La torta

La torta de la oposición

 

Bote salvavidas: Lancha que sirve para que se ahoguen juntos los que se iban a ahogar por separado.

Enrique Jardiel Poncela – Para leer mientras sube el ascensor

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No hay democracia sin partidos, repetía Ramón Guillermo Aveledo el 6 de octubre para la web de El Nacional y su originalísima sentencia era rebotada, con entusiasmo, en el espacio virtual por frenéticos tuits de esa misma fecha. A juzgar por ese concepto, la Mesa de la Unidad Democrática hace honor a su nombre, pues son más o menos treinta partidos sus miembros; es mucha democracia.

Para la elección del 7 de octubre, no todos los partidos—algunos entran y salen, otros se fusionan o cambian el nombre—fueron con tarjeta propia. Los venerables AD y COPEI, por ejemplo, así como Proyecto Salas Gallo-Pollo (perdón, Proyecto Venezuela), optaron por no exponerse al conteo y decidieron «ir con» la tarjeta MUD Unidad. Otros han añadido la palabra o el concepto de unidad a sus denominaciones: Unidad para Venezuela, MIN Unidad, Unidos Visión Venezuela, Unidad DR, Unidad NOE. (En la lista oficial de la MUD aparece también el vetusto nombre de Unión Republicana Democrática). Muchos fueron los que quisieron montarse en el bote salvavidas, en el autobús del progreso.

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He aquí una tabla que registra el desempeño de las distintas tarjetas el pasado domingo:

Votación para Capriles Radonski por tarjetas

(Los votos reportados luego para Capriles Radonski fueron 6.499.575, vs. 8.136.637 para Chávez Frías. La proporción de las distintas tarjetas de la MUD no varía sustancialmente).

 

Resulta claro que Primero Justicia alcanzó su objetivo: siendo que el candidato de la MUD es miembro suyo, quiso ir con tarjeta propia para medirse y emerger, circunstancialmente, como el «primer partido de la oposición». Esa jugada era, obviamente, un tiro al piso. La gran mayoría de los votantes sabe que Capriles es un primojusticiero, y era natural que una buena cantidad de los votos a su favor desaguara por el canal de su partido. PJ—Primero Julio, al decir de Leopoldo López y Ramón José Medina—estuvo muy cerca de la votación por la tarjeta unitaria y diez puntos por encima de Un Nuevo Tiempo, que es porcentualmente la ventaja que Chávez obtuvo sobre su contendor. (Ahora se razona que esa diferencia es un gran progreso del autobús respecto de la elección de 2006—cuando Chávez superó a Rosales por 26 puntos—, y que la pérdida no fue por mucho; los estrategas zulianos pudieran aducir lo mismo en esto de determinar cuál es el principal partido de la oposición. Ya lo harán).

Las tres primeras tarjetas (MUD, PJ, UNT) representaron el 80% (79,8%) de la votación a favor de Capriles. Si se considera las cinco primeras, añadiendo el «popular» partido de Leopoldo López—ex Primero Justicia, ex Un Nuevo Tiempo—y Avanzada Progresista, refugio de los ex chavistas Ismael García, Henri Falcón, el «Gato» Briceño y algunos ex adecos y otros izquierdistas menores, se alcanza 90,9% de los votos de la oposición. Así se repartió la torta, y ya Moverse no puede moverse más, porque llegó en el último lugar.

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Las reacciones dignas en el mundo opositor llaman a no rendirse; así razonan los dirigentes de la MUD y el candidato mismo, tanto Julio Borges como Teodoro Petkoff: que Chávez tiene a «la mitad del país en contra», que el vaso está medio lleno. No alcanzan al obvio corolario: que Capriles tiene más de la mitad de la población en contra. Y ahora se escucha lo mismo que se decía tras la elección presidencial de 2006, cuando se creyó que Rosales era el líder que a la oposición le faltaba. (Ver la Lectura recomendada de esta semana en este blog: Medio líder). Ahora se cree haber encontrado esa figura en Capriles, sobre todo porque tuvo un desempeño mejor que el del zuliano. Si éste no ganó en ningún estado del país (sólo en el municipio Maracaibo), Capriles superó a Chávez en Mérida y Táchira, que eran los únicos estados—más Trujillo—donde COPEI, fundado en 1946, ganaba tradicionalmente con la afluencia del gomecismo (hegemonía andina) desplazado por la revolución protagonizada por militares y Acción Democrática en 1945. Son cosas que se han dicho antes: luego del revocatorio de 2004, la elección de gobernadores en 2008 y la minoría en la Asamblea Nacional en 2010. La MUD casi que celebra, como aquel entusiasmado argentino luego de la Guerra de las Malvinas: «¡Che, quedamos subcampeones!»

El precursor en su carraca

Ahora bien, como Manuel Rosales, Capriles tendría que ejercer el tal liderazgo de la oposición en el tiempo que le dejaría el ejercicio de la Gobernación del Estado Miranda (¿medio tiempo?), si es que gana la elección decembrina en la que ha decidido participar 72 horas después de cesar como candidato presidencial. Tendrá por competidor a Elías Jaua, en un estado que se suponía suyo y en el que no pudo ganarle a Hugo Chávez, quien lo superó por unos siete mil votos. A comienzos de 2007, cuando una buena parte de opositores entendidos creía con fe de bretona que Rosales era ese líder que la oposición «tanto había buscado», el Dr. Ramón J. Velásquez mostró su molestia por la nueva candidatura del zuliano a la Alcaldía de Maracaibo. (El segundo parágrafo del Artículo 160 de la Constitución especificaba entonces que los gobernadores en ejercicio sólo podían presentarse una vez a la reelección, y Rosales ya había sido reelecto el 31 de octubre de 2004). El ex Presidente dijo a una reunión de una fracción de aquellos entendidos: «¿No y que era un líder nacional? ¿Cómo es eso de refugiarse en una alcaldía? ¡Jefe es jefe!» Capriles sigue los pasos de Rosales con su mismo justificativo: Más vale pájaro en mano que cien volando. (En realidad treinta, el número de partidos que componen la MUD). El franciscanismo de Capriles no llega hasta prescindir así como así del presupuesto del estado Miranda.

