¿Una constituyente «obrera»?

 

Debe estar extáticamente feliz la gente de la Alianza Nacional Constituyente—Enrique Colmenares Finol, Felipe Pérez Martí, Blanca Rosa Mármol—, pues se han ahorrado el trabajo de convocar una asamblea constituyente; deben sentirse reivindicados Raúl Isaías Baduel, que la propuso a fines de 2007 en su libro Mi solución, y Manuel Rosales, también el 25 de septiembre de ese mismo año: “Yo creo que, definitivamente, en Venezuela, después de este referendo constitucional hay que pensar seriamente en la realización de una Asamblea Nacional Constituyente porque es la refundación y la reconciliación del país”. (Se refería al referendo que iba a celebrarse el 2 de diciembre y que terminaría con el rechazo a los proyectos de reforma constitucional que introdujeron a consideración popular la Presidencia de la República y la Asamblea Nacional de la época). Especialmente vindicado debe sentirse Herman Escarrá, pues él proponía una constituyente desde fines de 2002, a sólo tres años de la de 1999 en la que fue diputado ¡para salir de Chávez! (La asociación civil Súmate sometió su idea, junto con otras posibilidades, a los ciudadanos que debimos firmar ocho planillas a comienzos de 2003). Nicolás Maduro acaba de resolverles la cosa a todos ellos, según anuncio «histórico» de hoy que a su vez había anunciado y preanunciado; ya no tendrán que hacer más esfuerzos. De nuevo en mitin oficialista en la Avda. Bolívar, dijo esto hoy:

Tal como unos cuantos dirigentes opositores, Maduro parece no tener claros ciertos conceptos. Por ejemplo, cuando dice que va a convocar al Poder Constituyente Originario. Lo que va a convocar es la elección de unos diputados constituyentes; sólo después de que éstos completen la redacción de un nuevo texto constitucional el Poder Constituyente Originario se pronunciará a favor o en contra de su trabajo. De modo no demasiado claro, por otra parte, pareció identificar «clase obrera» (a la que pertenece) y Pueblo, cuando éste es el conjunto de todos los ciudadanos, sean obreros o no. (Hoy dijo Julio Borges idénticamente: «El 1º de mayo la clase obrera [a la que no pertenece] y el Pueblo salieron a marchar»).

El efecto político inmediato es múltiple: en primer lugar, desarma, entorpece o debilita las protestas y exigencias opositoras, empequeñecidas por la portentosa presencia de un proceso constituyente. Luego, desinfla bastante la presión internacional; ¿cómo se puede llamar dictador a quien convoca elecciones, según prevé la Constitución, para que opere una asamblea constituyente? Por último, compra tiempo; con esta «salida», Maduro prácticamente se asegura como Presidente hasta el 10 de enero de 2019.

………

Es posible que Maduro y su estado mayor crean que pueden ganar unas elecciones de constituyente; no hace mucho que afirmara desear la pronta celebración de elecciones de gobernadores, tal vez creyendo más a Hinterlaces que a Datanálisis, en presunta evaluación exagerada de la fuerza electoral del PSUV, sobre la base del deterioro de la MUD en la opinión nacional, la disminución de ciertos liderazgos—prisión de López, inhabilitación de Capriles—y su avivamiento de las divisiones en el seno del campo opositor.

Pero también sabe que debe apegarse a los precedentes de la Constituyente de 1999, pues es ella la primeramente «histórica», desatada por nadie menos que el líder «eterno» Hugo Chávez. Esto significa que no puede elegirse esa asamblea corporativamente, puesto que tal cosa no ocurrió aquel año a pesar de las preferencias de Chávez. («La constituyente debe componerse, a lo Mussolini, corporativamente. (Chávez Frías et al). Esto es, que debe estar compuesta por representantes de distintos cuerpos o unidades sociales: obreros, empresarios, militares retirados, profesionales colegiados, eclesiásticos, etcétera. Muy incorrecto. Nuestra condición de miembros del Poder Constituyente no nos viene de pertenecer a algún grupo o corporación, sino de la condición simple y original de ser ciudadanos. Así, la mejor representación de esta condición se alcanza con la postulación uninominal de candidatos a una diputación constituyente». Contratesis, 13 de septiembre de 1998).

Pero sí tendrá la potestad de redactar y someter a consideración las «bases comiciales» que regirán la elección:

La objeción del Máximo Tribunal fue dirigida a la redacción de la segunda pregunta que Chávez proponía como consulta al Poder Constituyente Originario, cuya versión original decía: ”¿Autoriza usted al Presidente de la República para que mediante un Acto de Gobierno fije, oída la opinión de los sectores políticos, sociales y económicos, las bases del proceso comicial en el cual se elegirán los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente?” Esto despedía un aroma autocrático, y el abogado Gerardo Blyde logró merecida fama al interponer ante la Corte un recurso contencioso electoral contra el decreto y la resolución subsiguiente del Consejo Nacional Electoral, que los magistrados admitieron y declararon con lugar:

CON LUGAR el recurso de nulidad por inconstitucionalidad e ilegalidad intentado por el ciudadano Gerardo Blyde Pérez, en contra de la Resolución Nro. 990217-32 del 17 de febrero de 1999, dictada por el Consejo Nacional Electoral.

En consecuencia, ANULA la SEGUNDA PREGUNTA contenida en la citada Resolución y ordena al Consejo Nacional Electoral reformular el contenido de la pregunta Nº 2 del artículo segundo de la Resolución Nº 990217-32 del 17 de febrero de 1999, examinando las bases publicadas como “Propuesta del Ejecutivo Nacional que fija la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente”, publicada en la Gaceta Oficial Nº 36.658 de fecha 10 de marzo de 1999, y decidir sobre su incorporación al referendo consultivo.

Como consecuencia de esta enmendadura de plana, la segunda pregunta del referendo del 25 de abril terminó teniendo esta redacción: “¿Está usted de acuerdo con las bases propuestas por el Ejecutivo Nacional para la Convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, examinadas y modificadas por el Consejo Nacional Electoral en sesión de fecha Marzo 24, 1999 y publicada en su texto íntegro, en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº 36.669 de fecha Marzo, 25 de 1999?” El maestro había corregido al alumno, para su azoro. (Las élites culposas).

El Consejo Nacional Electoral era el viejo Consejo Supremo Electoral, formado antes de la elección de Chávez. La composición del actual, como sabemos, es muy distinta, y ha debido Maduro estar refiriéndose a tales bases comiciales cuando «designó a Elías Jaua como presidente de la comisión presidencial para la consulta de las bases. De igual forma, informó que Aristóbulo Istúriz, Germán Escarra, Isaías Rodríguez, Earle Herrera, Cilia Flores, Delcy Rodríguez y otros dirigentes integrarán este órgano». (El Universal). Aún en 1999, Chávez & Miquilena inventaron unas bases que permitieron arropar en la elección de diputaciones constituyentes.

Las bases electorales diseñadas por el Ejecutivo Nacional permitieron el paso de la más avasallante aplanadora política que el país hubiera conocido. Después de la votación favorable en el referendo del 25 de abril—con una abstención del 62% de los electores inscritos el 88% de los votantes aprobó la primera pregunta y el 82% la segunda—, la elección de los diputados a la Asamblea Constituyente llevó 126 de los candidatos oficialistas a una asamblea de 131 miembros.

La estrategia electoral oficialista diseñada por Luis Miquilena funcionó a la perfección. Por una parte, se obligó al uso de los distintivos partidistas en las tarjetas de votación, de modo que los electores pudieran distinguir entre los postulados por la cuarta y la quinta repúblicas. Luego, la elaboración de listas aglutinantes—las llamadas “llaves de Chávez”—potenció aún más la votación favorable por los candidatos del gobierno. El 2 de mayo, el diario El Universal describía la estratagema de este modo:

El Polo Patriótico aprobó ayer la composición y distribución geográfica de las dos “Llaves de Chávez”, es decir, las dos “chuletas” para promover a sus candidatos.

La “llave 1” está integrada por Luis Miquilena, Marisabel de Chávez, Pablo Medina, Leopoldo Puchi, Luis Vallenilla, Eustoquio Contreras, Ángela Zago, Pedro Ortega Díaz, Vinicio Romero y Ricardo Combellas. La promoverán en DF, Miranda, Zulia, Aragua, Carabobo, Falcón, Vargas y Yaracuy.

En la “llave 2” figuran Alfredo Peña, Aristóbulo Istúriz, Hermann Escarrá, Manuel Quijada, Edmundo Chirinos, Tarek William [Saab], Jesús Rafael Sulbarán, Guillermo García Ponce, Reyna Lucero y Earle Herrera. Se promoverá en Amazonas, Anzoátegui, Apure, Barinas, Bolívar, Cojedes, Delta, Guárico, Lara, Mérida, Monagas, Margarita, Portuguesa, Sucre, Táchira y Trujillo.

Tales llaves eran las de las candidaturas presentadas en la “circunscripción nacional”. Veinte de sus veinticuatro miembros eran del “Polo Patriótico”, la agrupación del momento que hizo campaña a favor de los candidatos chavistas. Sólo Jorge Olavarría, Allan Randolph Brewer-Carías, Claudio Fermín y Alberto Franceschi, que resultaron electos, no eran miembros de la coalición oficialista. Por lo que atañe a las “circunscripciones regionales”, la paliza fue incluso mayor: solamente Virgilio Ávila Vivas, adeco, resultó electo en la Isla de Margarita. (Las élites culposas).

