Mi hijo mayor tenía un mes de nacido y yo me ocupaba más bien de música académica, pero pude percibir el descomunal impacto del mayor concierto de todos los tiempos: el Festival de Woodstock, que cumple cincuenta años.
Sería después cuando mis hermanos y hermanas me dieran instrucción preescolar en esa música que expresaba tantas cosas de la actualidad cultural y política, y luego películas como Las fresas de la amargura o Mrs. Robinson y cintas que me grabara Eduardo Quintana Benshimol, mi añorado amigo, pulirían algo más mi analfabetismo inicial. Gracias a ellos pude apreciar presentaciones de Joan Baez en el Estadio de Béisbol de la Universidad Central de Venezuela y Carlos Santana en el Poliedro de Caracas. Faltaba mucho para que la Academia Sueca decidiera conferir el Premio Nobel de Literatura al rapsoda Bob Dylan en 2016.
Blowin’ in the wind
Tomo de YouTube un video conmemorativo de la experiencia Woodstock, que vale la pena ver a pantalla completa. LEA
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