¿No es una de las críticas que se hace a Hugo Chávez que además de su cargo público ejerce muy activamente la jefatura del oficialismo como Presidente del PSUV?

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Un automatismo que no deja de ser conmovedor postula que «lo que hay que hacer», «lo que tenemos que hacer», es preservar el «capital político» obtenido el 7 de octubre. Esto es una ilusión de base lingüística: la mera conjunción del sustantivo capital y el adjetivo político. Ese capital fue gastado íntegramente el domingo pasado; Chávez no tiene un «capital» de ocho millones de votos ni Capriles uno de seis millones y medio. (Como no tenía siquiera el capital de 53,11% de electores mirandinos que lo eligieron en 2008; el domingo obtuvo el apoyo de 49,51%). En cada campaña hay que empezar de nuevo; la conciencia de la gente no es un mineral cristalizado para siempre. Y la primera persona del plural en «tenemos» se refiere, por supuesto, a quienes se definen como antichavistas. Esta gente alienada (fuera de sí, referida a algo externo y no a sí misma, sin sustancia propia) puede conformarse con el liderazgo del «Flaco»—como hay innumerables referencias en Twitter y Facebook a Capriles Radonski—por el mero hecho de que él no es Chávez, pero la cosa no será tan fácil en el seno de la central opositora. Dicho sea de paso, en una de sus ineficaces imitaciones de Chávez, Capriles adquirió la costumbre de referirse a él mismo en tercera persona, y hablaba en su mítines del «Flaco» y de «Capriles» o «Capriles Radonski». David Owen anotó como uno de los rasgos de lo que llamó enfermedad hibrística la «tendencia a hablar de sí mismos en tercera persona o con el plural mayestático». (In Sickness and in Power, 2008).

Tampoco se acerca la aprobación de la oposición organizada al volumen de votos obtenidos por Capriles el 7 de octubre. En la cuarta semana de septiembre, Datanálisis levantó los datos de su Tracking telefónico nacional; en el rubro de autodefinición política encontró un 42% de entrevistados que se identificaban con el oficialismo o chavismo—menos que el 54% que terminó sufragando por Chávez—y sólo 17,6% que lo hacían con la oposición o el antichavismo; 33,4% se denominó Ni-Ni y 7% no supo o no contestó. Claro que Datanálisis no es la encuestadora favorita de los opositores, aquella que habló primero de «empate técnico» y luego, para el 2 de octubre, de la victoria de Capriles por 4,6% de ventaja. («Alguien está mintiendo». Saúl Cabrera, Vicepresidente de Consultores 21). Los votos por Capriles no son de la Mesa de la Unidad Democrática.

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Una cosa es el liderazgo del capriloradonskismo y otra muy distinta el de los factores formales de oposición, reunidos en la Mesa de la Unidad Democrática. Esta organización de organizaciones o «movimiento de movimientos»—lo que se necesita es una organización de ciudadanos—dista mucho de ser un movimiento homogéneo. En famosa entrevista a Ciudad Ccs—un diario al que también han concedido sus declaraciones Julio Borges y Eduardo Fernández, entre otros opositores—dijo Henry Ramos Allup (9 de marzo de 2011): «Bueno, la política suele hacer extraños compañeros de cama. Hoy compartimos propósitos, no ideales ni visiones».

La cosa está entre Ramones

Por otra parte, la MUD misma, su secretaría, es objeto de competencia. Ya se comenta que Ramón José Medina buscará postularse como sucesor de Ramón Guillermo Aveledo, y ésta sería sólo una de las luchas internas en su seno. No todos querrán admitir a Capriles como líder único de la oposición, y más de uno querrá ser candidato presidencial en 2018 o aun antes, si es que una incapacitación de Chávez da paso a una nueva elección según lo contemplado en el Artículo 233 de la Constitución: «Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. (…) Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal y directa dentro de los treinta días consecutivos siguientes».

Pero peor aún es que la MUD no ha logrado desprenderse de su imagen de vieja política, por más que Capriles dijera en su campaña que la había superado. La MUD es hija de la extinta Coordinadora Democrática, a juzgar por su composición:

Mapas genéticos de madre e hija única y heredera

 

El 60% de las organizaciones que componían la Coordinadora Democrática forma ahora parte de la Mesa de la Unidad Democrática; en cualquier caso, sus miembros más importantes y vocales: Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, COPEI, Movimiento al Socialismo, La Causa R, Proyecto Venezuela. Entre las que estaban y no están han desaparecido algunas; otras han cambiado de nombre o se han fundido, y entre las que están y no estaban hay un buen número que no existía cuando se despachaba los asuntos de la oposición desde la quinta Unidad en la popular y populosa barriada de Campo Alegre.

Cuatro días después del referendo revocatorio de 2004, la Carta Semanal #100 de doctorpolítico estableció un símil que precedía a una conclusión:

Si tuviéramos, Dios no lo permita, un pariente con tan grave dolencia que ameritara la atención de toda una junta médica; si este cuerpo de facultativos intentase primero una cierta terapéutica y con ella provoca a nuestro familiar un paro cardiaco; si a continuación prescribe un segundo tratamiento que le causa una crisis renal aguda; si, finalmente, aplica aún una tercera prescripción que desencadena en nuestro deudo un accidente cerebro-vascular, con toda seguridad no le querremos más como médicos.

Y ésta es la estructura del problema con la Coordinadora Democrática. La constelación que se formó alrededor de ella, no sin méritos que hemos reconocido, nos llevó primero a la tragedia de abril de 2002, luego a la sangría suicida del paro, finalmente a la enervante derrota del revocatorio. (Para no agregar al inventario una nutrida colección de derrotas menores). No hay vuelta de hoja. No podemos atender más nunca a esa dirigencia.

