Menos de un minuto de audio del programa #295 de Dr. Político en RCR (28 de abril de 2018)
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Pudiera ser que se extienda el consenso de que un gobierno presidido por Henri Falcón sería suficientemente mejor que una nueva presidencia de Nicolás Maduro y que, a pesar de las numerosas y justificadas reservas acerca de la elección presidencial del 20 de mayo próximo, suficientes electores vayan a votar en esa fecha para asegurar tal resultado y oponer un obstáculo prácticamente insalvable a cualquier tentación de adulterarlo. En ese probable caso, Falcón se convertiría en el sucesor de Maduro, pero no podría asumir la Presidencia de la República sino hasta el 10 de enero de 2019, ocho meses y medio después de la elección. Como salta de inmediato a la mente, ese prolongado lapso es realmente inconveniente a la Nación.
Pero habría un modo simple de convertirlo en un aconsejable período de transición. De perder Maduro la votación ante Falcón, el primero podría actuar como estadista para facilitar las cosas a su Pueblo («Maduro es Pueblo»): podría renunciar en breve plazo—¿un mes?—luego de designar a su oponente como Vicepresidente Ejecutivo de la República. Dice el último parágrafo del Artículo 233 de la Constitución: «Si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar el mismo». Así, pues, se aseguraría que Falcón mismo condujera la transición hacia su propio período constitucional. (Una forma alterna, tal vez menos deseable, es que Maduro y Falcón acordaran el nombramiento de un tercero para la tarea transicional).
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Si algo es conveniente a la paz de la República es que no luce probable que Falcón llegue a la Presidencia de ella con ánimo de vindicta justiciera; no corresponde al Presidente actuar como juez o fiscal acusador, aunque esto haya sido conducta en la que tanto Chávez como Maduro incurrieran a lo largo de sus respectivos mandatos.
Lo primero que haría como Presidente es comunicar al país mi convicción de que las personas de convicción socialista, en su mayoría, son gente que privilegia la virtud de la solidaridad, y que no debe llegarse a la Jefatura del Estado con ánimo altaneramente justiciero. (…) Creo, por supuesto, que el socialismo, en tanto ideología, es terapia equivocada, medicina antigua, concebida en el siglo XIX como toda otra ideología—liberal o libertaria, social-demócrata o social-cristiana (o eso que ahora presentan como si fuera nuevo, un tal progresismo)—con la pretensión de saber cuál es la sociedad perfecta o preferible y quién tiene la culpa de que la sociedad actual no lo sea. (…) Pero eso no es lo mismo que condenar al chavismo a la Quinta Paila del Infierno por toda la eternidad. Es posible hacer ver a quienes se inscriben en esa variedad del socialismo, aunque con dificultad, que su enfoque de la política es equivocado, como lo es toda posición ideológica. El error de mi contendiente no es causa de mi acierto, y nuestra tarea principal es la de reunir a un país ideológicamente dividido. (En Recurso de Amparo, 14 de julio de 2015).
El esquema propuesto permitiría una transición pacífica, naturalmente sin impedir que los órganos apropiados del Estado venezolano—Fiscalía General de la República, Procuraduría General de la Nación—opten por llevar a juicio a funcionarios públicos que hayan incurrido en actividades dolosas o criminales, especialmente aquéllas que hayan afectado el patrimonio de la Nación. Es algo que Nicolás Maduro debiera aceptar.
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Finalmente, uno de los candidatos inscritos para la competencia democrática del 20 de mayo ha propuesto un procedimiento harto aconsejable, como titulaba El Universal el 24 de este mes: «Luis Alejandro Ratti propuso escoger candidato unitario para enfrentar a Maduro». El sumario de la noticia explicaba: «Según el candidato presidencial por iniciativa propia, la escogencia debe realizarse a través de una encuesta nacional para que sea el pueblo el que decida quién debe enfrentar a Nicolás Maduro en los comicios presidenciales del próximo domingo 20 de mayo».
Le tomaría la palabra. Rápidamente, una encuestadora confiable—hay varias; ni Hinterlaces* ni Meganálisis, por favor—podría hacer esa medición preguntando, por ejemplo: «Entre Javier Bertucci, Henri Falcón, Reinaldo Quijada y Luis Alejandro Ratti ¿quién prefiere Ud. que enfrente a Nicolás Maduro el 20 de mayo?» Si Falcón, como es presumible, superara claramente a los tres otros postulados no oficialistas, las organizaciones que les postulan pueden hacer hasta el 10 de mayo las sustituciones necesarias de retirarse estos últimos. (Artículos 63 y 64 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales).
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Como me observara mi profesor de Filosofía Política y Social, la posibilidad de la transición delineada pudiera ser el mejor acicate del voto, pues propicia lo que ansía la casi totalidad de los venezolanos: un alivio instantáneo. LEA
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* Según TeleSur, la encuestadora de Oscar Schemel (Hinterlaces) acaba de medir una intención de voto de 51% a favor de Nicolás Maduro. Las siguientes son láminas de Datanálisis de su estudio de opinión del mes de marzo, en una muestra de 800 personas naturales de todos los niveles socioeconómicos, inscritas para votar y entrevistadas cara a cara en hogares. (Fecha de campo: 19 al 29 de marzo de 2018. Error máximo admisible ±3,39% Las figuras azules corresponden a opositores, las verdes a independientes y las rojas a oficialistas). Para este blog, Datanálisis es hoy bastante más creíble que Hinterlaces.
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