Aun así, incluso si el madurismo diseña bases comiciales que le ofrezcan ventajas y logre su aprobación, la oposición de hoy es muy distinta a la de entonces:

Y es que los arrolladores triunfos del chavismo—elecciones regionales del 8 de noviembre de 1998, elecciones presidenciales del 6 de diciembre, referendo consultivo del 25 de abril de 1999—habían sumido a lo que hasta hace nada gobernaba al país y ahora era muy minoritaria oposición, en una catatonia determinada por la conciencia de culpa y la vergüenza. Hasta fines de 2001 no se levantarían con alguna eficacia las antiguamente poderosas voces de los partidos tradicionales, que en la elección presidencial de 1998 habían obtenido, Acción Democrática, 591.362 votos y, COPEI, 140.792 contra 3.673.685 sufragios a favor de Chávez. Tanto fue el encogimiento catatónico que la mayoría de los candidatos de oposición a la circunscripción nacional, veintinueve en total, se presentó en postulaciones de la “sociedad civil” o por iniciativa propia. Así, por ejemplo, como candidato por iniciativa propia, se postuló ¡Henry Ramos Allup en el estado Apure! Los neo-opositores procuraban evitar, patéticamente, que se les identificara con Acción Democrática o COPEI, pero su disfraz de independientes no engañó a nadie. (Las élites culposas).

Ya no hay vergüenza en los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática. Pero Julio Borges, pienso, se ha apresurado al declarar que el anuncio de Nicolás Maduro “no es una constituyente, no se dejen engañar, es una estafa al pueblo venezolano con un mecanismo que no es otra cosa que agravar el golpe de estado en Venezuela y con la misma constitución traspasar el voto”. Lo sensato habría sido esperar el decreto que el mismo Maduro aseguró es de promulgación inminente. A lo mejor deja a Borges con la camisa por fuera si, como es de suponer, no hace nada muy diferente a lo que Chávez hizo en abril de 1999; Maduro tiene la facultad constitucional de esa convocatoria: Artículo 348. La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrá hacerla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros... (Hoy, por cierto, en contestación a una pregunta de periodista, volvió Borges a referirse a Maduro como «el Presidente». ¿En qué quedamos? ¿No presidió Borges el 8 de enero una sesión de la Asamblea Nacional que declaró que Maduro había abandonado su cargo y, en consecuencia, la falta absoluta del Presidente de la República?)

Claro que hay insinceridad en Maduro, como cuando concluye diciendo que convoca al Pueblo para el verdadero diálogo, para que traiga la paz. (Parecen cosas de Dr. Político: «Las heridas venezolanas son tantas y tan lacerantes, que no hay modo de curarlas sin una apelación perentoria al poder fundamental y originario del Pueblo…» Gran Referendo Nacional, 5 de febrero de 2003. «El diálogo debe ser logrado primordialmente en el seno de la sociedad, sin esperar a que las organizaciones políticas formales terminen de ponerse de acuerdo», programa #87 de Dr. Político en RCR, 22 de marzo de 2014). Si él hubiera querido conocer la voluntad popular lo hubiera llamado a referendo, si él quisiera «constitucionalizar las misiones» para que no puedan ser privatizadas, le habría bastado proponer una reforma constitucional, para lo que también tiene poderes, que igualmente habría tenido que ir a referendo. (Aunque hoy soltó que Chávez había querido «perfeccionar» la Constitución en 2007 pero «las condiciones no se dieron». Tal vez el delirio de Maduro le lleve a imaginar que esas condiciones están dadas ahora, las necesarias para implantar el socialismo en el texto constitucional).

Pero tampoco ha querido la oposición que el Pueblo se pronuncie; la Asamblea Nacional ha podido resolver el problema del desacato y convocar, desde su eficacia recuperada, referendos consultivos sobre el socialismo (Consideraciones sobre un texto de José Guerra, 11 de octubre de 2015) o sobre la celebración de elecciones presidenciales inmediatas (Prontas elecciones, 22 de octubre de 2016). No lo hizo, y oponerse a una constituyente podría representar para la MUD el mismo resultado que obtuvo Henrique Salas Römer, al denunciar la que tendría lugar hace dieciocho años como «un engaño y una cobardía». Hoy ha llamado Borges «a rebelarse»; ¿habrá tenido noticia de lo que acá se propuso el 17 de diciembre de 2016: declarar plenamente abolido el gobierno de Maduro desde el Poder Supremo del Pueblo (Manda Su Majestad)? ¿Estaría dispuesto a echarle pichón? LEA

(Continuará).

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