La hija y heredera de aquella otra organización de organizaciones, que no de ciudadanos, ha vuelto a fracasar. La misma dirigencia que entregó íntegra al gobierno la Asamblea Nacional en 2005 y fue incapaz de obtener una mayoría de curules en la de 2010—tampoco numérica: PSUV 48,13%, MUD 47,22%—, la organización que ni siquiera existía en 2007 cuando el gobierno perdió, fundamentalmente por abstención entre sus filas, el referendo sobre las reformas constitucionales de 2007, la que en el mejor de sus intentos hasta ahora logró cinco de veintitrés gobernaciones en 2008, ha aplicado un nuevo tratamiento que no cura al paciente de su chavoma.

Si la oposición tuvo su mejor desempeño desde 1998 es porque esta vez derrotar a Chávez era más fácil que nunca. Un artículo en TIME Magazine del día siguiente a la elección apuntaba:

Pero los venezolanos tenían más razones que nunca para votar en contra de Chávez en estas elecciones—delitos violentos y rampantes que han significado para el país la tasa más alta de homicidios de América del Sur, la mala gestión económica que ha producido una de las tasas de inflación más altas del mundo, la corrupción oficial que ha comenzado a recordar a los venezolanos la sordidez que Chávez condenara cuando llegó al poder—, y el hecho de que la mayoría no lo rechazara habla menos del duro ventajismo de Chávez que del persistente fracaso de la oposición en ofrecer una alternativa convincente.

Se trata de la misma gente. Es gente, hay que reconocerlo, muy consistente: volvió a poner la torta, aunque haya sido una torta más pequeña. LEA

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Reporte climatológico parcial

Pronóstico del tiempo

El suscrito no tiene modo de evaluar las condiciones atmosféricas en ambientes oficialistas. Prácticamente todo aquél que conoce y trata habitualmente es partidario de Capriles Radonski y se propone votar por él cuando llegue el próximo domingo 7 de octubre. Sólo puedo certificar, por consiguiente, que la campaña del candidato de oposición ha logrado crear entre sus seguidores una atmósfera de triunfo a punta de los datos de una encuestadora (Consultores 21), la ambigüedad de otra—Datanálisis: «Pueden ocurrir cambios», después de reportar una ventaja de 10 puntos para Chávez—, cálculos de las implicaciones del «voto oculto» de 2,4% reportado por la primera, y todo género de argumentos cualitativos: «Soy el único caraquista que ha llenado el estadio del Magallanes».

Esto es en sí un éxito; que el capriloradonskismo haya logrado suscitar ese clima triunfal es un logro considerable. La campaña de Capriles ha ganado momentum en las últimas semanas, y ya estima que puede considerársele Presidente electo. Puede ser, pero si llegare a ganar el candidato del gobierno, como parece medir la mayor parte de las encuestadoras de cierta reputación, la depresión post partum (¿post abortus?) del 8 de octubre será mayor en la medida en que esa climatología opositora se consolide y crezca más todavía.

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Ciertamente, Hugo Chávez ha desarrollado la peor de sus campañas, y no sólo por sus limitaciones físicas; ha sido repetitiva, lamentablemente ideológica y por eso mismo anacrónica. Vuelve a prometer lo prometido con redoblada cursilería: «Construir esta Patria para que tú, compatriota, hombre, mujer, madre, padre, joven, niña, niño venezolano y venezolana puedas vivir bien, con justicia y dignidad es lo que anima mi lucha y es una de las principales razones que tengo para vivir, junto a mis seres más queridos, mi hijo, mis hijas, mis padres». (Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019).

Pero quien se le enfrenta dice cosas parecidas; quiere consagrar las misiones en una ley y asegura que no sacaría a Venezuela del pacto chavista del ALBA (tal vez no le cambiaría el nombre al antiguo hotel Hilton), y dice: «Yo quiero ser Presidente para construir un país, no un partido». (Ñapa: sin insultar).

Ambos candidatos debieran percatarse de que los países o patrias tienen la mala costumbre de construirse a sí mismos, muchas veces a pesar de los gobiernos: «…mujeres que crían niños, hombres que construyen hogares, campesinos que extraen alimento del suelo, artesanos que hacen las comodidades de la vida, estadistas que a veces organizan la paz en lugar de la guerra, maestros que forman ciudadanos de salvajes, músicos que doman nuestros corazones con armonía y ritmo, científicos que acumulan conocimiento pacientemente, filósofos que buscan asir la verdad, santos que sugieren la sabiduría del amor». (Will Durant, Los placeres de la filosofía).

Es eso tarea del enjambre ciudadano, no del Estado; lamentable es que los presidentes y candidatos se entiendan de modo tan poco modesto, como jefes del país, como épicos «conductores de pueblos». («Porque aquel que pretenda gobernar sobre un país…»; Henrique Salas Römer, diciembre de 1997). La misión de un presidente es la de dirigir la administración pública nacional para resolver o aliviar los problemas públicos de su ámbito; el Presidente de la República no es nuestro jefe; somos nosotros quienes debemos mandarle.

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Tengo rato sintiendo que un eventual triunfo de la candidatura «socialista» será por una diferencia relativamente moderada. («…si, como parece irremediable, Chávez ganare el 7 de octubre, sería más sano que no sacara demasiada ventaja a Capriles y que su propia votación resultara disminuida mientras la abstención, signo de inconformidad con los dos polos, fuese de proporción cercana a la que los candidatos recaben. Por ejemplo, Chávez 38%, Capriles 32%, abstención 30%». ¿Una tragedia inescapable?, 5 de julio de 2012). Esto es, quisiera ver a Chávez por debajo de 40% y una manifestación vigorosa de insatisfacción con ambas versiones de la película en blanco y negro con la que la polarización pretende retratar a Venezuela.

