FS #224 – Un mundo nuevo

Fichero

LEA, por favor

Se reproduce en esta Ficha Semanal #224 de doctorpolítico la segunda y última parte del Resumen Ejecutivo—traducido del inglés—del informe Tendencias Globales 2025: Un mundo transformado, producido por el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos y publicado a fines de noviembre pasado.

Una vez más, se insiste en esta última sección del resumen en la complejidad del nuevo orden mundial en gestación, así como en la reducción de la influencia estadounidense. El desarrollo y consolidación de nuevas potencias—como las del llamado BRIC (Brasil, Rusia, India y China)—conforman un mundo multipolar, en el que llamativamente no se reconoce un papel preponderante a un posible bloque latinoamericano o suramericano de naciones.

A los Estados Unidos se le reconoce un papel aún importante, en su condición de “primero entre iguales”. El 30 de agosto del año pasado decía la Carta Semanal #252 de doctorpolítico: “Lo cierto es que ya no es el optimismo acerca de los Estados Unidos el sentimiento dominante. A la caída de la Unión Soviética muchos se apresuraron a pronosticar una ineludible supremacía norteamericana, y Francis Fukuyama fue tan lejos como para anunciar ‘el fin de la historia’, pues ya nada podría evitar la generalización planetaria de la democracia y los mercados. Los hechos más recientes han hecho que el académico más famoso de los noventa, antaño neo-conservador partidario del gobierno de George W. Bush, se haya distanciado de éste y sugerido algunos ajustes a su simplista visión de la época. El tocayo del presidente norteamericano, el financista y activista de la democracia George Soros, ha escrito un ensayo que titula The Bubble of American Supremacy (La burbuja de la supremacía americana), en obvia analogía con las ‘burbujas’ de expansión financiera efímera. Soros argumenta que el gobierno de Bush hijo ha dejado a los Estados Unidos en situación muy comprometida, que niega la posibilidad de continuación de la supremacía estadounidense. Si evaluaciones como ésta son atinadas, lo esperable a la salida de la actual administración en Washington—que tiene cada vez menor apoyo electoral y se ha visto forzada a quedarse sin las estrellas de su estado mayor—es una contracción de la actividad y presencia norteamericana en el mundo. Ya a estas alturas, Vladimir Putin aprovecha la evidente debilidad para reafirmar su poder y restaurar la fortaleza de Rusia como potencia, Mahmoud Ahmadinejad para proseguir impertérrito en su carrera armamentista y Hugo Chávez para retar todos los días a la superpotencia norteña y culparla de todo lo malo que pueda suceder en Venezuela. Es una suerte para el mundo que pueda distinguirse en China la postura de un socio de buena fe, que no está apostando a la desestabilización, ni financiera ni política, de los Estados Unidos. Pudiera ser que, en un sentido, el sueño americano estuviese tocando a su fin. En todo caso, las nuevas realidades que ahora confrontan los Estados Unidos pudieran acelerar la conformación de una polis planetaria verdaderamente multipolar, en la que la patria de Washington pudiera aspirar, si acaso, al sitial de primus inter pares, a la usanza de una baronía medieval que elegía al monarca de su seno”.

El informe completo (Global Trends 2025: A Transformed World) puede ser obtenido en archivo con formato .pdf en: http://www.acus.org/files/publication_pdfs/3/Global-Trends-2025.pdf

LEA

Un mundo nuevo

Perspectivas de terrorismo, conflicto y proliferación

El terrorismo, la proliferación y el conflicto seguirán siendo preocupaciones importantes, aunque temas como los de los recursos asciendan en la agenda internacional. Es improbable que el terrorismo islámico desaparezca para 2025, pero su atractivo pudiera disminuir si continúa el crecimiento económico y se mitiga el desempleo juvenil en el Cercano Oriente. Oportunidades económicas para la juventud, y un mayor pluralismo, disuadirían a algunos de unirse a las filas de los terroristas, pero otros—motivados por distintos factores, tales como un deseo de venganza o para ser “mártires”—continuarán asumiendo la violencia como modo de lograr sus objetivos.

En ausencia de oportunidades de empleo y los medios legales para la expresión política, las condiciones estarán maduras para la alienación, un radicalismo creciente y el posible reclutamiento de jóvenes por los grupos terroristas. Los grupos terroristas serán en 2025 probablemente una combinación de descendientes de grupos largamente establecidos que heredarán estructuras organizativas, procesos de comando y control y procedimientos de adiestramiento necesarios para conducir ataques sofisticados, y una colección de iracundos y marginales que se volverán radicales por sí mismos. Para aquellos grupos terroristas que estén activos en 2025, la difusión de tecnología y conocimiento científico colocará a su alcance algunas de las más peligrosas capacidades existentes hoy en el mundo. Una de nuestras mayores preocupaciones continúa siendo que terroristas u otros grupos malévolos puedan adquirir y emplear agentes biológicos o, menos probablemente, artefactos nucleares para causar una gran cantidad de víctimas.

Aun cuando no es inevitable que Irán adquiera armamento nuclear, las preocupaciones de otros países acerca de un Irán nuclearmente armado pudiera conducir a Estados de la región a desarrollar nuevos arreglos de seguridad con potencias extranjeras, adquirir armas adicionales y considerar la prosecución de sus propias ambiciones nucleares. No es claro que pueda emerger naturalmente en el Oriente cercano, con un Irán con capacidad bélica nuclear, el tipo de relación disuasiva estable que existió entre las grandes potencias durante casi toda la Guerra Fría. Ciertos conflictos de baja intensidad bajo un paraguas nuclear pudieran escalar sin intención hacia un conflicto más amplio, si no se establece claras líneas de alarma entre los Estados involucrados.

Creemos que no es probable que arraiguen conflictos ideológicos como los de la Guerra Fría, en un mundo en el que la mayoría de los Estados esté preocupada con los desafíos pragmáticos de la globalización y cambiantes alineaciones globales de poder. Es más probable que la fuerza de la ideología sea mayor en el mundo musulmán, particularmente en el núcleo árabe. En aquellos países que probablemente tengan que luchar con el abultamiento juvenil de sus poblaciones y una débil base económica—tales como Pakistán, Afganistán, Nigeria y Yemen—es probable que la tendencia radical Salafi del Islam gane terreno.

Pudieran resurgir ciertos tipos de conflictos—por recursos, por ejemplo—que no hemos visto por cierto tiempo. La percepción de una escasez de energía impulsará a los países a asegurar su acceso a suministros de energía. En el peor caso, esto pudiera resultar en conflictos interestatales si los líderes de los gobiernos estiman que un acceso seguro a recursos energéticos, por ejemplo, es esencial para mantener la estabilidad doméstica y la supervivencia de sus regímenes. No obstante, aun breves acciones de guerra tendrán consecuencias geopolíticas importantes. Las preocupaciones por la seguridad marítima están proveyendo justificación para ampliaciones navales y esfuerzos de modernización, tales como el desarrollo de una capacidad naval de alta mar por parte de China e India. La ampliación de capacidades navales regionales pudiera conducir a un aumento de las tensiones, las rivalidades y acciones de contrapeso, pero también creará oportunidades de cooperación multinacional para la protección de rutas marítimas críticas. A medida que el agua se haga más escasa en Asia y el Cercano Oriente, la cooperación para administrar los recursos hídricos se hará más difícil dentro de los Estados y entre ellos.

