Rechazo de la osadía es el título de una sección en el Capítulo VIII (La enfermedad de la victoria – 2007-2009) de Las élites culposas, publicado en 2012 bajo el sello editorial Libros Marcados, de Fausto Masó. Da cuenta del nacimiento de la idea de promover un referendo consultivo sobre el establecimiento en Venezuela de un sistema político-económico socialista. El Sr. Masó expuso la idea como suya, sin hacer referencia al antecedente, en su programa de radio con Roberto Giusti (Golpe a golpe) del viernes 28 de febrero de 2014 y, al día siguiente, en su artículo de los sábados en el diario El Nacional. En la misma emisora (Radio Caracas Radio), por mi parte, había comenzado a replantear la receta, que ya va para cinco años, desde el programa #72 de Dr. Político en RCR (7 de diciembre de 2013) y casi que desde entonces en toda emisión sucesiva ha sido discutido el tratamiento con los oyentes. (Incluyendo la de ayer: La renuncia de Diosdado Cabello). Antes de la «iniciativa» del Sr. Masó, en este blog, de cuyas entradas él recibe aviso por correo electrónico, se ha planteado la proposición reciente y frecuentemente (Desarreglos simétricos, La salida, Se cambia protesta por propuesta, etcétera). Es perfectamente posible que el Sr. Masó ignorara, como me asegura, esta última secuencia, y que no supiera de lo dicho en un programa que se transmite por donde él lo hace; pero, o ha olvidado que lo dije también en un libro de su sello o no lee lo que publica. Abajo, se reproduce parte de la sección aludida. LEA

(Actualización: a las 9:38 a. m. de hoy, recibí un correo electrónico del Sr. Masó, que pone: «en mi  programa de radio dire que tu hablaste antes del referendum sobre el socialismo». Un minuto después, envío un segundo correo: «te agradeceria me sacaras de la lista de personas que reciben tu email sobre tu programa y el Doctor Politico. saludos». Ya lo he complacido).

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Editor olvidadizo o negligente

Solo convocando a algún tipo de consulta electoral Nicolás Maduro acabará con la protesta popular, una consulta que se realizase con un nuevo CNE, y preguntase al país si quiere aplicar un modelo socialista, por ejemplo.

Fausto Masó, Dos salidas para Nicolás Maduro. El Nacional, 1º de marzo de 2014

Reconoceré según mi conocimiento y en todo momento la precedencia de aquellos que hayan interpretado antes que yo o hayan recomendado antes que yo aquello que yo ofrezca como interpretación o recomendación, y estaré agradecido a aquellos que me enseñen del arte de la Política y procuraré corresponderles del mismo modo.

Código de Ética Política de Luis Enrique Alcalá

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Rechazo de la osadía

Para ese entonces ya yo había recomendado agarrar el toro por los cachos y plantear un referéndum consultivo frontal, capaz de parar el trote a Hugo Chávez Frías: “¿Está usted de acuerdo con la implantación en Venezuela de un sistema político-económico socialista?”

Pero la dirigencia opositora formal no conseguía fuerzas para atreverse, e iba a suplicar al Consejo Nacional Electoral una gracia que no correspondía a ese órgano conceder. La errática y equivocadísima conducta de esa dirigencia la revelaba, una vez más, como políticamente incompetente, sólo capaz de meter en el corral la numerosa cantidad de pretendientes de oposición a alguna candidatura.

La situación reclamaba a gritos una nueva formación política, construida sobre la base de un código genético distinto del de los partidos tradicionales, capaz de unir al país y de hablar a la inmensa mayoría no alineada, que veía con horror la perniciosa, abusiva y arrogante trayectoria del gobierno y con atónita incredulidad la supina ineficacia de los partidos de oposición.

(…)

Como acabo de decir, yo había propuesto el 23 de julio de 2009:

Todas las encuestas que ha podido conocer quien escribe han dado recientes datos bastante similares. Por ser representativo del conjunto, limitemos los números a un solo estudio: el informe final del Monitor Socio-Político de Hinterlaces del 1˚ de junio de este año. Este estudio “cuantitativo y cualitativo” registra lo mismo que otros investigadores reportan: que una mayoría de los consultados rechaza las políticas más recientes del Ejecutivo Nacional y sus demás poderes sumisos.

En particular, por ejemplo, Hinterlaces (Oscar Schemel) mide 68% de desacuerdo con la nacionalización de empresas y haciendas ordenada desde la Presidencia de la República. (Quienes están de acuerdo con esa medida alcanzan sólo al 28%. Cuatro por ciento no quiso o no supo responder). Por ejemplo, según el estudio referido, 63% estima que esa medida pudiera afectar a la propiedad privada de todos los venezolanos. (Treinta y tres por ciento no cree tal cosa). Por ejemplo, 68% está de acuerdo con la propiedad privada que apoyan los empresarios y no con la propiedad colectiva propuesta por el presidente Chávez. (Veintisiete por ciento dice preferir la propiedad colectiva sobre la privada).

Y 57% no aprueba el establecimiento del “socialismo del siglo XXI” en el país, frente a 35% que lo aprueba. Y si ese socialismo fuera como el cubano, la desaprobación asciende a 87% y la aprobación desciende a 9%.Y 83% expresa desacuerdo con la idea de que es malo ser rico. (Once por ciento expresa acuerdo). Y 86% no piensa que ser pobre es bueno. (Diez por ciento sí lo cree). Y 80%—contra 16%—no concurre con la idea de que todos debemos ser iguales para que no haya ricos ni pobres, como sostiene que ocurriría el Presidente de la República.