Puedo equivocarme, por supuesto: «Consideraré mis apreciaciones y dictámenes como susceptibles de mejora o superación, por lo que escucharé opiniones diferentes a las mías, someteré yo mismo a revisión tales apreciaciones y dictámenes y compensaré justamente los daños que mi intervención haya causado cuando éstos se debiesen a mi negligencia». (Código de conducta, 24 de septiembre de 1995). Pero si llegare a producirse el resultado que mi ojo clínico me permite presumir, habrá comenzado un tiempo de trabajo más arduo y mejor encaminado.

Creo que después del 7 de octubre habrán mejorado las condiciones para una necesaria distensión. Hace rato que ya no oímos «¡Exprópiese!» Apartando la disminución de sus fuerzas físicas, el Presidente de la República ha comenzado a notar que no cuenta con gerentes capaces en número suficiente dentro de su gobierno, que cada estatización—después del millar que ha ordenado—es un nuevo escaparate en un lomo recargado, que hasta Cuba se abre tímidamente a la iniciativa privada, que su socialismo no puede funcionar y sólo le queda definirlo de otra manera menos marxista para preservar la etiqueta en la que tanta propaganda ha invertido.

En cualquier caso, Venezuela no se extingue el 7 de octubre, y los que se han fajado en la aventura capriloradonskista también serán mejores si son humildes:

Hace unos días, en un sorprendente ejercicio de lucidez, por lo demás habitual en él, el Dr. Ramón J. Velásquez dibujó con hábil pincel grueso el trayecto histórico que nos ha traído a este insólito momento. Con toda la intención trazó la rúbrica de cierre: “El resultado de todo esto es que el país está dividido”. ¿Unir a “la oposición”, cuando la mitad de la nación no le está afiliada, sería la estrategia adecuada? Tal vez, pero la tarea política profunda es la de unir a ese país dividido. Es imposible completarla con altanería. (Principal virtud. Carta Semanal #320 de doctorpolítico, 19 de febrero de 2009).

Sería verdaderamente sorpresivo que Capriles resultase electo el 7 de octubre pero, como decía mi mentor y amigo Yehezkel Dror, en el mundo actual «la sorpresa se ha hecho endémica». Ya es parte del cambio climático. LEA

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En vísperas del juicio final

Mohammad Modabber: El Día del Juicio Final (1897)

De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Credo de Nicea-Constantinopla

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Los venezolanos tenemos fecha para el Juicio Final: el 7 de octubre. Ese día estará determinado el campeón de las elecciones presidenciales y el subcampeón—como la república de Evita y Cristina en la Guerra de las Malvinas—, pero también ascenderán al cielo unas encuestadoras y otras deberán dedicarse al llanto y el crujir de dientes en las tinieblas. Si algo ha sido característico del actual proceso electoral próximo a concluir, es la fiereza con la que se ha esgrimido la denigración más amarga contra las encuestadoras que no den números convenientes a los atacantes.

El fenómeno no es de exclusividad nacional; en los Estados Unidos se ha dado exactamente el mismo prodigio. Ayer escribía James Poniewozik para la web de TIME Magazine:

El concepto/teoría de la conspiración de que las encuestas electorales están «sesgadas» hacia un sobremuestreo de votantes demócratas—lo que significa que darían fuertes resultados falsos a favor de Obama—ha alcanzado, a través de los medios sociales y el Reporte Drudge, el status pleno de meme* en Internet. (Vaya a Twitter después de la publicación de cualquier encuesta importante, busque «encuesta Obama» o «encuesta Romney» y vea cómo su pantalla se llena con el rezongar de molestos estadígrafos aficionados acerca del muestreo «D + 9»). Y ahora los conspiracionistas del sondeo tienen su propio sitio web, UnSkewedPolls.com, que esencialmente toma las encuestas existentes y cambia los números de forma que Mitt Romney aparezca ganando. (…) Ciertamente, las encuestas pueden equivocarse. Pueden equivocarse en masa. (…) Pueden concebiblemente, incluso, equivocarse en masa en la misma dirección. (…)

Pero considérese lo que el meme «las encuestas están sesgadas» quiere hacernos creer. Que docenas de encuestadoras nacionales y locales están torciendo deliberadamente sus resultados para encontrar una proporción mayor de votantes demócratas que la que hay. (…) Y/o: que los votantes mismos—¿por culpa, corrección política o presión de sus pares?—se identifican como demócratas en mayor cantidad que la real. (…) Que firmas encuestadoras independientes, instituciones educativas, medios locales, medios nacionales… ¡están pujando para dar a Obama un segundo período! Más aún, que están reportando a conciencia resultados erróneos que no sólo pueden ser sino que, por definición, serán refutados por los votos reales. Los medios que confían en las encuestas por credibilidad, los encuestadores que apuestan a su precisión la propia existencia de su negocio, están dispuestos a reventarlo todo en unas pocas semanas sólo para dar a Obama cuatro años más. (…)

Supóngase que por acaso los resultados de esas encuestas «sesgadas» sean validados el día de la elección. ¿Cómo sabemos que el sesgo no influyó el resultado? ¿Que un redoble de tambores de encuestas positivas para Obama no lavó el cerebro de votantes que se unieron al tren, no secó las donaciones de campaña o deprimió la asistencia de republicanos a las urnas? (…)

Es por esto que esa clase de pensamiento es tan popular, por qué se disemina tan fácilmente y por qué, aparentemente, nadie en los EEUU volverá a creer que perdió en buena lid una cerrada elección importante. Esta clase de acusación de sesgo no es sólo una deliberada creencia simple; es un marco mental totalizante, ante el que cualquier prueba en contrario puede ser retorcida y convertida en una prueba de que la conspiración existe.