El riesgo del empleo de armas nucleares durante los próximos veinte años, aunque seguirá siendo muy menor, probablemente sea mayor que el de hoy en día, como consecuencia de varias tendencias convergentes. La difusión de las tecnologías nucleares y su conocimiento experto está generando preocupaciones acerca de la emergencia de nuevos Estados con armas nucleares y la adquisición de materiales nucleares por grupos terroristas. Los actuales choques de baja intensidad entre India y Pakistán continúan evocando el fantasma de la escalada de esos eventos, hasta un conflicto más amplio entre estas potencias nucleares. La posibilidad de un futuro cambio perturbador de régimen o su colapso, en un Estado nuclear como Corea del Norte, también continúa cuestionando la capacidad de Estados débiles para controlar y proteger sus arsenales nucleares.

Si llegare a emplearse armas nucleares en los próximos quince a veinte años, el sistema internacional experimentará un choque de inmediatas repercusiones humanitarias, económicas y político-militares. El uso futuro de armas nucleares probablemente traería cambios geopolíticos significativos, pues algunos Estados buscarían establecer o reforzar alianzas de seguridad con potencias existentes, y otros presionarían por un desarme nuclear global.

Un sistema internacional más complejo

La tendencia hacia una mayor difusión de la autoridad y el poder que ha venido ocurriendo por un par de décadas se acelerará probablemente, a causa de la emergencia de nuevos actores globales, el empeoramiento del déficit institucional, la potencial expansión de bloques regionales y la aumentada fortaleza de actores y redes no estatales. La multiplicidad de actores en la escena internacional pudiera añadir vigor—en el sentido de llenar los vacíos dejados por instituciones de posguerra envejecidas—o fragmentar ulteriormente el sistema internacional e incapacitar la cooperación internacional. La diversidad de tipos de actores aumenta la probabilidad de fragmentación de las próximas dos décadas, en especial por el variado espectro de retos transnacionales que confronta la comunidad internacional.

No es probable que las potencias emergentes del BRIC desafíen el sistema internacional como lo hicieron Alemania y Japón en los siglo XIX y XX, pero en virtud de su creciente influencia geopolítica y económica disfrutarán de amplios grados de libertad para establecer políticas a su medida en lugar de adoptar plenamente las normas occidentales. Es también probable que deseen preservar la libertad de sus políticas para maniobrar, dejando a otros la carga principal de tratar problemas tales como el terrorismo, el cambio climático, la proliferación y la seguridad energética.

No parece probable que las instituciones multilaterales—que son grandes y engorrosas y fueron diseñadas para un orden geopolítico diferente—tengan la capacidad de adaptarse rápidamente para emprender nuevas misiones, acomodar afiliaciones cambiantes y aumentar sus recursos.

Las organizaciones no gubernamentales (ONG)—concentradas sobre problemas específicos—serán cada vez más parte del paisaje, pero es probable que las redes de ONG estén limitadas en su capacidad de efectuar cambios en ausencia de esfuerzos concertados de instituciones multilaterales o gobiernos. Los esfuerzos de mayor inclusión—para reflejar la emergencia de las potencias más nuevas—pueden hacer más difícil a las organizaciones internacionales el ataque de los desafíos transnacionales. El respeto por los puntos de vista divergentes de las naciones miembros continuará conformando la agenda de las organizaciones y limitando las clases de solución que pueden ser intentadas.

Un mayor regionalismo panasiático—posible para 2025—tendría implicaciones globales, detonando o reforzando una tendencia hacia tres núcleos comerciales y financieros que pudiesen convertirse en cuasi-bloques: América del Norte, Europa y Asia Oriental. El establecimiento de tales cuasi-bloques tendría implicaciones para la capacidad de lograr futuros acuerdos globales de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los agregados regionales pudieran competir en la fijación de estándares transregionales para la tecnología de la información, la biotecnología, la nanotecnología, los derechos de propiedad intelectual y otros aspectos de la “nueva economía”. Por otra parte, la ausencia de cooperación regional en Asia pudiera acicatear la competencia entre China, India y Japón en materia de recursos como el energético.

La proliferación de identidades políticas es intrínseca a la creciente complejidad de roles del Estado, instituciones y actores no estatales, lo que conduce al establecimiento de nuevas redes y comunidades redescubiertas. No hay identidad política que sea probablemente dominante en la mayoría de las sociedades para 2025. Las redes basadas en la religión pudieran ser redes temáticas imprescindibles, y en conjunto pudieran jugar un papel más fuerte que el de agrupaciones seculares en muchos problemas transnacionales, como los del ambiente y la desigualdad.

Los Estados Unidos: una potencia menos dominante

Hacia 2025 los Estados Unidos se verán como uno de varios actores importantes, aunque todavía el más importante de la escena mundial. Incluso en el reino de lo militar, donde los Estados Unidos continuarán teniendo considerables ventajas en 2025, los progresos de otros países en ciencia y tecnología, una adopción más amplia de tácticas de guerra irregular por actores tanto estatales como no estatales, la proliferación de armas precisas de largo alcance y el creciente uso de ataques de guerra cibernética constreñirán cada vez más la libertad de acción de los Estados Unidos. Un papel más constreñido de los Estados Unidos tiene implicaciones para otros países y para la probabilidad de enfrentar con eficacia nuevos temas de la agenda. A pesar del reciente aumento del antiamericanismo, los Estados Unidos probablemente continúen siendo vistos como un contrapeso regional muy necesario en el Cercano Oriente y Asia. Seguirá esperándose de los Estados Unidos un rol significativo en el empleo de su poder militar para contrarrestar el terrorismo global. En materia de nuevos problemas de seguridad como los derivados del cambio climático, el liderazgo de los Estados Unidos será ampliamente considerado crítico para coordinar puntos de vista diversos y encontrar soluciones. Al mismo tiempo, la multiplicidad de influyentes actores y la desconfianza respecto de los poderes muy grandes disminuirá la capacidad de los Estados Unidos para imponer decisiones sin el apoyo de socios fuertes. Ciertos desarrollos en el resto del mundo, incluyendo desarrollos internos en un número de Estados clave—particularmente China y Rusia—también sean probablemente determinantes cruciales de las políticas de los Estados Unidos.

2025 – ¿Qué clase de futuro?

Las tendencias mencionadas sugieren discontinuidades, shocks y sorpresas importantes, que destacaremos en el informe. Algunos ejemplos incluyen el empleo de armas nucleares o pandémicas. En algunos casos, el elemento sorpresa es sólo un asunto de tiempo: una transición energética, por ejemplo, es inevitable; la única duda es acerca de cuándo o cuán abrupta o suave será la transición. Una transición energética de un tipo de combustible (fósil) a otro (alternativo) es un evento que históricamente sólo ha ocurrido una vez en un siglo con consecuencias de gran magnitud. La transición de la leña al carbón ayudó a desencadenar la industrialización. En este caso, una transición que deje atrás los combustibles fósiles—en especial si es abrupta—tendrá repercusiones mayores sobre los productores de energía del Cercano Oriente y Eurasia, potencialmente causando la declinación permanente de algunos Estados como potencias globales y regionales.

Otras decadencias son menos predecibles. Es probable que resulten de la interacción de varias tendencias, y dependerán de la calidad del liderazgo. No hay seguridad de que China o Rusia se conviertan en democracias. La creciente clase media de China aumenta las probabilidades pero no convierte un desarrollo así en inevitable. Un pluralismo político en Rusia parece menos probable en ausencia de diversificación económica. Una presión desde abajo pudiera forzar el asunto, o pudiera un líder comenzar o enriquecer el proceso de democratización para sostener la economía o estimular el crecimiento económico. Una caída sostenida en los precios del petróleo y el gas alteraría el panorama y aumentaría las probabilidades de una mayor liberalización política y económica en Rusia. Si alguno de estos países se democratiza, tal cosa representaría una nueva ola de democratización con amplia significación para muchos otros países en desarrollo.

Son asimismo inciertos los desenlaces de los desafíos demográficos que Europa, Japón y aun Rusia confrontan. En ninguno de estos casos la demografía implica un destino inevitable de poder global o regional disminuido. La tecnología, el papel de la inmigración, las mejoras en salud pública y las leyes que alientan una mayor participación de la mujer en la economía son algunos de los factores que pudieran cambiar la trayectoria de las tendencias actuales que apuntan a un crecimiento económico disminuido, mayores tensiones sociales y una posible declinación.

El que las instituciones globales se adapten y revivan—otra incertidumbre clave—estará también en función del liderazgo. Las actuales tendencias sugieren una dispersión del poder y la autoridad que creará un défict global de goernabilidad. La inversión de estas líneas tendenciales requeriría un fuerte liderazgo en la comunidad internacional  por parte de varias potencias, incluyendo en éstas a las emergentes.

Algunas incertidumbres, de ocurrir, tendrían mayores consecuencias que otras. En este trabajo, enfatizamos un potencial en conjunto de mayor conflicto, algunas de cuyas formas pudieran amenazar la globalización. En esta categoría ubicamos a un terrorismo con armas de destrucción masiva y una carrera armamentista en el Cercano Oriente. Las incertidumbres clave y sus posibles impactos son discutidos en el texto en la página vii sobre su probabilidades relativas. En los cuatro escenarios imaginados, hemos destacado nuevos retos que pudieran surgir como resultado de las transformaciones globales en progreso. Presentan nuevas situaciones, dilemas o complicaciones que representan un alejamiento de recientes desarrollos. Como conjunto, no cubren todos los futuros posibles. Ninguno de ellos es inevitable o aun necesariamente probable pero, como con muchas otras incertidumbres, los escenarios son modificadores potenciales de las reglas de juego.

•  En Un Mundo sin Occidente, las nuevas potencias suplantan a Occidente como los líderes de la escena mundial.

•  Sorpresa de Octubre ilustra el impacto de la desatención al cambio global del clima; impactos inesperados estrechan el rango de opciones del mundo.

•  En Ascenso del BRIC, las disputas por recursos vitales emergen como fuente de conflicto entre potencias mayores, en este caso los pesos pesados emergentes de India y China.

•  En La Política No Siempre Es Local, emergen redes no estatales para fijar la agenda internacional en materia de ambiente, eclipsando a los gobiernos.

Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos

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LEA #314

LEA

En materia de presupuestos públicos estadales y municipales, estamos llegando al llegadero. El futuro nos alcanza. Siempre es un misterio de las sociedades naturales que en ellas haya personas que vocacionalmente estén dispuestas, por ejemplo, a ser policías o bomberos. (Gracias a Dios por esta misteriosa distribución de vocaciones. El pintoresco matador español Rafael “El Gallo”—no confundir con Henrique Salas Römer—dijo famosamente, al explicársele que un cierto revuelo urbano en España se debía a un congreso de científicos: “Ar gente pa’tó”).

Los bomberos metropolitanos de Caracas, sin embargo, a pesar de que dependemos de su extraña y heroica profesión, no han podido cobrar su última quincena de sueldo, esperan que se les cumplan las promesas de un aumento retroactivo de 30% por los últimos nueve meses y se quejan de una dotación disminuida a veintidós unidades. Para colmo, en la última semana no les llega la comida a quienes hacen guardia de veinticuatro horas—la Alcaldía Metropolitana tiene un mono montado de dos millones de bolívares fuertes con el proveedor—y los asquerosos colchones sobre los que duermen les contagian con sarna que les fuerza a reposo médico.

En el estado Miranda, donde 150 policías son obligados a prestar servicio de escolta, la mitad de la flota vehicular de su policía no está en condiciones de operar, y esto desde hace dos años. Para potenciar este deterioro en su capacidad de combatir el principal problema de los mirandinos (y de los venezolanos), la inseguridad ciudadana que el régimen no ha hecho sino aumentar, funcionarios de la Dirección de Armamento de la Fuerza Armada se apersonaron en la sede central de Polimiranda para decomisar alrededor de 200 sub-ametralladoras HK, que aparentemente podían estar a disposición de Diosdado Cabello pero no ya a la de Henrique Capriles Radonski. También, como en el caso de los bomberos, hay policías mirandinos que deben cumplir turnos de veinticuatro horas.

Dos botones de muestra. La erosión de los servicios públicos se ha generalizado en el país, mientras el Presidente de la República gasta el dinero en maniobras navales conjuntas con una potencia extraña y eventos electorales extemporáneos que consumen lo suyo.

¿Es que podremos refugiarnos en la economía general y privada? No pareciera; el marcado descenso del valor de la cesta petrolera venezolana, en condiciones de control de cambios, está alimentando la presión inflacionaria, puesto que las empresas buscan protegerse anticipadamente de una probable devaluación.

Esta publicación lamenta no traer a sus lectores mejores noticias económicas justo antes de Navidad.

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CS #314 – Suicidio en primavera

Cartas

La época de oro del “Padre de la Gerencia Moderna”, Peter Ferdinand Drucker (1909-2005), fecha su inicio (1954) con la publicación de su libro The Practice of Management. Es en él donde resalta su prédica fundamental, la gerencia por objetivos. Contraponía este modo racional de gestionar a la observable gerencia por crisis, la práctica común de esforzarse sólo cuando el mundo se nos viene encima. A pesar de haber escrito hasta el fin de sus días—El ejecutivo eficaz en acción, 2005—, Drucker no tomó en consideración un refinamiento de la gerencia desordenada, introducido por la gerencia de un estadista de iniciales H y Ch, que gerencia por sobresaltos; esto es, por crisis que no vienen de afuera, sino que él mismo crea.

Ayer dijo HacheChé: “La vía de la Asamblea Nacional tiene una ventaja: que es más rápida”. Se refería, por supuesto, a su obsesiva preocupación porque le sea posible presentarse cuantas veces quiera a la reelección como Presidente de la República. Ni siquiera quince días han pasado de las elecciones del 23 de noviembre, cuando de nuevo sobresalta al país, que se disponía al sosiego navideño, con su febril apremio por la reelección. ¿Cuál es la urgencia nacional en dilucidar esa materia, cuando la oportunidad de ponerla a prueba no llegará hasta dentro de cuatro años, en diciembre de 2012? ¿Por qué  HacheChé está tan angustiado y urgido? ¿No ameritará su inquietud la declaración de un estado de excepción, siendo que, como reza el Artículo 337 de la Constitución, es potestad presidencial, en consejo de veintisiete ministros (más los alcaldes del Municipio Libertador y Valencia, hasta ahora), declararlo cuando concurran “circunstancias de orden social, económico, político, natural o ecológico, que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y de los ciudadanos”? ¿No y que ahora “vienen por él”? ¿No y que la oposición ataca ahora las misiones? (Razón esta última de gran debilidad para revertir, característicamente en menos de una semana, su postura inicial de no promover directamente la enmienda constitucional—“Pero no puedo impedir que el pueblo lo haga”—para ordenarla perentoriamente y hasta bautizar la nueva campaña—lo único que sabe hacer—con el engorroso, ridículo y egocéntrico nombre de “Uh, ah, Chávez no se va”. Fue él, no la oposición, quien ordenó el salvaje ataque contra los gobernadores y alcaldes de oposición recién electos).

En efecto, los resultados del 23 de noviembre han sacado de quicio a HacheChé; es su propio sobresalto el que transmite a la Nación, que ya había arribado a la conclusión de que el gobierno perdió terreno en las recientes elecciones, a pesar de su todavía amplio dominio. Luis Vicente León, Director de Datanálisis, ha apuntado con aguda penetración una razón del agite: “Si él permitía que se incrustara la idea de que la oposición era fuerte por haber ganado en estados clave, las posibilidades de plantear la enmienda se le complicaban”. Está claro que el tema del 23 de noviembre no es uno que quiera seguir discutiendo.

La injustificable agitación es, por supuesto, otro caso de la táctica de huir hacia adelante, y en verdad estuvo planificada desde antes de las elecciones. En los círculos íntimos del gobierno se sabía que al término de ellas vendría la arremetida de la enmienda, contando con resultados mucho mejores que los que finalmente se dieron. Haberla pospuesto hubiera permitido que la sensación de derrota cundiera en sus propias filas, castigadas por el ingrato tratamiento que HacheChé infligió a los grandes derrotados en las elecciones—Diosdado Cabello, Jesse Chacón y Aristóbulo Istúriz—, a quienes indicó que debieran ir a administrar algún “núcleo endógeno” en la isla La Borracha. De hecho, ahora se ve más clara la razón de que HacheChé se convirtiera, con su grosera intromisión en elecciones locales que no eran de su incumbencia, en el único candidato a alcalde y gobernador oficialista en las pasadas elecciones. Al intentar concentrarlas en su persona, al adulterar su descentralizado sentido, vendía por anticipado la interpretación de que eran en verdad un plebiscito sobre su liderazgo nacional, y que un triunfo en ellas sería la base de la campaña reeleccionista. Más que desconfianza en la capacidad de sus candidatos locales (razonable, como se viera, en los casos de Cabello, Chacón, Di Martino, Istúriz, Silva, etc.) era la necesidad de tal plataforma reeleccionista lo que lo llevaba a asumir el único papel protagónico. Los cientos de candidatos del PSUV no pasaron nunca de ser relleno (no sanitario), extras de la película.

Pero una tercera función de esta nueva campaña urgentísima por la perpetuación de HacheChé en el poder es la de atemorizar y desconcertar a la oposición, distrayéndola del foco principal en las venideras y verdaderamente estratégicas elecciones de Asamblea Nacional (diciembre de 2010) y poniéndola a correr y a cometer errores. Es encomiable, por caso, el valiente y claro llamado de Jon Goikoetxea a vencer la pretensión continuista; tiene razón al estimar que el despropósito presidencial será derrotado. Pero carece de ella cuando convoca a los gobernadores y alcaldes opositores para que se sumen como protagonistas de la cruzada. Reporta El Universal: “Los gobernadores y alcaldes electos tendrán un papel importante que jugar, según el líder estudiantil”. Dijo Goikoetxea: “Ya estamos dispuestos a empezar, hay que hacerlo en coordinación con los representantes recientemente electos, porque tienen la legitimidad y la obligación; los escogimos no sólo para ser buenos gobernadores y alcaldes, sino para tomar la delantera en este proceso, para que sean voceros y defensores de la libertad en Venezuela”. Es una interpretación fundamentalmente equivocada. De nuevo, si se criticaba a HacheChé porque quiso nacionalizar unas elecciones de ámbito local, resultaría inconsistente que ahora se convoque a gobernantes estadales y municipales a involucrarse en la inminente confrontación. En realidad, bastará en este caso argumentarle clara y sencillamente al enjambre ciudadano los obvios inconvenientes de la pretensión de HacheChé. Es ese conglomerado inteligente el que, en las urnas, serenamente, fuera del escenario épico que el gobierno quiere construir y algunos opositores aceptan, volverá a negar el continuismo.

………

No será necesario, tampoco, gastar guáimaros en una discusión de corte legal, a pesar de que se tenga la razón en este terreno. El gobierno cuenta con una mayoría obsecuente en la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, que ya amputó el sentido del Artículo 42 de la Constitución en su decisión 1.265 del pasado 5 de agosto, para dar pie a la inhabilitación inconstitucional abanderada por el Contralor General. Por más que la Constitución diga en su Artículo 345 que “La iniciativa de reforma constitucional que no sea aprobada, no podrá presentarse de nuevo en un mismo período constitucional a la Asamblea Nacional”, por más que la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política diga en su Artículo 193 que “En todo caso, si la materia objeto de un Referendo fuere rechazada por el pueblo, no podrá presentarse de nuevo durante los dos (2) años siguientes”, ya juzgará esa retorcida Sala, como ha adelantado el diputado Carlos Escarrá, luminaria del sofisma jurídico, que el procedimiento de enmienda es una vía distinta de una reforma, y por tanto la prohibición constitucional no sería aplicable en este caso. No vale la pena distraerse en una discusión jurídica.

