Un mordaz artículo publicado en Salon, una publicación electrónica estupenda

 

Un expresidente con gorro de necio

 

Nuestro mayor problema de seguridad nacional es la «vasta y militante ignorancia» de los Estados Unidos. Millones de estadounidenses abrazan insípidas mentiras y teorías de conspiración, y al orgulloso líder estúpido que las difunde

 

Por Brian Karem *

Publicado el 28 de octubre de 2021 a las 10:57 a.m. (EDT)

 

Con el perdón de Paul Simon, y a pesar de toda la información disponible para el común mortal, todavía hay millones de estadounidenses que actualmente creen que se están deslizando por la carretera cuando en realidad escapan resbalando.

Mientras el presidente Biden se prepara para viajar a Europa a reunirse con el Papa y nuestros aliados de la OTAN la próxima semana, deja un gran problema de seguridad nacional con el que debe lidiar, uno que no se ha abordado de manera significativa durante muchos años.

Es la causa fundamental de nuestros problemas con China. Es por ella que algunas personas no quieren vacunarse. Es por ella que algunos todavía siguen alegremente a Donald Trump. Explica por qué el Congreso no puede reunirse de manera bipartidista para ocuparse de la infraestructura, la atención médica y el control de armas. Es por eso que tenemos problemas para comprender el cambio climático. Ella explica la supresión de electores. Es por eso que la «teoría crítica de la raza» se ha vuelto controvertida, por lo que algunos elementos de nuestra población de izquierda y derecha están en guerra entre sí y por qué algunos creen que la tierra es plana y que el Holocausto no ocurrió. Es por eso que algunos de nosotros creemos que seguimos siendo la nación «número uno» del mundo cuando, más allá de tener el ejército más grande, estamos claramente a la zaga de otras naciones importantes en muchos factores críticos. Más que cualquier otra cosa, explica por qué fallamos.

Los Estados Unidos son una nación de gente militantemente ignorante, arrogante en sus creencias, incapaz de cambiar de opinión y reacia a intentarlo. Carecemos de educación.

Y la falta de educación en este país es un problema tal que el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan lo describió esta semana como un tema crítico para nuestra seguridad nacional. «Lo considero un problema de seguridad nacional», me dijo el martes durante una sesión informativa en la Casa Blanca. «De hecho, es la Dra. [Jill] Biden quien ha dicho repetidamente, y el presidente la cita con frecuencia, que cualquier país que supere en educación a Estados Unidos superará a Estados Unidos, y ése es un problema fundamental de seguridad nacional».

NPR informó el martes que, en parte debido al COVID-19, tenemos este año 500,000 estudiantes menos inscritos en las universidades. Realmente ¿piensa alguien que podemos competir en los modernos lugares de trabajo con sólo una educación secundaria?

Fui entrenador de fútbol americano en la escuela secundaria durante muchos años. Puedo decirles de primera mano que la calidad de la educación del estudiante «promedio» de hoy en día habría estado por debajo del nivel de una educación de reparación cuando estuve en la escuela secundaria. Hay cantidades de estudiantes que son analfabetas funcionales y analfabetas en ciencias y matemáticas, y que no tienen idea de cómo funciona el gobierno o cuáles son sus responsabilidades en una democracia. Muchos gritan por «derechos». Son menos quienes entienden la responsabilidad.

Muchos esperan y rezan para encontrar un trabajo de baja categoría donde puedan «sobrevivir», y rara vez se atreven a soñar que podrían prosperar. Muchos claman por la atención médica universal, pero no creen que la obtengamos. Algunos ni siquiera entienden cómo obtener un salario decente, permisos médicos remunerados y otros beneficios laborales, y mucho menos cómo unirse a un sindicato podría ayudarlos a realizar esas tareas. No saben qué es el socialismo o el capitalismo, más allá de creer que uno es malo y el otro es estadounidense. No conocen nuestra historia, no ven el futuro y son moribundos en un presente que temen, odian y no entienden.

Tenemos que hacerlo mejor. Las razones son claras. Biden tiene razón: sin una educación competitiva, sentenciamos a nuestra progenie a la servidumbre industrial, mientras que aquellos que estén educados acumularán poder y riqueza. Veamos a nuestro alrededor. Estamos en una nueva carrera espacial con China. Estamos atrasados ​​en tecnología hipersónica. Nuestros científicos dicen que debemos tener un cohete nuclear para ganarle a los chinos la carrera a Marte, pero millones de personas creen que Clorox podría tratar el coronavirus. Algunos incluso lo probaron.