*meme. an element of a culture or system of behavior that may be considered to be passed from one individual to another by nongenetic means, esp. imitation.
• an image, video, phrase, etc. that is passed electronically from one Internet user to another.

(Oxford American Dictionaries).

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Intención de voto entre el 10 y el 22 de septiembre (clic amplía)

En la mañana de hoy, 26 de septiembre, Hinterlaces hizo la presentación de su más reciente Monitor-País, el reporte final sobre las elecciones presidenciales de 2012. (Descargue el MONITOR PAIS – SEPTIEMBRE 2012) Como acostumbra, convocó a rueda de prensa a las 10 a. m. en el hotel Marriott de El Rosal. Oscar Schemel fue el vocero habitual de su empresa y sus mediciones y, antes de presentarlas, destacó que Hinterlaces ha sido la más atacada y calumniada encuestadora en este «difícil proceso» de 2012. (También declaró que su firma no se dejaría intimidar por presiones de ninguno de los bandos enfrentados en la campaña electoral).

Escenario I de Hinterlaces

Hinterlaces recogió los datos integrados entre el 10 y el 22 de septiembre; su cierre, por tanto, se produjo hace cuatro días. En la presentación, Schemel dio detalles de la estratificación de la muestra según una media docena de criterios que la hacen extraordinariamente representativa de la población de electores. Desde la medición anterior, la brecha a favor de Hugo Chávez se redujo dos puntos, para situarse en 16 puntos de ventaja. (Chávez 50%, Capriles 34%). Ayer publicó Noticias 24 una nota con presunta cita de Schemel: “A día de hoy, la primera opción la tiene el presidente Chávez. Ese es nuestro escenario más probable. El escenario menos probable es el triunfo de Capriles y por brecha mínima”. No ha sido posible encontrar en la web de Reuters el trabajo supuestamente traducido por Noticias 24; en todo caso, el propio Schemel desmintió, sin aludir a la cita falsa, la noción de que Hinterlaces considere un escenario con Capriles como ganador. En la sesión de hoy, presentó dos escenarios: uno en el que Chávez gana por una ventaja de 14 a 16 puntos; otro en el que la brecha a su favor sería de 9 a 12 puntos.

Escenario II de Hinterlaces

Una vez concluida la presentación—precedida por video de Globovisón en el que Kico Bautista lo felicitaba por su precisión predictiva sobre las elecciones parlamentarias de 2010—, Schemel se permitió expresar deseos por una Venezuela reconstituida, en la que el diálogo gobierno-oposición se hiciera posible. Aun en el caso de 16 puntos a favor de Chávez, dijo, el desempeño opositor sería bastante mejor que el del pasado, y esto sería una realidad que el gobierno no debiera desconocer. («Todos ganaremos en esta elección»). La oposición, opinó, deberá aprender que hay una nueva cultura política nacional; el gobierno que su modelo muestra signos de agotamiento e ineficiencia y que es preciso abrir espacios para el intercambio repetuoso de las ideas. En cuanto terminó de hablar, dije en voz alta: «¡Schemel Presidente!» y no me quedé a escuchar las preguntas de los asistentes, que sonreían.

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Intención de voto según Consultores 21

Ya se conoce, por otra parte, el polo opuesto. Consultores 21 ha distribuido las láminas de su Estudio de Opinión Pública Nacional—descárguelas aquí: Consultores21-septiembre 2012correspondiente al lapso que va del 7 al 18 de septiembre. Esta prestigiosa encuestadora—de alguna manera ligada al comando de campaña de Capriles—se aventura a reportar una ventaja de menos de 1% (0,8%; 46,5% Capriles-45,7% Chávez) a favor del candidato de la Mesa de la Unidad Democrática cuando hace lo que llama «pregunta tradicional de intención de voto». Luego da cuenta del ejercicio de «simulación de voto secreto», con el que obtiene 2,4 puntos más a favor de Capriles, mientras la votación por Chávez permanece idéntica.

Simulación del voto

Consultores 21, pues, nos ha hecho el favor de medir el famoso «voto oculto»—el porcentaje de encuestados que por miedo no indicarían su preferencia por Capriles—en 2,4%. (Debe ser por eso que otros estudios han venido arrojando una brecha de dos dígitos. Si, por ejemplo, se le quita a Hinterlaces 2,4% de la intención de voto por Chávez, la brecha se reduciría a sólo 13,6%). El ejercicio mencionado instruye a cada entrevistado: «Voy a entregarle este tarjetón que es parecido a la (sic) que usará en las elecciones presidenciales del siete de octubre. Voy a dejarlo solo para que usted marque, sin que yo lo vea, por cuál tarjeta votaría usted si fuera a votar en las elecciones presidenciales. Luego de marcar con el bolígrafo, doble el tarjetón y métalo en esta bolsa donde hay otros tarjetones». Impresionante. Dramático. Con este ingenioso método, Capriles pasa a tener 3,2% de ventaja sobre Chávez. No está mal para un esfuerzo que requirió la simulación a 1.500 ciudadanos.

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Medición final de Varianzas

Es casi una imagen especular de Consultores 21 la que refleja el estudio de Varianzas (2.000 entrevistas) que lleva fecha del 7 al 20 de septiembre. (Descárguelo acá: varianzasult). Esta encuestadora mide una ventaja también muy estrecha; únicamente dos puntos, sólo que a favor de Chávez.

Por su parte, Datanálisis ha mostrado—por boca de Luis Vicente León—una ventaja de 10 puntos a favor de Chávez, según medición realizada entre el 25 de agosto y el 5 de septiembre (encuesta a 1.600 personas). León reportó una intención de voto de 49,4% por Chávez y 39,4% por Capriles, y destacó que el candidato de la loyal opposition ha recortado en diez puntos la diferencia entre mayo y septiembre (150 días). Tendría que completar lo mismo en 32 días (desde el 5 de este mes) para empatar. León remató descartando, según El Universal ayer, «que estos resultados puedan ser definitorios para las elecciones que están pautadas para el 7 de octubre debido a que aun está en desarrollo la campaña y ‘pueden ocurrir cambios’, pero reconoció que por primera vez Chávez, tras casi 14 años en el gobierno, enfrentará a un fuerte rival debido a que es el que más se le ha acercado en las encuestas».