En suma, la mayoría de los venezolanos rechaza la pretensión de implantar en el país un sistema político-económico socialista, a pesar de lo cual Rafael Ramírez, bajo su casco de Presidente de PDVSA, proclama: “PDVSA está con Chávez. PDVSA está con la revolución… Quien no esté en un comité socialista es sospechoso de conspirar contra la revolución”.

¿Qué hace uno con una mayoría tan fuerte? Pues procura que se exprese políticamente de modo válido. Pide que el asunto sea votado, pues está seguro de ganar una consulta que lo considera. Es ésa una regla política elemental. Quien tiene la mayoría quiere que se la mida y certifique, porque quien tiene la mayoría puede mandar.

La mayoría abundante que no quiere un régimen socialista para Venezuela debiera apoyar la convocatoria, por iniciativa popular, de un referéndum consultivo sobre dicha posibilidad, de una consulta que le pare el trote a Ramírez y a su jefe.

No obstante, lo que era una recomendación de perfecta lógica política, fue torpedeada insistentemente, con evaluaciones ligeras o interesadas y aun con descaradas mentiras. Yo había llevado la proposición, del espacio de correo electrónico de mi carta semanal, al más abierto del blog que inicié en noviembre de 2009, donde inserté varios artículos de promoción de esa iniciativa.

(…)

Por supuesto, el mismo referéndum podía ser convocado, sin mayor esfuerzo, por el presidente de la República en Consejo de Ministros, quienes acatan su voluntad sin la menor resistencia. Si Hugo Chávez hubiera creído entonces que saldría airoso en una consulta sobre la conveniencia del socialismo para Venezuela, ya la habría convocado. La Sala Situacional de Miraflores, por otro lado, es asidua visitante de mi blog y era infaltable lectora de mis cartas semanales, según lo sé por fuentes confiables, incluyendo una de la misma sala que admitió precisamente eso en comunicación que me dirigiera. El 2 de junio, dos días después de mi proposición de consultar al Soberano el día de la votación para elegir la Asamblea, Chávez regresó al reto que reiteraba desde hacía meses: que la oposición convocara un referéndum revocatorio y que éste podía celebrarse junto con las elecciones parlamentarias, copiando mi prescripción temporal. Según el Presidente, el CNE estaba en perfecta capacidad de organizar la cosa en cuatro meses.

Pero no hubo más adhesiones significativas a la idea. En el mes de julio, inicié un contacto con gente conocedora del mundo informático, pues de nuevo pensé que podía emplearse la Ley de Mensajes de Datos y Firmas Electrónicas para activar la convocatoria. Quien me fuera presentado como el experto que resolvería todo—no lo mencionaré—quiso convertir la cosa, ya ampliada a la acción de una organización política nueva, a un proyecto de negocios con el que ganaríamos mucha plata, y poco después la cercanía del 26 de noviembre hizo definitivamente inviable la iniciativa.

Ángel Graterol Monserrate, miembro de la Comisión de Finanzas de la MUD, escribió en mi blog el 31 de mayo de 2010: “Es un proyecto interesante. Sin duda la respuesta no será favorable al régimen. ¿Que haremos después? Recordemos cómo el régimen ha desconocido totalmente los resultados del REF. 2007”. Le contesté de esta manera:

Como dices, aun perdiendo un referéndum de tal naturaleza, el gobierno rebusca rutas alternas. Sin embargo, no transgrede todos los límites (no todo lo rechazado en 2007 pudo hacerlo, y sólo se atrevió a replantear en 2009 el tema de la reelección indefinida). Además, un resultado adverso en punto tan claro sería un puñetazo clarísimo en medio de la frente. Para usar una frase del mismo Chávez: se detendrían todos los motores de la revolución.

No conozco una proposición mejor, y de esto se trata. Es preciso actuar, y por tanto hay que proponer. En agosto de 2005 repetí una consideración que ya había hecho en febrero de 1985, veinte años antes:

Lo que el espacio político nacional debe alojar es una licitación política con claras reglas para la contrastación de proposiciones de conjunto.

¿Cuáles son estas reglas? Si a la discusión se propone una formulación que parece resolver un cierto número de problemas o contestar un cierto número de preguntas, la decisión de no adoptar tal formulación debiera darse si y sólo si se da alguna o varias de las siguientes condiciones:

a. cuando la formulación no resuelve o no contesta, más allá de cierto umbral de satisfacción que debiera en principio hacerse explícito, los problemas o preguntas planteados.

b. cuando la formulación genera más problemas o preguntas que las que puede resolver o contestar.

c. cuando existe otra formulación—que alguien debiera plantear coherentemente, orgánicamente—que resuelva todos los problemas o conteste todas las preguntas que la formulación original contesta o resuelve, pero que además contesta o resuelve puntos adicionales que ésta no explica o soluciona.

d. cuando existe otra formulación propuesta explícita y sistemáticamente que resuelve o contesta sólo lo que la otra explica o soluciona, pero lo hace de un modo más sencillo. (En otros términos, da la misma solución pero a un menor costo).

También decía hace 25 años:

En ausencia de estas condiciones para su sustitución, la política que se proponga puede considerarse correcta, y dependiendo de la urgencia de los problemas y de su importancia (o del tiempo de que se disponga para buscar una mejor solución) será necesario llevarla a la práctica, pues el reino político es reino de acción y no de una interminable y académica búsqueda de lo perfecto.

Es obvio que esa racionalidad no predominó entre los dirigentes de oposición en el año 2009.

luis enrique ALCALÁ

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