El nuevo análisis del Grupo Crisis

 

Con fecha del miércoles de esta semana, el International Crisis Group ha publicado un nuevo informe acerca del proceso político venezolano, sobre el que llamara mi atención el competente analista internacional Dimitris Pantoulas (residenciado en Caracas), a quien agradezco. Su título es El Efecto Exilio: La oposición de Venezuela en el exterior y los medios sociales. (Puede ser descargada en este enlace su versión en español: REPORT  86). El sumario del estudio explica:

Un estudio del contenido de las redes sociales muestra que las figuras de la oposición venezolana que se encuentran en el exilio, tienden a mostrar posturas antigubernamentales más severas.

Es en la versión inglesa donde se encuentra los gráficos correspondientes a tal aserción:

 

 

Luego, en su Resumen Ejecutivo, argumenta:

Las elecciones legislativas a inicios de 2020 consolidaron el control de Maduro sobre casi todos los niveles del Estado venezolano. La mayor parte de la oposición boicoteó las elecciones argumentando, con razón, que no fueron libres ni justas. Pero esa estrategia ha tenido costos enormes. Aunque la mayoría de países occidentales y de América Latina no ha reconocido la legitimidad del nuevo parlamento, el cual está integrado casi en su totalidad por personas leales al régimen de Maduro, tampoco se han adherido al argumento de la oposición según el cual la anterior asamblea, que contaba con la mayoría de la oposición, conserva su mandato. Su postura, un tanto ambigua, mina la pretensión de Guaidó de ser el “presidente interino” y, de hecho, la mayoría de los aliados de la oposición, incluyendo la Unión Europea y el Grupo de Lima (una alianza de los países del hemisferio occidental que respaldó la estrategia de “máxima presión” de EE. UU) han dejado de catalogarlo como tal.

Y, más adelante, expone su recomendación:

La tendencia de los exiliados a adoptar posiciones estrictamente antigubernamentales también puede tener consecuencias significativas porque, como ha argumentado Crisis Group en otras investigaciones, la salida a la crisis en Venezuela requiere un acuerdo. Esto sólo será posible si los líderes de la oposición y los países que los apoyan siguen el ejemplo de las voces conciliadoras de la coalición, en vez de las posiciones más agresivas que expresan algunos activistas exiliados.

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Aun con esa sensatez nada frecuente, una vez más, el Grupo Crisis no cuenta todo el cuento. No hay en ninguna parte del estudio referencia, por ejemplo, a  1. la declaración de guerra, del 5 de enero de 2016, por parte de la Asamblea Nacional que calificó de «compromiso no transable» del Poder Legislativo Nacional la búsqueda de un modo de obtener «la cesación de este gobierno», luego de que el objetado Consejo Nacional Electoral proclamara en él una mayoría opositora de 112 diputados; 2. la declaración, al año siguiente, de que Nicolás Maduro había ¡abandonado su cargo!; 3. el nombramiento, sin seguir la ruta constitucional, de un Tribunal Supremo de Justicia «legítimo» que poco después empezaría a sesionar en el exilio o, para hacer breve esta enumeración, 4. la serie de trapacerías de Juan Guaidó, quien jamás ha sido Presidente interino de Venezuela.

Tampoco hay en este nuevo informe el reconocimiento a la única ruta constitucional para lograr el término del mandato de Nicolás Maduro: el camino referendario. El 12 de marzo del año pasado se comentó acá—Exégesis de Crisis (Group)—un previo informe del prestigioso think tank, señalando en esa ocasión olvidos similares:

En De Oslo a Bridgetown—entrada pertinente por la explícita y reiterada mención que el informe comentado hace de la mediación noruega—, se puso acá el 9 de julio de 2019:

…de las múltiples aristas del problema político venezolano, es la más aguda el ejercicio de la Presidencia de la República en manos del Sr. Nicolás Maduro (no en las de Juan Guaidó). Pero no puede celebrarse nuevas elecciones presidenciales mientras Maduro ejerza su cargo, pues el presente período constitucional expira el 10 de enero de 2025; tendría Maduro que renunciar a él para abrir la puerta o el único poder capaz de hacerlo, el Pueblo en su carácter de Poder Constituyente Originario y Supraconstitucional (no limitado por la Constitución), tendría que ordenar nuevas elecciones mediante referendo convocado al efecto. De no darse alguna de esas dos circunstancias, un acuerdo de fuerzas políticas en Barbados sólo sería convenir en la violación a cuatro manos de la Constitución.

En general, el informe de Crisis Group International es bastante más equilibrado que otros análisis extranjeros, pero peca de ignorancia culposa de nuestra constitucionalidad, bajo la creencia de que los “políticos” que negociarían una salida al conflicto político venezolano estarían autorizados a saltársela a la torera.

De nuevo, pues, el Grupo Crisis recomienda el menos conflictivo procedimiento de negociación entre fuerzas partidistas—que a su criterio podría acordar aberraciones inconstitucionales—, mientras ignora el papel que tendría que desempeñar el actor fundamental, llamado a resolver la crítica situación política nacional: el Pueblo de Venezuela. LEA

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