Hay otros reportes, por supuesto, que no serán tomados aquí en consideración. (Gis XXI, Consultores 30.11, Predicmática, la extraña encuestadora ICS…) Tomadas en cuenta solamente las encuestadoras mencionadas hasta ahora, éste es el cuadro resumen de la brecha medida:

Resumen de la diferencia entre candidaturas

El 7 de octubre se sabrá si Luis Christiansen, Rafael Delgado Osuna, Luis Vicente León y Oscar Schemel bajarán al infierno o subirán al cielo. LEA

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Estratigrafía de la opinión

Recién salido del horno (un clic sobre cualquier imagen la amplía)

Empieza a sedimentar un segundo estrato de encuestas de opinión, realizadas con posterioridad a las elecciones primarias de la Mesa de la Unidad Democrática; por tanto, decidoras del impacto sobre la intención de voto de los venezolanos que ha tenido la candidatura que emergiera de aquellas votaciones: la de Henrique Capriles Radonski. Si la primera capa de mediciones indicó que Hugo Chávez aventajaba a Capriles por unos veinte puntos en promedio, lo que se sabe ya de la segunda no modifica sustancialmente la lectura desesperanzadora para el abanderado de la MUD, a pesar de que el Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) traiga noticias relativamente buenas para Capriles; si en marzo IVAD midió una brecha a favor de Chávez de 29,9%, ahora esta diferencia es de sólo 24,6%.

Este movimiento no se produce porque la intención de voto a favor de Chávez haya disminuido en los últimos treinta días; por lo contrario, ha aumentado: en marzo era de 56,5% y en abril es de 58,6%. Es decir, la candidatura de Chávez ha aumentado 2,1 puntos en el último mes. Pero Capriles ha crecido más en ese lapso (según IVAD); de 26,6% en marzo, la intención de voto a su favor se sitúa ahora en 34%, o 7,4 puntos de incremento en treinta días. En apariencia, un resultado muy alentador para la oposición; de crecer a este ritmo sin parar, la candidatura de Capriles sumaría en cinco meses un incremento de 37 puntos porcentuales, y entonces ganaría la elección ¡con 71%! ¡Sólo 29% de los electores votaría en octubre por Hugo Chávez! ¡La tortilla se habría volteado por completo!

Ahora bien, si la intención de voto por Chávez no está descendiendo ¿de dónde sale el aumento de la de Capriles? En marzo, los indecisos—más o menos equivalentes a la suma de los entrevistados que dicen no saber o no responden—representaban 26,9% de la muestra; ahora, ese segmento se ha reducido a 7,4%. Dicho de otro modo, el cambio pudiera interpretarse como una mayor captación de indecisos por parte de Capriles, lo que no es en sí una sorpresa; se puede decir que Chávez debe estar muy cerca de su techo. Éste habría captado sólo 12,4% de los indecisos en marzo, mientras que Capriles habría convencido a casi 44% de ellos. Tal cosa significa que la reserva de indecisos se ha adelgazado; ya sólo quedaría 7,4% de indecisos—lo que llama la atención por su exiguo tamaño a cinco meses de las votaciones; usualmente este porcentaje es mayor—, y ese porcentaje es exactamente el crecimiento experimentado por Capriles en el último mes. Si Capriles repitiera tal desempeño y Chávez no captara un indeciso más, entonces ya no habría más indecisos para convencer y Capriles sumaría 7,4 puntos a sus actuales 34, para alcanzar un techo teórico de 41,4, o 17,2 puntos por debajo de Chávez. (Claro, esto no toma en cuenta el caso de un crecimiento de Capriles dentro de un juego de suma cero contra Chávez, en el que lo que uno ganara el otro lo perdería).

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No dispongo de otras cifras provenientes de IVAD; en cambio, he podido ponerme en las treinta láminas que componen el Resumen Ejecutivo del Monitor País (Reporte Electoral) de la firma Hinterlaces, del 21 de abril de 2012. (Abajo, un enlace permite descargarlas en .pdf). Este estudio corresponde a lo medido en 1.529 entrevistas directas en hogares, en una cobertura geográfica de toda la población urbana y rural del país según una muestra estratificada, semi-probabilística, polietápica y aleatoria que rinde un nivel de confianza de 95% y un error muestral máximo admisible de ±2,7%. Fueron sus variables de control la edad, el sexo y los niveles socio-económicos y educativos, y los datos fueron levantados entre el 10 y el 18 de este mes.

De una vez, traigamos el dato significativo global, comparable a lo que conocemos de IVAD. Para Hinterlaces, Chávez adelanta en 19 puntos de intención de voto a Capriles:

Intención de voto medida en abril de 2012

Ese registro es 1% superior al obtenido por la misma firma el mes anterior, cuando medía 52% a favor de Chávez y el mismo 34% para Capriles. (Una semana después de las primarias de oposición, Capriles recababa 37% de intención de voto y Chávez 49%; esta mayor cercanía—sólo 12 puntos de diferencia—se diluyó en poquísimos días, luego del anuncio de la recidiva del cáncer en la humanidad presidencial).

José Rafael Revenga describe la peculiaridad de Oscar Schemel, el capitán de Hinterlaces, con el siguiente cognomento: «el mejor conceptualizador de los encuestadores venezolanos». Es una opinión con la que concurro; Schemel no se limita a ofrecer el dato bruto, sino que explica su razón de ser, el proceso de psicología social que está detrás de los resultados, y lo que dice tiene sentido, cuadra con lo que un buen ojo clínico descubriría. Seguramente es la doble metodología de Hinterlaces lo que permite a Schemel la formulación de explicaciones convincentes; además de las encuestas convencionales, la firma reúne focus groups que le permiten profundizar en las razones de los ciudadanos representativos de posturas típicas para sostenerlas, sean éstos de simpatía oficialista, opositores o gente no alineada con ninguno de estos polos.

