Jorge Luis Borges y María Kodama, su segunda esposa, ya fallecida.
El escritor que más admiro en lengua castellana es Jorge Luis Borges. Mario Vargas Llosa dijo de él: «Borges es uno de los más originales prosistas de la lengua española, acaso el más grande que ésta haya producido en el siglo XX». Menos dubitativo, otro Premio Nobel, Gabriel García Márquez, asentó: «Borges es el escritor de más altos méritos artísticos en lengua castellana». Pero quizás haya sido el tributo más honesto el de Julio Cortázar, que una vez dijo a un periodista, que buscaba malquistarlo con Borges al contraponerlos políticamente, algo que pudieran haber dicho todos los autores del Boom Latinoamericano: «No hay nada que yo haya escrito que no hubiera escrito antes Jorge Luis Borges».
Cuando hace poemas rompe la frase para preservar la consonancia de los versos, aun entre estrofas, como en las tres primeras y la última del Poema de los dones).
Poema de los dones
Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz, que sólo pueden leer en las bibliotecas de los sueños los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día les prodiga sus libros infinitos, arduos como los arduos manuscritos que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega) muere un rey entre fuentes y jardines; yo fatigo sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente y el Occidente, siglos, dinastías, símbolos, cosmos y cosmogonías brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca exploro con el báculo indeciso, yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra con la palabra azar, rige estas cosas; otro ya recibió en otras borrosas tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías suelo sentir con vago horror sagrado que soy el otro, el muerto, que habrá dado los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema de un yo plural y de una sola sombra? ¿Qué importa la palabra que me nombra si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido mundo que se deforma y que se apaga en una pálida ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido.
No sé suficientemente de poesía, pero los cuatro primeros versos de este poema son mis favoritos dentro de los pocos que he leído. La ceguera que sufrió el escritor—heredada de su padre—y la lectura, por supuesto, no son que se diga compatibles. Había gente amiga que le leía, y Borges excusó a la divinidad por irónica. LEA
El ancho de las bandas roja y negra está en proporción de las tropas de Bonaparte al invadir Rusia y al retirarse.
Napoleón Bonaparte intentó sojuzgar a Rusia con una invasión del país que ahora gobierna Vladimir Putin. Como lo muestra el gráfico, la iniciativa del Gran Corso resultó en desastre.
Pyotr Illyich Tchaikovsky compuso su Obertura 1812* para celebrar el triunfo sobre los franceses. Acá está en versión de Vladimir Ashkenazy al frente de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo:
Franceses en retirada. Illarion Mikhailovich Pryanishnikov
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Adolfo Hitler intentaría la misma cosa siglo y medio más tarde e igualmente fracasaría. Las dos imágenes que sigue son ejemplo del humor de Miguel Otero Silva en Un morrocoy en el cielo:
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El propio Tchaikovsky dirigió la obertura en 1891 para la inauguración del Carnegie Hall de Nueva York.
Finalmente, Napoleón Bonaparte enseñó a todo líder autoritario la esencia de la dictadura: la propaganda, una eficaz e inexorable policía secreta que formaba un Estado dentro del Estado, el empleo de dispositivos democráticos tales como el plebiscito para reunir apoyo popular del régimen, la burocratización estatal de instituciones críticas como la educación y la religión a fin de convertirlas en instrumentos de adoctrinamiento, y el valor de las aventuras foráneas para hacer tolerable la represión doméstica. Napoleón no originó ninguna de estas herramientas del autoritarismo; su contribución fue la de entretejerlas en instrumento del moderno Estado autoritario y demostrar cuán eficaz podía ser ese instrumento en su interior.
Jerome Blum, Rondo Cameron y Thomas G. Barnes (The European World)
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La prudencia (que es un juicio de valor en loterías) requiere… un “análisis del peor caso”, en el que lo pésimo de la continuación de tendencias o la no intervención en la turbulencia ambiental se compara con lo pésimo de los intentos de causar discontinuidad. La comparación de lo pésimo de la no intervención con lo óptimo de la intervención es un enfoque muy riesgoso que no puede ser recomendado. (Aunque, inherentemente, esto es un asunto de juicios de valor sobre las actitudes ante el riesgo). Por el otro lado, la comparación de lo óptimo de la no intervención contra lo pésimo de la intervención tampoco puede ser recomendada, por más que esto sea una difundida postura intelectual del incrementalismo y el conservatismo.
Yehezkel Dror
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En estos días escuchamos muchas propuestas sobre posibles soluciones, basadas en el marco de la Constitución. Con el mayor respeto, podríamos decir de la Constitución de un Estado lo que el Señor decía del sábado: así como el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado, así una Constitución está hecha para el pueblo y no el pueblo para una Constitución.
