A Nacha
Una vez que una acción está hecha es correcta o incorrecta para siempre, y ningún fracaso accidental de sus buenas o malas consecuencias puede posiblemente alterar eso. (…) La cuestión del bien o el mal tiene que ver con el origen de su creencia, no con su sustancia; no con lo que era sino con cómo la obtuvo; no si a fin de cuentas resultó ser verdadera o falsa, sino si tenía el derecho de creer a partir de la evidencia que tenía frente a sí.
William Kingdon Clifford – La Ética de la Creencia
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En su obra fundamental, La Ética de la Creencia, William Clifford nos legó la substancia de la postura intelectual conocida como evidencialismo.* Puede resumirse el aporte de Clifford en una sentencia inapelable: «Es en todo tiempo y lugar moralmente erróneo que cualquier persona crea en algo sobre la base de evidencia insuficiente». (Citas favoritas, 15 de junio de 2016).
«Muy cerca de la postura de Clifford está la expresada por John Erskine en La obligación moral de ser inteligente, puesto que ambos son de la opinión de que el conocimiento no es una cosa que pueda elegirse tener o no tener, según nuestro capricho. Desde el momento cuando terceras personas son afectadas por nuestras acciones, debemos a los otros el asegurarnos, hasta donde sea posible, de que no resultarán dañados por nuestra ignorancia. Es posible decir, entonces, que es nuestro deber ser inteligentes». (Un tratamiento al problema de la calidad en la educación superior no vocacional en Venezuela, 15 de diciembre de 1990).
Y esto es principalmente así en nuestras opiniones políticas, que usualmente son formuladas desde reacciones instantáneas cargadas de emocionalidad y prejuicios. Siendo que una opinión política incide sobre el juicio colectivo, debemos tener el mayor cuidado al expresarla.
Procuraré comunicar interpretaciones correctas del estado y evolución de la sociedad general, de modo que contribuya a que los miembros de esa sociedad puedan tener una conciencia más objetiva de su estado y sus posibilidades, y contradiré aquellas interpretaciones que considere inexactas o lesivas a la propia estima de la sociedad general y a la justa evaluación de sus miembros. (Código de Ética Política, 24 de septiembre de 1995).
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Juan Erskine fue un notable educador; en su segunda responsabilidad como profesor universitario, enseñó durante 28 años en la Universidad de Columbia, en la que sembró la semilla de lo que luego se conocería como el movimiento de los Great Books, que materializara la Enciclopedia Británica en su colección de obras fundamentales que justamente lleva ese nombre. Era también Erskine un notable pianista y compositor, y a partir de esa vocación llegaría a ser el primer Presidente de la afamada Escuela de Música Juilliard en Nueva York, y Director de la Ópera Metropolitana de la misma ciudad, en la que brillaron en sucesión Enrico Caruso, Beniamino Gigli y Jussi Bjoerling, por mencionar sólo a sus tenores más notables.
Su predecesor, Guillermo Clifford, «fue un matemático y filósofo inglés. (…) Es conocido por su defensa del evidencialismo frente a la responsabilidad moral de creer en aquello de lo que no se tienen pruebas. (…) En 1870 escribió On the space theory of matter (Sobre la teoría espacial de la materia), en la que argüía que energía y materia eran simplemente diferentes tipos de curvatura del espacio. Esas ideas jugaron luego un papel fundamental en la teoría general de la relatividad».** (Wikipedia en Español).
Gracias, Guillermo; gracias, Juan. LEA
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* «El evidencialismo es una tesis en epistemología que establece que uno está justificado para creer algo si y sólo si esa persona tiene evidencia que respalde su creencia. El evidencialismo es, por tanto, una tesis sobre qué creencias están justificadas y cuáles no». (Wikipedia).
** Es decir, Clifford, quien viviera sólo 34 años, se adelantó en 46 al postulado principal de la obra cimera de Albert Einstein.
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