Tres quintas partes aprueban la gestión de Chávez

Las cifras de intención de voto encontradas por Hinterlaces tienen una base explicable en la evaluación de la gestión del Presidente. Para explicar el gráfico de la derecha que resume esa evaluación, la lámina 11 del Resumen Ejecutivo señala:

EVALUACIÓN DE LA GESTIÓN PRESIDENCIAL

La enfermedad del presidente Chávez borró definitivamente de la psiquis colectiva y de la agenda pública la exitosa movilización de las Primarias de la Oposición, anulando además el debate electoral.

Se impuso nuevamente una hiper-personalización del debate político-electoral en la figura del presidente.

El juicio crítico respecto a la gestión del Presidente Chávez fue desplazado por un juicio emocional y moral que se tradujo en respaldo incondicional.

La evaporación de las primarias de la MUD

Estructuralmente, pues, la posición del candidato de oposición no ha mejorado según Hinterlaces; ha tenido incluso un leve retroceso de 1% en el último mes en términos de su distancia respecto de la intención de voto a favor de Chávez. Vista la cosa dinámicamente en un lapso mayor—noviembre 2011 a la fecha—se percibe más fácilmente el problema (el gráfico se lee a lo árabe, de derecha a izquierda: lo más reciente es lo registrado en la primera columna de la izquierda). El significativo efecto de las primarias consistió en el acortamiento de la ventaja de Chávez, que pasó de 16% a 12% una semana después del evento electoral opositor; mas, en pocos días, Chávez superaba la cota anterior y se adelantaba con 18 puntos de ventaja.

Percepción de la gestión en los últimos cuatro años

Del mismo modo, demos profundidad temporal a la evaluación de la gestión presidencial. Para esto, Hinterlaces suministra una lámina que cubre desde el año 2008 hasta estos últimos días; es digna de ser tomada en cuenta la nota que pone abajo con algunas interrogantes. (Hacer clic sobre la lámina para ampliarla). Si alguno de los efectos que enumera se diese, el efecto negativo sobre la valoración de Chávez no se daría por mérito de Capriles sino por demérito propio, y podría sugerir a gente propensa al sabotaje la introducción de acciones que agravaran las situaciones en ella descritas o, simplemente, el estímulo a la percepción de que se agravan.

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Son cosas como éstas las que encuentra la estratigrafía de la opinión más reciente. El papagayo tricolor no levanta vuelo más allá de cierto techo, y ésta es una situación harto conocida para los estudiosos de las campañas electorales en los países que las celebran. En 1983, Rafael Caldera, quien tenía una estatura y una sustancia muy superiores a las de Capriles Radonski (independientemente de las simpatías que suscitara), se dirigía irremisiblemente a su derrota a manos de Jaime Lusinchi, un candidato que objetivamente no le llegaba a los talones. En medio de la campaña, un pequeño respiro registrado por los estudios de opinión insufló un iluso triunfalismo en muchos miembros de su comando electoral. Referí este estado de ánimo y su equivocada interpretación en mis Memorias prematuras de 1986:

La campaña de Caldera, mostraban las encuestas, había logrado repuntar un poco. (Esto era lo que había despejado las aprensiones del comando de campaña). Sin embargo, dije, todo piloto sabe que se hace ascender un avión aumentando el flujo de combustible. Si el avión venía volando en un cierto “techo”, comienza a ascender. Pero sólo para colocarse en un nuevo techo; superior, por cierto, pero techo al fin. Y el problema era, no sólo que el nuevo techo conseguido no era suficiente, sino que el avión de Caldera ya no podía aumentar más el combustible porque ya no tenía otra cosa que ofrecer. (…) ¿Dónde estaba la gasolina necesaria para volver a subir de techo? No podría provenir del próximo anuncio del programa de gobierno, por lo que conocía de su mediocridad.

El avión opositor tiene su motor embanderado

Ésta parece ser, agravada, la misma situación que aflige a la candidatura de Capriles, que necesita mucho más que un tal «autobús del progreso» que no produce entusiasmo y se dirige inercialmente a un barranco. Si la apuesta de la oposición venezolana fuera la de cambiar oportunamente el autobús por un avión, su único motor, el candidato único que eligió el 12 de febrero, parece no generar empuje suficiente. (Hinterlaces e IVAD coinciden en atribuirle 34% de la intención de voto). Por cierto, ni Capriles ni su comando han hecho alusión alguna a lo que fuera cacareado hace apenas tres meses, el 23 de enero: el programa de gobierno de la «Unidad Democrática»; como en el caso de Caldera, no será de lo programático de donde vendrá el empuje extra para superar el actual techo de intención de voto. Lisa y llanamente, Capriles no calza los puntos de una contrafigura eficaz, no es gallo para Chávez, «no da», como decía Edmond Saade de Manuel Rosales un mes antes de las elecciones presidenciales de 2006.