Monseñor André Dupuy
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¿Está condicionada la humanidad a sentirse arrastrada sólo por líderes de gran potencia carismática, enraizada en tendencias neuróticas de agresividad tan fuertes e insatisfechas que despiertan y agrupan a las del mismo sentido que tienen latentes las masas? ¿Puede engañársenos con el señuelo artificial de un carisma inventado por los creadores profesionales de una imagen política, que al montarse sobre una personalidad endeble se derrumbará en los momentos de crisis, cuando su fuerza carismática, en realidad inexistente, sería necesaria para la defensa colectiva? ¿No es posible la agrupación en torno a un líder, sereno, equilibrado, que a la vez con fuerza y mesura sepa conducir sin avasallamiento?
Juan Antonio Vallejo-Nágera
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Este elemento del tiempo, de la lenta preparación de los individuos por la historia, encierra un predicamento y una paradoja. El predicamento es: ¿cómo quieren los pueblos que desean difundir la libertad al mundo proponer sus instituciones como modelos si éstas dependen de hábitos inculcados mucho tiempo atrás? Es bastante fácil copiar una pieza de maquinaria como una computadora o incluso un arma nuclear. Sólo se necesita unas cuantas personas inteligentes y bien preparadas que tengan el modelo frente a ellas. Pero copiar un gobierno no es algo que una población entera pueda lograr únicamente con proponérselo.
Jacques Barzun
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Somos la mayoría de la nación. Somos todo un pueblo. La dictadura está desasistida de todo respaldo social y de todo apoyo moral. Una indoblegable decisión de lucha alienta prodigiosamente nuestros corazones. Una fe desbordante enciende nuestra sangre. Contamos, en resumen, con preciosos factores humanos y morales suficientes para dotar nuestra capacidad de combate de un poderío mil veces más fuerte que las más aceradas corazas del despotismo.
Alberto Carnevali
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¿Hará usted política? ¿Y bajo qué máscara? Rehusarse a hacer política, es una manera de hacerla. Es como decir: “Yo me desintereso de mi ciudad, de mi país, de los negocios del mundo”. Es maniobrar muy cerca entrelazando a cada instante la elección, o la falta de elección, a los intereses personales o pasajeros. Sacrificar a una tranquilidad frágil sus intereses permanentes, puesto que se trata de sus asuntos. O más aún, como el perro muerto que una corriente fuerte arrastra, y un remolino rechaza a las aguas dormidas. Pero usted está bien vivo, usted nada, usted se manda; luego, usted hará política. No necesariamente política activa, militante. Todo lo que le pido es que trate de reunir los elementos necesarios para juzgar; en una palabra, para representar su papel de ciudadano.
André Maurois
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De ahí en más, mis entrevistas con funcionarios, académicos y empresarios en la capital china me depararían una sorpresa tras otra. Sobre todo, cuando entrevisté a los máximos expertos sobre América latina, que—sentados al lado de la bandera roja y profesando fidelidad plena al Partido Comunista—me señalaban que los países latinoamericanos necesitaban más reformas capitalistas, más apertura económica, más libre comercio y menos discursos pseudorrevolucionarios. Uno de ellos… me dijo que uno de los principales problemas de América Latina era que todavía seguía creyendo en la teoría de la dependencia, el credo económico de los años sesenta según el cual la pobreza en Latinoamérica se debe a la explotación de los Estados Unidos y Europa. En la República Popular China, el Partido Comunista había dejado atrás esta teoría hacía varias décadas, convencido de que China era la única responsable de sus éxitos o fracasos económicos. Echarles la culpa a otros no sólo era erróneo, sino contraproducente, porque desviaba la atención pública del objetivo nacional, que era aumentar la competitividad, me aseguró el entrevistado. Ése era el nuevo mantra de la política china, que eclipsaba a todos los demás: el aumento de la competitividad como herramienta para reducir la pobreza.
Andrés Oppenheimer
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Durante toda mi vida me he dedicado a esta lucha del pueblo africano. He combatido contra la dominación blanca, y he combatido contra la dominación negra. He amado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y espero lograr. Pero si fuere necesario, es un ideal por el que estoy preparado a morir.
En estos tiempos esdrújulos* en los que todo es épico, icónico, dramático, protagónico… es natural que abunden los signos de admiración, también llamados de exclamación. Las damas tienden a usarlos con más frecuencia; a fin de cuentas, suyo es el territorio de las emociones. También, por supuesto, el de los decretos domésticos. (En toda cultura. Ver video abajo).
Un signo de exclamación o signo de admiración (¡ !) es una seña escrita que denota sorpresa, asombro, alegría, súplica, mandato, deseo, etc. Se escribe signo de admiración de apertura («¡») y signo de admiración de cierre («!») para indicar el principio y el final de una exclamación respectivamente. (…) En español los signos de exclamación deben colocarse de forma obligatoria al comienzo y al final del enunciado correspondiente. Aunque en otras lenguas únicamente se coloca el signo de cierre, la entonación del español exige que sea necesario también el signo de apertura. (…) Los signos de exclamación se escriben separados por un espacio de las palabras que los preceden y que van tras ellos, pero pegados a la primera y la última palabra del enunciado que enmarcan. (…) En los textos literarios o muy expresivos está permitido utilizar dos o tres signos de exclamación al principio y al final del enunciado para dar mayor énfasis a la exclamación. Sin embargo, ese procedimiento no se debe extender a otros usos.
LEA
*A propósito de tiempos esdrújulos, he aquí un fragmento de mi participación en el programa Y así nos va (Daniel Lara y Nehomar Hernández, conductores) del 17 de marzo de 2015:
El siguiente texto está tomado de TalCual digital, Se trata de una breve narración de María Ignacia Alcalá Sucre, la menor de mis hijos. Fue publicada por el diario en su web el 21 de octubre de 2010.
Nunca les he dirigido la palabra, a pesar de que ya son años de verlos o adelantarlos con el paso rápido que he llegado a dominar. Son años ya, más de cinco, de notar su presencia en los mismos caminos que camino, de verlos franquear las definitivas pero invisibles fronteras entre Sebucán, Santa Eduvigis y Los Palos Grandes. Es mejor así.
Él y ella, esposos, viven muy cerca de mi casa, cruzando la Avenida Miguel Otero Silva de Sebucán hacia una transversal. Mi madre afirma que es en el pequeño barrio que se esconde siguiendo mi calle, dando la curva y asomándose desde los nuevos edificios lujosos: “El hueco”, de donde salieron nuestro mecánico y nuestro herrero y un compañero de clases de una amiga (también vecina) que se convirtió en amigo propio. Yo creo más bien que su casa es una de las que sobreviven al borde del barrio, pequeñas, con materos afuera y flores rojas y rizadas.
La Miguel Otero Silva antes se llamaba Avenida La Salle. Recién mudados, correspondencia y facturas llegaban a mi casa con esa indicación. “Antigua Avenida La Salle”. Ellos caminan por allí, por la Avenida La Salle, cuando no era antigua. Innumerables veces suben o bajan, mecidos por el bambú que sirve de muralla vegetal y se alza sobre la pared de bloques de la Escuela Experimental de Enfermería. Él o ella o ambos (de la mano) pasan como abrazados por un hechizo que los ata a un tiempo distinto. No parecen escuchar la violencia de los partidos de fútbol que se juegan allí dentro los fines de semana, ni ver las cordilleras armadas por graffiti sobre graffiti.
Él siempre está de chemise. Con pantalón los días de semana, para el trabajo, para el Bazar Dinafra, para estar afuera cuando paso por esa calle que se estira y lleva finalmente a Altamira, a la esquina del Celarg, a La Castellana, al fin de mis paseos. Las bermudas son para el descanso, la canilla en una mano y la esposa en la otra, la parsimonia, los domingos de flojeras y mangos. Usa un bigote espeso, una cortina en su cara.
Ella va a buscarlo al trabajo. Jamás la he visto en pantalones. Ondea faldas de algodón que le llegan un poco más abajo de la rodilla. Tiene bonitas piernas, talladas a fuerza de mantener el equilibrio en tacones por calles imposibles. Ya conoce los huecos y las raíces que fracturan las aceras, sabe alejarse del lugar donde las ratas revuelven eternas bolsas de basura. No titubea ni tropieza. Pareciera que para ella ésa es la única manera de vivir: en falda y con tacones, siempre con gracia. Se pinta los labios de rojo y el pelo de negro. Quizás se lo arregla en la Segunda de Santa Eduvigis, en la peluquería de Fina, ese tesoro humilde en el que todavía pueden hacerte un buen moño (con secado incluido) por Bs. 25. A donde Fina van señoras, señoronas y niñas de todos los estratos sociales rezando el mantra democrático que las venezolanas conocemos desde el nacimiento. Todas tenemos el derecho (y el deber) de ser bellas. Ella parece extranjera (mi mamá dice que ellos son una pareja de libaneses), pero en eso, en el mandato estético, es criollísima.
