En 1971 Pablo Neruda recibió el Premio Nobel de Literatura «por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente».

 

En más de un sitio de este blog me he quejado de la sordera de terceros ante planteamientos políticos que he hecho y sigo creyendo acertados. También he reportado, con menor frecuencia, mi propia e incesante autocrítica, a la que me obliga esta cláusula de mi Código de Ética (1995):

5. Consideraré mis apreciaciones y dictámenes como susceptibles de mejora o superación, por lo que escucharé opiniones diferentes a las mías, someteré yo mismo a revisión tales apreciaciones y dictámenes y compensaré justamente los daños que mi intervención haya causado cuando éstos se debiesen a mi negligencia.

En Dos despertares di cuenta el pasado 20 de mayo:

Hoy he amanecido dos veces. La primera a eso de las 4 y media de la madrugada, en estado depresivo que es en mí infrecuentísimo. Los pensamientos que ocupaban mi cerebro consciente se ubicaban en tres posiciones: 1. el estado de la humanidad aún pandémica, a más de dos años de la emergencia del virus COVID 19 y sus mutaciones; 2. la persistencia de los estados de guerra en múltiples focos del planeta, a los que se ha sumado el desquiciante conflicto ruso-ucraniano; 3. la terca y generalizada sordera ante mis análisis y recomendaciones políticas.

………

Pero el año pasado vi en Netflix una película de 2016, recientemente incorporada al sitio de streaming. Se trata del filme—Neruda—de Gael García Bernal en el que asimismo actúa como policía. Me enseñó mucho acerca de la trayectoria del gran poeta chileno.

 

 

Por ella supe de un poema que no había leído ni oído nunca y me impactó grandemente, obligándome a reflexionar.

No culpes a nadie – Pablo Neruda

Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tu vida.

Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo
y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,
enfréntala con valor y acéptala.

De una manera u otra es el resultado de tus actos
y prueba que tú siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro,
acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.

Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar
y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado,
así como la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones,
de quien vivirá a pesar de todo,
piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo
y tus problemas sin eliminarlos morirán.

Aprende a nacer desde el dolor
y a ser más grande que el más grande de los obstáculos,
mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte
y dejarás de ser un títere de las circunstancias
porque tú mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate,
lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida;
nunca pienses en la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.

Pasé una semana entera de autocrítica luego de verla.

………

Ayer, sin embargo, releí el generoso comentario de Lorenzo Lara Carrero, del 29 de mayo de 2011 en Hallado lobo estepario en el trópico:

Querido Luis Enrique: una intransigencia como la tuya es una bendición, pues está basada en principios y fundamentos sólidos, con argumentos bien ensamblados totalmente racionales, además muy bien escritos y apoyados en información completamente actualizada.

Tu intransigencia es necesaria en este momento en nuestro país, cuando las instituciones son más frágiles que nunca, la mentira pública y notoria predomina, la ignorancia asume con total irresponsabilidad y desvergüenza posiciones que nos afectan a todos y, lamentablemente, la mayoría de las personas arriesgamos poco, todavía, en favor de genuinos intereses colectivos.

Agradezco tu intransigencia y el trabajo que dedicas al análisis y a las propuestas en favor de esos genuinos intereses colectivos. Gracias por estar dispuesto a asumir el papel de «Lobo estepario» tropical.

A veces es difícil lidiar con tus argumentos, a veces son incómodos. Esas características son, precisamente, señal clara de su importancia para nuestro país.

Un gran abrazo,

Lorenzo

Entonces opté por seguir adelante, al tiempo que me negara a la soberbia. En la misma entrada dejé esta constancia:

Salvo la envidia y la avaricia, me confieso practicante de los restantes cinco pecados capitales, pero no guardo rencores. El resentimiento es en mí una emoción efímera, cuestión de horas; sé que la llegada de un nuevo paradigma es asunto muy difícil, y por eso tengo paciencia con mis detractores. Y no reivindico que tenga mérito alguno en mi manera de ser, como tampoco admito la culpa.  Fueron mis padres quienes me hicieron, y a mi cabeza y mi corazón, con su amor de recién casados. Ellos quienes escogieron mi querido colegio de la infancia y primera juventud, donde tuve la suerte de excepcionales profesores que forjaron mi modo de pensar y mi postura ante la vida. Lo que haya podido lograr no se explica sino a partir de esa suerte y la de haber seguido trayectorias que a otros estuvieron vedadas. (…) De resto, estoy dispuesto a pagar el precio de mi juramento de 1995, aun cuando ése sea la peor maldición para un político: la soledad. Porque es que Armanda dijo a Harry Haller—Der Steppenwolf—, según la invención de Hermann Hesse: «Pero también pertenece del mismo modo a la eternidad la imagen de cualquier acción noble, la fuerza de todo sentimiento puro, aun cuando nadie sepa nada de ello, ni lo vea, ni lo escriba, ni lo conserve para la posteridad».

 

LEA

____________________________________________________________

 

Share This: