Ayer sábado los dirigentes opositores volvieron a la mágica «calle» para un enésimo ensalme ritual que mantenga alineada a su clientela política, poco después de la reorganización de la Mesa de la Unidad Democrática. La convocatoria fue emitida por Leopoldo López, quien aparece de primero en las encuestas como líder de la oposición, al igual que su partido, Voluntad Popular. Los más recientes registros así lo certifican; por ejemplo, el de Datanálisis—en estudio sufragado por Henri Falcón—y el de Hercon, en enero y febrero respectivamente:
¿Cómo respondió la clientela a la convocatoria del principal líder y el principal partido? Reporta El Universal con apoyo en la agencia española de noticias, EFE:
Cientos de venezolanos seguidores del dirigente preso Leopoldo López marcharon este sábado 18 de febrero en Caracas para pedir su liberación cuando se cumplen tres años de su encarcelamiento y a dos días de que el TSJ reafirmara la condena de casi 14 años de cárcel por haber pronunciado discursos que promovieron violencia. La marcha salió de varios puntos de la capital venezolana que, aunque no convocó a miles, contó con la presencia de militantes del partido liderado por López, Voluntad Popular (VP), familiares de opositores presos y dirigentes de otras organizaciones políticas. (…) En esta manifestación también participó el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Julio Borges, que marchó junto a dirigentes y diputados del partido Primero Justicia, así como el diputado Henry Ramos Allup, que estuvo acompañado de militantes de Acción Democrática (AD), según reseñó Efe.
Es decir, una asistencia verdaderamente magra en el consabido escenario del este caraqueño: «La movilización comenzó a las 9:00 a.m en cuatro puntos de la ciudad capital: la plaza Brión de Chacaíto, Parque del Este, Santa Fe y Caurimare; y tendrá como punto final la autopista Francisco Fajardo, a la altura del Distribuidor Altamira». El mismo periódico registró las declaraciones del muy feliz Presidente (en desacato) de la Asamblea Nacional:
El Presidente de la Asamblea Nacional (AN), Julio Borges, aseguró este sábado que “el voto es la única forma que tiene el país para lograr la liberación de los presos políticos y salir de la crisis económica, política y social”. (…) Manifestó también que “solo votando se logrará un cambio en el país, para liberar a los venezolanos de toda esta grave situación por la que están pasando, la libertad del país solo se va a lograr a través del voto y por eso exigimos al CNE publicar el cronograma electoral”. (…) Para finalizar, el diputado expresó que Venezuela quiere y exige elecciones ya. “Seguiremos en las calles diciéndole al Gobierno y al Consejo Nacional Electoral que no descansaremos y seguiremos luchando por la libertad de todos los presos políticos y por la libertad de los venezolanos”.
¿Y la cesación del gobierno de Maduro que su predecesor postuló como «compromiso no transable» de la Asamblea Nacional? Bien, gracias. ¿Qué pasó con la declaratoria de abandono del cargo detentado por Maduro? No hablemos de eso; la cosa ahora es el cronograma electoral y, como sabemos, ese cronograma sólo incluye las elecciones de gobernadores y alcaldes que están en mora—por eso «exigimos al CNE publicar el cronograma electoral”—y las presidenciales de 2018. O sea, la normalidad, porque como dice Ángel Oropeza, «Este país no está desesperanzado sino urgido de que le digan para dónde ir». Bueno, los más importantes líderes de la MUD le dijeron que fuera ayer al Distribuidor Altamira de la autopista Francisco Fajardo… y el país no fue. LEA
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Amigo Luis Enrique. Su último párrafo describe mis pensamientos al revisar las noticias esta mañana. De hecho, así lo pensé, todo está «normal».