Algunas noches se reparten el peso del mercado. Llevan bolsas del Excelsior o bolsas del Klasse, dependiendo de si deciden bajar hasta la Tercera de Los Palos Grandes o subir hasta el tope de Santa Eduvigis. Esas noches caminan más lento y van balanceándose un poco de lado a lado.
No los he visto por la Principal de Sebucán. En otras calles hay mejores panaderías, mejores farmacias y nada de hospitales psiquiátricos. Me da la impresión de que prefieren alejarse de la locura. Tampoco los he visto montados en Metrobús. Parecieran no salir al alboroto de la Rómulo Gallegos.
Nunca les he hablado y nunca les voy a hablar. ¿Qué les diría? “Hola, muy buenas. Yo siempre los veo y me sonrío. Ustedes me ponen contenta, ustedes me ponen triste, cuando pienso en esta zona siempre pienso en ustedes”. No. Sería una torpeza decir siquiera una palabra. Uno no le habla a una columna, o a un símbolo. Uno simplemente se siente contento de que esté allí sosteniendo el techo o llenando un mundo de significado. Los veo caminando, agradezco en silencio y camino yo también. ¶
Las redes sociales son explicablemente el escenario de fenómenos de pretenciosa «sabiduría». Miles—¿millones?—de mensajes, imágenes y videos emergen en la pantalla de nuestro teléfono celular con lo que usualmente es intrascendente. Pululan en ellas, por ejemplo, recetas de cocina que se nos explica en plural mayestático: «Picamos los ajos… calentamos a 350 grados… aderezamos con cebollín…», etcétera.
Es tiempo de bulos—fake news, en inglés—y de «influencers». («El papa Francisco es jesuita, primero que nada. Luego, como papa moderno, se comporta como influencer, como un Schwarzenegger cualquiera que no puede pasar mucho tiempo sin declarar por las «redes sociales». ¿Cómo es la cosa?). Las admoniciones que produce desde sus «apps» son verdaderos clichés. Si Román Ibarra dijo de María Corina Machado que se referiría a ella «de ahora en adelante» como «Doña Cliché», el Sumo Pontífice puede ser apropiadamente tratado como Don Cliché. Por ejemplo, en «enseñanzas» recientes nos informa:
El Pueblo de Dios, para ser colmado del Espíritu, debe caminar unido, hacer sínodo. Así se renueva la armonía en la Iglesia: caminando juntos con el Espíritu al centro. ¡Hermanos y hermanas, construyamos armonía en la Iglesia!
Ven, Espíritu creador, armonía de la humanidad, renueva la faz de la tierra. Ven, Don de dones, armonía de la Iglesia, únenos a Ti. Ven, Espíritu del perdón, armonía del corazón, transfórmanos como Tú sabes, por intercesión de María.
¿Es que el Espíritu Santo necesita ser recordado de que puede transformarnos «como él sabe»?
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Pero las redes sociales y la informatización general de la sociedad contemporánea mundial también sirven para potenciar propósitos políticos. Repito la nota al pie de Luigi Ferrajoli, filósofo:
En Avant-Garde Politician – Leaders for a New Epoch (2014), Yehezkel Dror postula la necesidad perentoria de una «Constitución de la Humanidad»; en eso concurrimos, perodiferimos en el modo de aprobarla. Dror, acostumbrado a moverse en los corridors of power, la imagina redactada y pactada por gobiernos del mundo, mientras que quien escribe, como minúsculo ciudadano del planeta, exige que sea aprobada y promulgada en un referendo planetario, y una aplicación blockchain que aloje una consulta de esa escala es perfectamente posible. (Cadenas de libertad, 7 de septiembre de 2017).
Habrá que vencer resistencias. Pongo un ejemplo; el 20 de marzo de 2018 hice llegar a Marcel Granier un memorándum que decía entre otras cosas:
La asociación en formación se beneficiaría mucho de una web para fines de promoción y movilización, así como de votación o recolección de firmas, aunque éstas no vayan a ser reconocidas. Es posible, de todos modos, argumentar que deban serlo: 1. el Art. 4 de la Ley de Mensajes de Datos y Firmas Electrónicas (Chávez habilitado en 2001) establece: “Los Mensajes de Datos tendrán la misma eficacia probatoria que la ley otorga a los documentos escritos”; 2. Desde hace más de una década el TSJ admite y decide recursos de amparo constitucional que le son remitidos por correo electrónico; 3. El gobierno difícilmente podrá aducir que un proceso de este tipo montado en blockchain carece de validez, cuando él mismo ha creado su criptomoneda Petro en esa plataforma).
Hasta la fecha de hoy, como me ha ocurrido con otros, el destinatario no ha acusado recibo de tal correspondencia, y a estas alturas se llama Petro el actual Presidente de Colombia.
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