Stephen Hawking y Eddie Redmayne (Oscar a Mejor Actor 2014 por The Theory of Everything)

 

En la madrugada de hoy ha muerto Stephen Hawking, el autor de Una Breve Historia del Tiempo*, a los 76 años de edad. Más breve aún fue una conversación que tuve con él en la sede principal de la Corporación RAND, el más grande think tank del mundo, en abril de 1977; él tenía entonces 35 años de edad, el suscrito uno menos. No calibré hasta mucho más tarde la inmensa fortuna de que el Vicepresidente Ejecutivo de RAND nos presentara; en aquel momento me interesaba más Brian Jenkins, su experto en terrorismo.

Luego aprendí del gigantesco aporte de Hawking a la Física contemporánea: la matematización del comportamiento de los huecos negros y la generalización de sus conceptos a la comprensión del Big Bang. Tan sólo la semana pasada, teorizaba sobre la siguiente pregunta: ¿qué existió antes del Big Bang? Su respuesta: nada; con su peculiar pedagogía ilustró la noción al apuntar que eso era como preguntar qué estaba al sur del Polo Sur. «Nada andaba por ahí antes del Big, Big Bang», respondió, aduciendo: «El universo no tiene límites. Sí, es como el verdadero amor».

El argumento había sido anticipado, en el campo de la Lógica, por Ludwig Wiitgenstein en su Tractatus Logico-Philosophicus de 1921. He aquí a Bertrand Russell explicando el asunto en su prólogo al Tractatus:

Nosotros sólo podríamos decir cosas acerca del mundo como un todo si pudiéramos salir del mundo, si, es decir, cesara de ser para nosotros todo el mundo. Puede que nuestro mundo esté limitado para algún ser superior que pueda examinarlo desde arriba pero, para nosotros, sin importar cuán finito sea, no puede tener un límite, puesto que no tiene nada fuera de él.

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Seguramente fue su relación con Roger Penrose, de mutua admiración y afecto, una de sus relaciones más significativas. Penrose, tan inglés como Hawking y once años mayor, formó parte del comité evaluador de la tesis del doctorado que Hawking obtuvo en Cosmología de la Universidad de Cambridge. En 1964, había revolucionado el pensamiento cosmológico con su idea de una «censura cósmica»: una enorme masa estelar en colapso ejercería una gravitación tan grande que impediría incluso el escape de la luz, creando lo que luego se llamaría (John Archibald Wheeler) un hueco negro y, en términos técnicos, una singularidad: una región del espacio-tiempo en la que las leyes de la Física cesarían de operar. Junto con Hawking, trabajó la generalización del concepto al cosmos entero: el Big Bang habría surgido de una singularidad primordial. A partir de allí, su colaboración fue frecuente, y ambos recibieron juntos en 1988 el prestigioso Premio Wolf por su contribución a la comprensión del universo.

En 1996, se publicó el grupo de conferencias conjuntas dictadas dos años antes por Hawking y Penrose, sobre Relatividad General, en el Instituto Isaac Newton de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Cambridge. Las respectivas disertaciones incluyen frecuentes reconocimientos mutuos. Dijo Penrose de Hawking, por ejemplo: «Creo que la razón por la cual Einstein no continuó haciendo grandes progresos en teoría cuántica fue la falta en ella de un ingrediente crucial. Este ingrediente faltante fue el descubrimiento de Stephen, cincuenta años después, de la radiación del agujero negro. Es esa pérdida de información, conexa con la radiación de un hueco negro, lo que trajo el cambio». (Hawking había establecido teóricamente, en 1974, que de los huecos negros podía emerger radiación, pero que la energía que escapara de ese modo ya no conservaría la «información» que la acompañaba antes de ser tragada por la enorme gravedad).

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Video de TIME Magazine para conmemorar a Hawking. (Puede ser visto a pantalla completa)

Alguna vez escribí irreverentemente (en El dios de Mandelbrot era el de Borges, 19 de octubre de 2010):

Lo mostrado por Mandelbrot incide sobre un tema recalentado en nuestro tiempo: la existencia de Dios y lo que sobre ella puede o no decir la ciencia. (Hasta Stephen Hawking ha salido recientemente a decir necedades sobre la cosa, postulando que el sentido del cosmos no requiere otra cosa que la gravedad para ser explicado). La complejidad resultante de la iteración inacabable de una ecuación sencillísima (x = x² + z) permite entender a Dios—no el supersticioso o mitológico de las religiones históricas—como un ingeniero fractal.

Stephen Hawking nació trescientos años después de la muerte de Galileo Galilei y el nacimiento de Isaac Newton (1642), y escogió morir el Día de Pi, la constante matemática π3,141592… etcétera. En el formato anglosajón de fechas (March 14, 3/14) el día de hoy coincide con los tres primeros dígitos de la ubicua e imprescindible constante; la primera vez que se celebró en grande fue en 1988, el año del Premio Wolf que compartió con Penrose, su gran colega y amigo. Tal vez se deban tales coincidencias al campo gravitacional personal ejercido por Stephen Hawking, que hoy ha pasado a ser una enorme singularidad. LEA

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* No puedo menos que asociar A Brief History of Time con mi entrañable amigo Ignacio Andrade Arcaya; era el libro que leía mientras estaba postrado en cama por la agresiva leucemia que acabó con él.

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