sigue fue mi respuesta:

 

Claro, lo que hay que ofrecer es un gobierno corto pero suficiente para mucho más que las primeras reparaciones. Metas más ambiciosas y razonables son posibles.

Porque es que son nuevos actores políticos los que son necesarios para la osadía de consentir un espacio a la grandeza. Para que más allá de la resolución de los problemas y la superación de las dificultades se pueda acometer el logro de la significación de nuestra sociedad. Para que más allá de la lectura negativa y castrante de nuestra so­ciología se profiera y se conquiste la realidad de un bri­llante futuro que es posible. Para que más allá de esa de­mocracia mínima, de esa política mínima que es la oferta política actual, surja la política nueva que no tema la le­janía de los horizontes necesarios. (SPV – Documento Base, febrero de 1985).

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Esa audacia es necesaria; esa audacia será bienvenida por los venezolanos, que queremos reto y acicate. Nada hay en nuestra composición de pueblo que nos prohíba entender el mundo del futuro. Venezuela tiene las posibilidades, por poner un caso, de convertirse, a la vuelta de no demasiados años, en una de las primeras democracias electrónicamente comunicadas del planeta, en una de las democracias de la Internet. En una sociedad en la que prácticamente esté conectado cada uno de sus hogares con los restantes, con las instituciones del Estado, con los aparatos de procesamiento electoral, con centros de diseminación de conocimiento.

No es imposible que en el año 2015 el venezolano promedio tenga un nivel de conocimientos equivalente a una licenciatura de estudios generales. La educación primaria garantizada estaba bien para el país de Guzmán Blanco. A comienzos del siglo XXI los venezolanos todos deberíamos disponer de una educación superior. (El mes de Jano, enero de 1995, citado en Recurso de Amparo, 14 de julio de 2015, que conviene releer).

Por supuesto que la mera desaparición del madurismo chavista es un enorme alivio, pero no basta conformarnos con eso; no debe limitarse a eso la «transición». En el último artículo mencionado, precedí el par de párrafos citados por lo siguiente:

Naturalmente, algunas cosas positivas vendrán de la mera omisión de lo negativo. La erradicación instantánea, por ejemplo, del abuso comunicacional del Ejecutivo Nacional actual y del estilo pugnaz y condenatorio en la retórica de los altos funcionarios del Estado. Un tratamiento respetuoso de nuestros empresarios, de nuestros universitarios, de nuestros obreros, de nuestros científicos, junto con la inmediata mejora del clima nacional, restañaría significativamente la hemorragia de la dolorosa emigración de nuestros talentos. Lo económico es en gran medida climático, y el solo hecho de la cesación de lo malo actual, del cambio de rumbo y de estilo, producirá efectos beneficiosos. Entonces escamparía.

La esperanza renacería, y con ella la energía necesaria para acometer metas ambiciosas. El país debe ser estimulado para que responda con su ingenio y su trabajo en pos de direcciones no tradicionales; es preciso encontrar actividades económicas distintas de la industria petrolera, pues necesitamos entrar en la economía del futuro, distinta de la mera extracción que es lo característico de una economía primaria, otra cosa que nuestra propia estimulación del calentamiento global. Es la marca de los tiempos la expansión indetenible de las actividades informáticas en la Internet o las de ingeniería genética; en actividades como ésas, en la nueva economía—ver New Rules for the New Economyde Kevin Kelly—siempre habrá espacio, siempre será posible, como demostró Irlanda, saltar de una economía tradicional a lo más adelantado.

LEA

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