Biden quiere brindar educación postsecundaria gratuita o asequible, y nos ha recordado deliberadamente lo inútil que es hoy un mero diploma de escuela secundaria, y eso nos asusta a algunos de nosotros. George Carlin nos advirtió que los señores supremos de la sociedad nos quieren lo suficientemente inteligentes como para operar máquinas, pero no más inteligentes que eso. Algunos creen que eso es cierto. Otros, en el Congreso, nos dicen que los necesarios desembolsos educativos del presupuesto tienen un costo prohibitivo, mientras que al mismo tiempo asentimos reflexivamente cada vez que aumentamos nuestro inflado presupuesto militar.

Esto no es un desarrollo reciente. Nuestra dedicación a la educación ha caído constantemente durante los últimos 40 años y, como de la mayoría de la podredumbre que ha ocurrido en este país, culpo a Ronald Reagan y a los ultraconservadores por los que solía ser electo y a los que ayudó a incorporarse al cauce principal.

Si no se quiere aceptar que Reagan fue un tonto irresponsable que destruyó los sindicatos, la educación, la prensa libre y la atención médica, llevándonos por el camino de la ruina, entonces piénsese en el hedor causado por George W. Bush y su infame política educativa («Ningún niño se queda atrás»).

Ese mantra idiota se convirtió en que todos los niños se quedaron atrás, creando una generación entera de estadounidenses a quienes se les enseñó cómo aprobar exámenes, pero nunca cómo pensar críticamente.

Muchos de esos niños que crecieron y fueron entrenados para aprobar exámenes son ahora adultos y están comenzando a ocupar puestos gerenciales de nivel medio en la fuerza laboral estadounidense. Se han convertido en parte de lo que H.L. Mencken describió hace un siglo como una «ignorancia vasta y militante», lo que nos recuerda que la ignorancia arrogante no es un fenómeno nuevo, solo que “Ningún niño se queda atrás” exacerbó el problema. «Team America: La policía del mundo” e «Idiocracia” parecen películas documentales en lugar de sátiras en estos días.

¿Cuál es el ejemplo más llamativo de la falta de educación? Dos palabras: Donald Trump.

Y tengo una pregunta real que me gustaría me fuera respondida: ¿alguien dejará de enviarme correos electrónicos de Donald Trump y sus hijos, parientes, subordinados y secuaces, pidiéndome dinero y garantizándome tiempo privado con Donald?

¡Don Jr. me envió incluso un correo electrónico diciéndome que le diría a su papá si no le daba una cantidad de dinero ¡AHORA! También me prometieron una pelota de fútbol si contribuía con Donald Trump, quien ni siquiera se está postulando oficialmente para un cargo, pero ciertamente ha perfeccionado, con una precisión similar a la de un láser, el arte de estafar a la gente el dinero que tanto le costó ganar.

Conozco a docenas de otros reporteros de la Casa Blanca que aparentemente están en la lista de correo electrónico de Donald, y ninguno de nosotros se suscribió a sus sistemáticos acoso y mendicidad. Es un acosador de Internet y un vagabundo sin hogar combinados en uno. Aparentemente, el ex presidente se llevó la lista de correo electrónico de los corresponsales de la Casa Blanca cuando huyó de DC. Desde entonces, también recibo correo de la campaña de Sarah Sanders y de otros estrechos asociados de Trump con cargos públicos. Sólo puedo suponer que me envían sus escatológicas reflexiones porque Trump ha compartido la lista de correo electrónico con sus acólitos itinerantes, enfurecidos, con muerte cerebral.

Todos me envían contenido diseñado para hacer que los ignorantes aúllen a la luna y se rasquen como un perro de depósito de chatarra con pulgas. Estos «comunicados de prensa» de los idiotas discípulos de Trump son recibidos con gritos de placer por parte de sus fanáticos. Dejando a un lado la mala gramática y la ortografía, estas liberaciones fecales generalmente no tienen sentido y parecen ser los murmullos de tontos que han ingerido alucinógenos contaminados.

La idea de que el candidato más calificado del Partido Republicano para el cargo más alto del país podría otra vez ser un tipo que fue acusado dos veces y nos alentó a ingerir Clorox y a hacer brillar luz ultravioleta dentro de nuestros cuerpos, eso es algo que no puede explicarse ni siquiera por una sobredosis de psilocibina en el torrente sanguíneo.

Pero una falta de educación lo explica todo, incluyendo, entre otros, a Jim Jordan, Matt Gaetz, Lauren Boebert, Joe Manchin y Kyrsten Sinema.

Nuestra falta de educación es la mayor amenaza para la existencia de nuestra nación. Jake Sullivan tiene razón: es un problema de seguridad nacional.

También nos dijo Paul Simon: «Aun cuando mi falta de educación no me ha hecho daño ninguno / puedo leer la escritura en la pared».

Hoy en día, no estoy seguro de cuántas personas son capaces de leer eso. ¶

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* Brian Karem, corresponsal de la Casa Blanca desde hace mucho tiempo, escribe una columna semanal para Salon.

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