Es la normalidad que sinteticé en abril del año pasado así: «El país que sufre agudos dolores y privaciones está atrapado en la tenaza de la perniciosidad del gobierno y la incompetencia de la oposición». (Etiqueta negra). En 2012 me extendí algo más sobre el mismo diagnóstico: «Y ésa es la tragedia política de Venezuela: que sufre la más perniciosa dominación de nuestra historia—invasiva, retrógrada, ideologizada, intolerante, abusiva, ventajista—mientras los opositores profesionales se muestran incapaces de refutarla en su discurso y superarla, pues en el fondo emplean, seguramente con mayor urbanidad, el mismo protocolo de política de poder afirmada en la excusa de una ideología cualquiera que, como todas, es medicina obsoleta, pretenciosa, errada e ineficaz. Su producto es mediocre». (Las élites culposas). Es la normalidad de lo anormal; basta ver la felicidad en el rostro de Julio Borges.
LEA
No logro entender, sin ánimo reduccionista, sino de empezar por el simple principio, cómo es que no podemos ni siquiera acordar dos premisas incuestionables por su realismo, sentido de justicia y eficacia para el mejoramiento social su organización y generación de riqueza, que fueron norte de un constructor social como el Sr. Eugenio Mendoza:
-La riqueza no es un fin en sí mismo. Con ella la tarea no está terminada. Es necesario que una parte sustancial se oriente a solucionar los más urgentes problemas de la comunidad. No es suficiente crear industrias y generar empleo, es necesario patrocinar programas de acción social y dar parte de nuestras experiencias y de nuestros recursos a las instituciones que los llevan a cabo. (Diciembre 3 de 1.974).
-Es necesario crear una mística por el trabajo para que todos participemos en una acción constante de creación y construcción. Trabajar con eficiencia es siempre difícil, pero es la única forma como los pueblos se han impuesto y es la única manera con la cual contamos para sacar adelante esta tierra nuestra. (Noviembre 13 de 1.976).
Sobre todo si nos detenemos por un momento a pensar que los recursos y las ventajas comparativas de Venezuela son suficientes para, adecuadamente trabajadas, satisfacer las exigencias de las distintas ideologías políticas que por ahora se mantienen, y de las necesidades de las diferentes clases sociales existentes.
¿Doscientos años insistiendo en la misma receta política y continuamos en el mismo punto no son suficientes?
Me parece que el problema es una falta de amplitud para entender lo anterior y un egoísmo exacerbado, cuyas causas hay que solventar con una política moderna y de altura de miras. Estoy totalmente de acuerdo con que el país espera a que le indiquen por dónde ir. Las mediciones que muestras son más que explícitas.
Saludo
Gracias, Orlando, por tu nueva participación. En verdad, incluí la declaración de Oropeza con intención irónica, para destacar que la convocatoria de una enésima marcha el pasado sábado fue un claro fracaso.
No creo que «el país» está a la espera de que se le diga por dónde debe ir. Los países se hacen solos, no hay «proyectos de país»; el problema no es el país, es el Estado. (En el programa #198 de Dr. Político en RCR me referí a tan equivocado concepto de «proyectos de país»). Puede también ser de tu interés la lectura en este blog de Mitología proyectiva. (26 de abril de 2011).
Y también, aunque Oropeza—la nueva «cabeza estratégica» de la MUD—lo niegue, hay mucha desesperanza y ella crece por saltos; la suspensión de la señal de CNN el miércoles de la semana pasada es el más reciente. Desde una lectura tan equivocada como la que Oropeza nos ha regalado apenas estrenando su nueva posición, es imposible diseñar una estrategia correcta. En ella se cuela la perniciosa idea de que el liderazgo político debe conducir a la ciudadanía, que los jefes de Estado son «conductores de pueblos»; lo que debe hacer ese liderazgo es fabricar soluciones a los problemas de carácter público e implementarlas desde los aparatos ejecutivos de gobierno, o algo como la salida de Maduro con acciones eficaces y correctas; la declaratoria de «abandono del cargo», por lo demás absurda, no es una de ellas.