Más aún, ya la Presidenta del TSJ y de su Sala Constitucional ha sentado una doctrina que contradice a la Constitución en el fondo del asunto. Al decidir sobre recurso intentado el 26 de marzo de este año (expediente No. 08-0341) por el abogado en ejercicio Luis Hueck Henríquez, Luisa Estella Morales Lamuño recordó así jurisprudencia previa (sentencia Nº 1.488 de la Sala Constitucional del 28 de julio de 2006): “la Sala reitera que la reelección no es tan sólo un derecho individual por parte del pasible de serlo, sino que además es un ‘(…) derecho de los electores a cuyo arbitrio queda la decisión de confirmar la idoneidad o no del reelegible, y que al serle sustraída dicha posibilidad mediante una reforma realizada por un poder no constituyente, se realizó un acto de sustracción de la soberanía popular, quedando dicha posibilidad de forma exclusiva, y dentro de los límites que impone a todo poder los derechos humanos, inherentes a la persona humana, al poder constituyente, el cual basado en razones de reestructuración del Estado puede imponer condiciones o modificar el ejercicio de derechos en razón de la evolución de toda sociedad así como de la dinámica social. (…) No puede entonces, alterarse la voluntad del soberano, por medio de instrumentos parciales y que no tengan su origen en el propio poder constituyente, es a él al cual corresponde la última palabra, teniendo como se ha dicho como único límite, los derechos inherentes a la persona humana y derivados de su propia dignidad  (…)’.”

La Constitución, naturalmente, no es un instrumento parcial; es la ley totalmente fundamental de la República, y fue además establecida por el Poder Constituyente Originario, en referéndum aprobatorio del 15 de diciembre de 1999. Esto es, fue el propio Poder Constituyente quien promulgara la limitación a la reelección presidencial en el Artículo 230 de la Constitución, que ahora se pretende enmendar.

Puede admitirse, por supuesto, que el Soberano debe preservar su derecho absoluto de reelegir a quién le dé la gana cuantas veces quiera; para eso es Soberano. Pero lo que esta misma Corona estimó saludable estipular en 1999—en “la mejor Constitución del mundo”, decía HacheChé entonces—es que el Presidente de la República no fuera más de una vez reelegible. Sabiamente, consideró que el Primer Magistrado de la Nación dispone de mucho poder y recursos muy considerables, que hacen verdaderamente asimétrica y ventajosa su participación como candidato en una contienda electoral. Y eso que todavía entonces no habíamos sido testigos del más obsceno y abusivo ventajismo de presidente alguno en nuestra historia, como es el dirigido de modo tan pertinaz por HacheChé.

A pesar de estas cosas, se reitera, no vale la pena enredarse en esta discusión con unos magistrados que decidirán complacientes con la voluntad de HacheChé. Lo mejor es no involucrarlos, lo mejor es ignorarlos, lo mejor es no darles vela en este entierro; que se queden expectantes por un protagonismo que no les alcance.

Tampoco conviene embarcarse en aventuras competidoras, como la propuesta de introducir aceleradamente por iniciativa popular la enmienda alterna de recortar el período presidencial y prescribir una segunda vuelta electoral. Por una parte, se trataría de desempolvar una iniciativa de Primero Justicia (sobre redacción de Juan Manuel Raffalli) en 2002, que nunca agarró vuelo (se proponía entonces, ilusamente, que la acogiera la Asamblea Nacional). Por otra parte, nada podría competir con el apuro de la enmienda de HacheChé, que ha ordenado se introduzca por la expedita vía de, justamente, la Asamblea Nacional.

Lo que hay que hacer es recoger el guante, aceptar el insolente desafío y derrotar la indemocrática pretensión con nuestros votos. Volver a decir no sin que quepa la menor duda.

………

A lo que estamos enfrentados es a un nuevo acto referendario, el quinto de nuestra corta historia a ese respecto, que busca abrir las puertas a la perpetuación en el poder del actual y muy concreto Presidente de la República.

Las oscilaciones—la “volatilidad”, se diría en estos tiempos de agitación bursátil—en el planteamiento de la cosa dan cuenta de las dudas que en el propio seno del PSUV suscita la obsesiva terquedad de HacheChé. Primero, él mismo prometió—¿cuánto vale su palabra de hombre?—que no promovería la enmienda. A los pocos días de que dijera esto, dejando magnánimamente que el PSUV y el pueblo (en ese orden) rumiaran si convenía promoverla, el Vicepresidente de ese partido, el oportunista Alberto Müller Rojas, declaró que el asunto de la enmienda no estaba planteado en el seno de la organización. Al señalársele que algún poetastro gobernador oriental ya se hallaba en campaña por la enmienda, Müller Rojas expuso que era él quien mandaba en el PSUV. Media hora después de ese atrevimiento, el jefe máximo del partido lo contradecía y se contradecía a sí mismo, al ordenar la operación “Uh, Ah, HacheChé no se va”. En sus palabras mostraba desfachatadamente su aberrante concepción de la democracia: “Les doy mi autorización al Partido Socialista Unido de Venezuela y al pueblo venezolano [en ese orden] para que inicien el debate para la enmienda constitucional, para que tomen las acciones que haya que tomar para lograrlo. Sí lo vamos a lograr, vamos a demostrar quién manda en Venezuela”. Ahora, pues, no es el pueblo quien autoriza al mandatario; ahora somos nosotros quienes debemos solicitar su majestuosa autorización, su real permiso.

A continuación pareció que se adoptaría la ruta de la iniciativa popular—15% de los electores—y se buscaría recolectar, en tiempo récord, más de dos millones y medio de firmas para forzar el referéndum necesario de modo perentorio. Pero esta posibilidad hizo que la dirigencia del PSUV se sintiera en posición harto incómoda. Ella sabía que la tarea no sería nada fácil, aunque el 23 de noviembre un total de cinco millones y medio de votos fueron hacia sus candidatos a gobernaciones y alcaldías. Sin que la oposición hiciera nada al respecto, se hubiera formado un efecto de “lista de Tascón al revés”. No habría entre los partidarios del gobierno demasiados que quisieran dejar registradas para la historia sus firmas de apoyo a una pretensión continuista y dinástica. De allí que rápidamente se salieran de la suerte, pasándole la pelota a los sigüises de la Asamblea Nacional. “La iniciativa parlamentaria permitiría ahorrar tiempo y dinero”, dijo un vocero del PSUV. Minutos más tarde HacheChé confirmó la cosa: “La vía de la Asamblea Nacional tiene una ventaja, que es más rápida”. Ése es el producto de una “deliberación” de diez días.

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HacheChé se encamina al suicidio. Es su solución al desasosiego de sus más recientes madrugadas. Ya no golpea puertas—al menos no se observa que lo haya hecho con las manos—pero lleva en el alma las sucesivas derrotas, las del 2 de diciembre de 2007 y el 23 de noviembre de 2008, la disolución de su coartada favorita con la elección de Barack Obama en los Estados Unidos y la angustia de un posible empeoramiento definitivo de las finanzas públicas, ya debilitadas. (Sobre esto último no hay total seguridad: sigue mermando, por razones estructurales, la oferta energética mundial a un ritmo de entre 6 y 7% por año, como ha destacado el Brujo de Los Palos Grandes. Uno de los efectos de la muy marcada disminución de los precios del petróleo es la reducción de los esfuerzos exploratorios y el desarrollo de costosas fuentes alternas. Así, Larry Nichols, ejecutivo jefe de Devon Energy, una de las más grandes compañías estadounidenses de exploración, ha anticipado: “Las compañías de petróleo y gas van a cortar significativamente sus presupuestos para el próximo año”, y varios expertos piensan que la caída resultante—la exploración en áreas como Montana y Colorado pudiera reducirse tanto como en 40%—haría que los precios de la energía subieran a un nuevo pico el año que viene, según TIME Magazine).

HacheChé se dirige al suicidio. No sólo es que los estudiosos de la opinión han reportado que su derrota del 2 de diciembre de 2007 tuvo que ver fundamentalmente con la vigésima primera proposición del rechazado “bloque A” del proyecto de reforma constitucional—Artículo 230: Sobre el periodo presidencial. Se modifica de 6 a 7 años. Se retiran los límites para ser reelegido—, sino que prácticamente todas las encuestas realizadas en 2008 registran una mayoría de repudio popular (al menos las dos terceras partes de los electores) a tal posibilidad. Su posición no ha mejorado, y las groseras agresiones contra los gobernadores y alcaldes electos de oposición—que además de vulnerarlos con el despojo de instituciones y equipos buscan desaparecer evidencias de manejos indebidos—tampoco lo favorecen, pues en último término son el desconocimiento de la voluntad electoral, un evidente irrespeto al pueblo.

HacheChé va directo al suicidio. Esta vez ya no se trata de trescientas y tantas elecciones estadales y municipales. Ahora se trata de una sola votación, de un solo artículo—”Va a ser muy sencilla: un sólo artículo, más nada, un sólo artículo”, decía, y explicaba que bastaba suprimir en el Artículo 230 de la Constitución la frase “y por una sola vez”—; la cosa no será entendida como la promulgación de un principio abstracto, sino como la muy concreta pregunta de si queremos que HacheChé tenga la posibilidad de seguir mandando después de febrero de 2013. Es decir, el efecto práctico del referéndum al que planea someternos es que, cuando el pueblo vuelva a decirle que no, le estará extendiendo un preaviso de cesantía. Ninguna deslegitimación pudiera ser más brusca.

El Brujo de La Florida ha alertado sobre ese desenlace, y ha especulado que subconscientemente HacheChé lo busca, como pretexto para renunciar y dejar así la muy complicada situación del Estado venezolano en manos de un opositor que se las vería negras para componerla y fracasaría en el intento. Entonces, deliran algunas neuronas extraviadas de Hacheché, él podría regresar como salvador de la Nación.

En todo caso, debemos saber que esa derrota de HacheChé, si le impele a la renuncia, configuraría una falta absoluta del Presidente de la República, que producida antes de enero de 2011 forzaría constitucionalmente una elección presidencial en treinta días. ¿Estamos preparados para eso?

LEA

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FS #223 – Justo enfrente

Fichero

LEA, por favor

Esta Ficha Semanal #223 de doctorpolítico, y la de la semana siguiente, reproducen la traducción del Resumen Ejecutivo del estudio Tendencias Globales 2025 – Un mundo transformado, del Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, dado a la luz a fines del mes pasado. Este consejo es una estructura de análisis y recomendaciones a mediano y largo plazo para la comunidad de los servicios de inteligencia estadounidenses, como la Agencia Nacional de Seguridad, la CIA, el FBI y otras agencias, como las propias de cada rama de sus fuerzas armadas.

El informe en cuestión es el cuarto intento del Consejo para “identificar los motores clave y los desarrollos que probablemente den forma a los eventos durante una década o algo más en el futuro”. En este caso, se trata de un lapso de diecisiete años, que va desde hoy hasta el año 2025, aunque en uno que otro punto la proyección se extiende hasta la mitad de la centuria e incluso hasta el término de la misma. Otros famosos intentos predictivos han sido algo más extensos en el tiempo; los más notables fueron dos intentos del Instituto Hudson, antaño dirigido por su fundador, el analista de defensa convertido en futurólogo, Herman Kahn (quien dictó un seminario en Caracas en el año de 1977). En primer término, The Year 2000, publicado en 1967 y, luego, The Next 200 Years, editado para el bicentenario de la independencia de los Estados Unidos en 1976. Kahn murió a los sesenta y un años de edad en 1983, suficientemente antes de que se vencieran los plazos de su predicción, de forma que no pudiera echársele en cara algún desacierto.

Diecisiete años, el lapso que nos separa del año 2025, se van en un abrir y cerrar de ojos. Seguramente estarán cargados de acontecimientos significativos; a los pocos días de la publicación del interesante informe, con posterioridad a la elección de Barack Obama como cuadragésimo cuarto Presidente de los Estados Unidos, una cepa terrorista mutante sometía a la ciudad de Mumbai (Bombay) a un asedio de horror, y la crisis económica mundial continuaba su despliegue inexorable. (En términos estadísticos oficiales, se conoció ayer que la recesión económica de los Estados Unidos se había iniciado ya en diciembre de 2007).

Es muy interesante que el Consejo de Inteligencia Nacional de los Estados Unidos admita sin ambages que la supremacía estadounidense está en declive; se trata, a fin de cuentas, de un órgano del gobierno federal de ese país que emite su opinión cuando aún no ha cesado el peculiar gobierno de George W. Bush, el que actuó durante ocho años como si los Estados Unidos fuesen el dueño del mundo. Global Trends 2025 – A Transformed World, expresa la convicción de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos sobre la multipolaridad del mundo que vivimos. Se trata de un muy importante cambio en la percepción del primer país del planeta.

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Justo enfrente

El sistema internacional—tal como fuera construido luego de la Segunda Guerra Mundial—será casi irreconocible para 2025, debido al surgimiento de potencias emergentes, una economía globalizadora, una transferencia histórica de riqueza relativa y poder económico de Occidente a Oriente y la creciente influencia de actores no estatales. Hacia 2025, el sistema internacional será uno global y multipolar, al continuar estrechándose las brechas de poder nacional entre países desarrollados y en desarrollo. Junto con el desplazamiento de poder entre las naciones-estado, está aumentando el poder relativo de varios actores no estatales, que incluyen empresas, tribus, organizaciones religiosas y redes criminales. Los jugadores están cambiando, pero también cambian el alcance y amplitud de problemas transnacionales que son importantes para la continuidad de la prosperidad global. Un crecimiento económico potencialmente desacelerado, poblaciones que envejecen en el mundo desarrollado, el aumento de limitaciones en energía, alimentación y agua, y las preocupaciones acerca del cambio climático limitarán y disminuirán lo que todavía será una era de prosperidad sin precedentes en la historia.

Históricamente, los sistemas multipolares emergentes han sido más inestables que los bipolares o unipolares. A pesar de la reciente volatilidad financiera—que pudiera terminar acelerando muchas de las actuales tendencias—no creemos que nos encaminamos hacia un colapso total del sistema internacional—como ocurrió en 1914-1918 cuando se detuvo una fase precoz de globalización. Pero los próximos veinte años de transición hacia un nuevo sistema estarán cargados de riesgos. Las rivalidades estratégicas girarán probablemente en torno al comercio, las inversiones y la innovación y adquisición de tecnologías, pero no podemos descartar un escenario, al estilo del siglo XIX, de carrera armamentista, expansión territorial y rivalidad militar.

Es ésta una historia sin desenlace claro, como lo ilustra una serie de viñetas que empleamos para hacer el mapa de nuestros futuros divergentes. Aunque los Estados Unidos probablemente seguirán siendo el actor individual más poderoso, su fuerza relativa—incluso en el reino de lo militar—declinará, y su influencia estará más constreñida. Al mismo tiempo, no es claro hasta dónde otros actores—tanto estados como no estatales—estén dispuestos a asumir una carga recrecida o podrán soportarla. Los hacedores de políticas y los públicos tendrán que absorber una creciente exigencia de cooperación multilateral, cuando el sistema internacional sea presionado por la incompleta transición de un viejo orden a uno nuevo todavía en formación.

El crecimiento económico como combustible del surgimiento de jugadores emergentes

En términos de tamaño, rapidez y dirección del flujo, la transferencia actual de riqueza y poder económico en el globo—en términos gruesos, de Occidente a Oriente—no tiene precedentes en la historia moderna. Este desplazamiento se deriva de dos fuentes. Primera, los aumentos en los precios del petróleo y otras materias primas han reportado ingresos extraordinarios para los países del Golfo y Rusia. Segunda, costos bajos que se combinan con políticas gubernamentales han desplazado el locus de la manufactura y ciertas industrias de servicios al Asia.

Las proyecciones de crecimiento para Brasil, Rusia, India y China indican que en conjunto alcanzaran la participación original del G-7 en el producto bruto global entre 2040 y 2050. China está en posición de tener más impacto sobre el mundo en los próximos veinte años que cualquier otro país. Si persisten las tendencias actuales, China tendrá la segunda economía del mundo y será una potencia militar líder. También pudiera ser el mayor importador de materias primas y el primer contaminador. Probablemente, India continuará disfrutando un crecimiento económico relativamente rápido, y pujará por un mundo multipolar en el que Nueva Delhi sea uno de los polos. China e India deberán decidir el punto hasta el que están dispuestos a desempeñar un creciente papel global y estén en capacidad de hacerlo, y cómo se relacionarán entre sí. Rusia tiene el potencial para ser más rica, más poderosa y más segura de sí misma en 2025. Si invierte en capital humano, expande y diversifica su economía y se integra a los mercados mundiales, hacia 2025 Rusia podría jactarse de un producto doméstico bruto que se aproxime al del Reino Unido y Francia. Por otra parte, Rusia pudiera experimentar una declinación significativa si deja de tomar esos pasos y los precios del petróleo y el gas permanecen en el rango de US$ 50-70 por barril. No hay ningún otro país que se proyecte surja hasta el nivel de China, India o Rusia, y es probable que ninguno se aproxime a su influencia global. Esperamos, sin embargo, ver el aumento de poder político y económico de otros países, tales como Indonesia, Irán y Turquía.

Por su mayor parte, China, India y Rusia no están siguiendo el modelo liberal occidental de autodesarrollo, sino que emplean un modelo diferente, el “capitalismo de Estado”. Éste es un término vago que se emplea para describir un sistema de gestión económica que concede al Estado un papel prominente. Otras potencias emergentes—Corea del Sur, Taiwan y Singapur—también han usado el capitalismo de Estado para desarrollar sus economías. No obstante, el impacto de China en el recorrido de este camino es potencialmente mucho mayor, debido a su escala y su aproximación a la “democratización”. A pesar de esto, seguimos siendo optimistas en cuanto a las posibilidades a largo plazo de una mayor democratización, aun cuando los progresos sean probablemente lentos y la globalización sujete a muchos países recientemente democratizados a un aumento de las presiones sociales y económicas, que pudieran minar las instituciones liberales.

Muchos otros países se quedarán más rezagados económicamente. El África Subsahariana seguirá siendo la región más vulnerable a las interrupciones económicas, el conflicto civil y la inestabilidad política. A pesar de una creciente demanda global de materias primas de las que el África Subsahariana sería un suplidor principal, no es probable que las poblaciones locales experimenten ganancias económicas significativas. Las ganancias extraordinarias provenientes de aumentos sostenidos en los precios de las materias primas pueden atrincherar más aún a gobiernos corruptos o mal equipados en varias regiones, disminuyendo las perspectivas de reforma basada en la democracia y los mercados. Aunque muchos de los principales países de América Latina se habrán convertido en potencias de ingreso mediano para 2025, otros, particularmente países tales como Venezuela y Bolivia, que han asumido políticas populistas por tiempo prolongado, se rezagarán, y algunos, como Haití, se habrán hecho aun más pobres e ingobernables. En conjunto, América Latina continuará a la zaga de Asia y otras áreas de rápido crecimiento en términos de competitividad económica.

Asia, África y América Latina serán responsables de virtualmente todo el crecimiento de población de los próximos veinte años; menos de tres por ciento del crecimiento ocurrirá en Occidente. Europa y Japón continuarán aventajando grandemente a las potencias emergentes de China e India en riqueza per cápita, pero tendrán que luchar para mantener tasas de crecimiento robustas, puesto que decrecerá el tamaño de sus poblaciones activas. Los Estados Unidos serán una excepción parcial al envejecimiento de las poblaciones en el mundo desarrollado, porque experimentarán mayores tasas de natalidad y más inmigración. Aumentará el número de emigrantes que buscarán moverse de países desaventajados a países relativamente privilegiados.

Se estima que el número de países con estructuras de edad jóvenes en el actual “arco de inestabilidad” declinará por tanto como 40 por ciento. Tres de cada cuatro países de juventud abultada que persistirán estarán localizados en el África Subsahariana, y prácticamente todo el resto en el núcleo del Oriente Medio, dispersos a través del sur y el centro de Asia y en las islas del Pacífico.

Nueva agenda transnacional

El tema de los recursos alcanzará preeminencia en la agenda internacional. Un crecimiento económico sin precedentes—positivo en muchos aspectos—continuará ejerciendo presión sobre varios recursos estratégicos, incluyendo energía, alimentos y agua, y se pronostica que agoten los recursos fácilmente disponibles en algo más que una década. Por ejemplo, la producción, fuera de la OPEP, de hidrocarburos líquidos—petróleo, crudo, líquidos del gas natural y fuentes no convencionales (como las arenas bituminosas)—no crecerán al ritmo de la demanda. Ya está declinando la producción de muchas fuentes tradicionales de energía. En otras partes—China, India y México—la producción se ha nivelado. Escasearán los países con capacidad de producción significativamente creciente; la producción de petróleo y gas estará concentrada en áreas inestables. Como resultado de estos y otros factores, el mundo se encontrará en medio de una fundamental transición energética del petróleo hacia el gas natural, el carbón y otras alternativas.

El Banco Mundial estima que la demanda de alimentos crecerá en 50 por ciento para 2030, como resultado de una población mundial creciente, una prosperidad en aumento y el desplazamiento hacia preferencias dietéticas occidentales de una mayor clase media. La falta de acceso a suministros estables de agua está alcanzando proporciones críticas, particularmente para propósitos agrícolas, y el problema empeorará a causa de una rápida urbanización en todo el mundo y de añadir alrededor de 1.200 millones de personas durante los próximos veinte años. Hoy en día, los expertos consideran que hay veintiún países, que tienen una población combinada de 600 millones de habitantes, con escasez de tierra cultivable y agua fresca. Debido al continuo crecimiento de la población, se estima que otros treinta y seis países, con una población total de 1.400 millones de personas, caerán en esa categoría de aquí a 2025.

Se espera que el cambio climático exacerbe la escasez de recursos. Aunque el impacto del cambio climático variará según la región, un cierto número de regiones comenzará a sufrir efectos dañinos, particularmente la escasez de agua y la pérdida de producción agrícola. Es probable que las diferencias regionales en producción agrícola se hagan más pronunciadas con el tiempo, con una declinación desproporcionadamente cargada sobre países en desarrollo, principalmente los del África Subsahariana. Se espera que las pérdidas agrícolas crezcan con el tiempo, con impactos substanciales predichos por la mayoría de los economistas para fines de este siglo. Para muchos países en desarrollo, un producto agrícola disminuido será devastador, pues la agricultura representa una mayor proporción de sus economías y muchos de sus ciudadanos viven cerca de los niveles de subsistencia.

Una vez más, nuevas tecnologías pudieran proveer soluciones, tales como alternativas viables a los combustibles fósiles o medios para vencer las limitaciones de los alimentos y el agua. Sin embargo, todas las tecnologías actuales son inadecuadas para reemplazar la arquitectura energética tradicional a la escala requerida, y probablemente no habrá nuevas tecnologías energéticas que sean comercialmente viables o generalizadas para 2025. El ritmo de la innovación tecnológica será crucial. Aun con una política favorable y financiamiento para los biocombustibles, el carbón limpio o el hidrógeno, la transición a los nuevos combustibles será lenta. Históricamente, las principales tecnologías tienen un “retraso de adopción”. Un estudio reciente ha encontrado que, en el sector energético, se consume un promedio de veinticinco años para adoptar ampliamente una nueva tecnología de producción.

A pesar de que sea hoy visto como poco probable, no podemos descartar la posibilidad de una transición energética que evitaría los costos de una reparación de la infraestructura de energía. La más grande de las posibilidades para una transición relativamente rápida y barata durante el período vendría de mejores fuentes de energía renovable (fotovoltaica y eólica), así como de mejoras en la tecnología de baterías. Con muchas de estas tecnologías, la valla del costo de infraestructura de los proyectos individuales sería más baja, permitiendo que muchos actores económicos pequeños desarrollen sus propios proyectos de transformación energética para el servicio directo de sus intereses—por ejemplo, celdas de combustible estacionarias para alimentar hogares y oficinas, recarga de automóviles de planta híbrida, y venta de energía reciclada a la red. Del mismo modo, los esquemas de reconversión energética—tales como planes de generar hidrógeno para celdas de combustible a partir de electricidad en los garajes domésticos—pudieran eludir la necesidad de desarrollar una compleja infraestructura de transporte de hidrógeno.

Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos

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LEA #313

LEA

El Vicepresidente Electo de los Estados Unidos, Joe Biden, predijo antes del 4 de noviembre que no pasarían seis meses sin que el liderazgo de Barack Obama fuera puesto a prueba por una crisis internacional. En su momento, esa declaración fue considerada un imprudente desliz típico de Biden—la campaña de McCain intentó hacer mucho del episodio—, pero ahora, con los dramáticos acontecimientos en India, parece que la prueba ha comenzado aun antes de la toma de posesión de Obama. Hawai, Bombay, dice la letra de una canción del grupo Mecano; en Hawai nació Obama, en Bombay (ahora conocida como Mumbay) pereció ayer al menos un centenar de personas y tres centenares resultaron heridos, como consecuencia de un racimo de ataques terroristas simultáneos. A diferencia de ataques anteriores, que usualmente afectaron en mayor medida a ciudadanos indios, los blancos preestablecidos eran nacionales estadounidenses y británicos. (Bush y Blair).

Los movimientos terroristas del siglo XXI han mostrado su plasticidad táctica; ya lo hizo con dimensiones épicas al Quaeda el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, cuando una impensable afrenta al orgullo de los Estados Unidos fue sentida del mismo modo insultante por la mayoría de los habitantes del planeta. La escala y la meticulosa planificación de los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono fue una sorpresa mayúscula para el mundo entero.

En Mumbay, de nuevo, se pone de manifiesto una planificación detallada y una escala desusada. Aunque India ha sufrido, desde hace dos años, la terrible táctica de ataques simultáneos, el número de los de ayer, el arsenal desplegado por los atacantes y los blancos que éstos escogieron, dan cuenta de una cepa terrorista mutante. Una organización hasta ahora desconocida (Deccan Mujaheddin) se ha atribuido la paternidad de los atentados, y se presenta como jihadista, esto es, como islámica radical. Si antes se detonaba a distancia explosivos colocados en vehículos, el masivo ataque de ayer en Mumbay fue perpetrado por jóvenes terroristas suicidas.

India, naturalmente, pero también los Estados Unidos están siendo exigidos por una nueva ola terrorista, que incluye el secuestro de supertanqueros por eficaces piratas africanos. Los atacantes de Mumbay llegaron del mar, según explicó R.R. Patil, ministro de seguridad interna del estado indio de Maharashtra. La sofisticación de los terroristas se puso de manifiesto en la toma de rehenes en dos grandes hoteles—y un centro de judaísmo ultra ortodoxo (Chabad Lubavitch)—, en medio de los cuales está ubicada la sede de la Bolsa de Mumbay, ciudad que es el corazón y la capital económica de la India.

Hawai, Bombay. No le es fácil al mundo, sea occidental o hinduista, recibir horrores tan espantosos como el que conmoviera ayer al segundo país más poblado del mundo.

LEA

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