Y es que tras esa candidatura insuficiente hay una limitación de origen: el hecho de que es la candidatura de la oposición. Es razonable suponer que la abstención de masa opositora el 12 de febrero de este año fue más bien baja, que fue a votar en las primarias una buena parte de la población que se define como de oposición. El movimiento favorable para Capriles, registrado por IVAD en el último mes, sería el crecimiento esperable de alguien que sacó 1.800.000 votos en dirección a los 3.000.000 de votos en la totalización. Hasta cierto punto es esto lo que explica Hinterlaces en una de sus conceptualizaciones características (láminas 28 y 29):

¿PRIMARIAS o PLEBISCITO? Más allá del objetivo de elegir al candidato único de la oposición, las Primarias se convirtieron finalmente en un Plebiscito, donde la motivación fundamental fue expresar el descontento y el malestar por la gestión del Presidente Chávez y de su gobierno. Los medios de comunicación destacaban la amplia participación de más de 3 millones de venezolanos, mucho más que el triunfo del candidato. De hecho, la comunicación de la oposición puso en segundo plano la elección del candidato único. Lo importante era protestar contra el presidente Chávez a través de la participación en estas Primarias. «Hay que ir a votar en las Primarias». Quienes participaron en este evento insistían más en manifestar su rechazo al Presidente Chávez que en su apoyo por cualquiera de los pre-candidatos. Hay que destacar que, con la elección del pre-candidato «menos confrontacional», el país opositor ha venido entendiendo o aceptando que no se puede vencer al Presidente Chávez desde una posición radical y extrema, opositora y anti-chavista. Visto como un Plebiscito, la participación ciudadana en este evento resulta limitada y explica el débil impacto que tuvo posteriormente sobre el respaldo electoral del candidato único de la oposición.

En la misma línea, Noticias 24 recogió el 22 de abril la primicia de José Vicente Rangel sobre la medición de IVAD ya reseñada, y citó algunas de sus palabras que a su vez citaban a Luis Vicente León:

El periodista acotó que el director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, señaló durante la reciente presentación de los resultados de los sondeos de la empresa que “se esperaba que la intención de votos por Capriles fuera superior a la suma de los precandidatos previo a las primarias, sin embargo, esto no pasó y aunque tres millones de votos fue buen resultado no dice nada porque para ganar el 7 de octubre se debe tener al menos 7 millones, resultado que se le hace cuesta arriba a Capriles”.

Hace un mes, la mayor parte de la dirigencia y la comunidad opositora prefirió ignorar, al menos ostensiblemente, la lectura de la mayoría de las encuestadoras, a pesar de que entre todas depositaron una capa de sedimento homogéneo que separa el estrato de los votos a favor de Chávez de los que Capriles recogería. La segunda capa está acumulándose y no parece haberse adelgazado. Ya van dos vaciados: IVAD e Hinterlaces; en los próximos días sabremos de otros. LEA

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Descargue el Resumen Ejecutivo del Reporte Electoral: MONITOR PAIS – ABRIL 2012

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La segunda elección

Célula maligna metastásica

Bueno, yo veo la enfermedad del Presidente. Su cáncer.

Ramón J. Velásquez

RJV: «El siglo que he vivido», 3 de abril

El cáncer es una enfermedad muy triste y de proceso lento. No quiere decir que el presidente va a estar convaleciente en los próximos 15 días. Vamos a empezar a ver complicaciones serias a partir de noviembre. Una vez que presente complicaciones graves su expectativa de vida va a ser aproximadamente de 30 días.

José Rafael Marquina

El Observador de Uruguay, 7 de abril

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La memorable actuación del Presidente de la República en Jueves Santo, inmerso en la conmemoración de la Semana Santa, con lágrimas y plegarias por su salud, ha desatado una actividad presagiosa en las filas de la oposición, así como curiosidad de los medios internacionales. Hace una semana, en una misa celebrada en su presencia en Barinas, adonde llegó directamente desde su segunda sesión de radioterapia cubana, Chávez rogó al cielo con estas palabras: «Dame tu corona, Cristo, dámela, que yo sangro, dame tu cruz, cien cruces, que yo las llevo. Pero dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y esta patria. No me lleves todavía». En una nota sin firma, el diario El Universal reseña un trabajo de la agencia AFP y reporta: «Para Carlos Raúl Hernández, doctor en Sociología y máster en Ciencias Políticas de la UCV, lo que ocurrió en la misa fue ‘una especie de delirio místico’ que revela ‘un estado de desesperación emocional. En ese acto, extremadamente conmovedor, parece que hay la posibilidad de una salida (de Chávez) del escenario político’, dijo Hernández al diario El Universal».

Pero el presidente Chávez conoce que las vicisitudes de su enfermedad parecen haber reforzado su aceptación y la intención de voto a su favor. Ha leído las cosas que Oscar Schemel (Hinterlaces) anda midiendo desde hace tiempo: “El presidente Chávez (…) es un líder religioso, es un líder carismático, los juicios emocionales pesan más que los juicios racionales, el juicio moral pesa más que el juicio objetivo (…) de hecho, buena parte de los soportes que explican esta valoración positiva tiene que ver con la percepción de que Chávez es bueno, tiene buenas intenciones, quiere a los pobres, realmente quiere hacer cosas buenas por los pobres y tiene buenas ideas y proyectos”. El 5 de marzo, en una de las láminas del Reporte Ejecutivo de su encuesta más reciente, dice Hinterlaces: «6 de cada 10 venezolanos está «de acuerdo» con la gestión del Presidente Chávez y un tercio del país está en «desacuerdo». La enfermedad vuelve a concentrar la atención en el liderazgo personal de Chávez y desplaza el cuestionamiento de las fallas de gestión». (En julio del año pasado, por lo contrario, Datanálisis reportaba que la enfermedad presidencial no impactaba cuantitativamente la valoración de su gestión; más recientemente, el 19 de marzo, la ministra Mari Pili Hernández ha opinado que la enfermedad de Chávez no da dividendos políticos a los opositores). Lo cierto es que la rogativa de Chávez en Jueves Santo puede ser vista como una táctica histriónica que lo refuerza como líder religioso, al pedir la cruz y la corona del Nazareno, mientras insiste en el asunto que lo favorece en la intención de voto: su dolencia cancerosa.

De hecho, parece estrategia decidida del oficialismo esto de promover la figura de Chávez como santo redentor. El lunes 2 de abril recibí llamada de Madelein García, periodista de Telesur, para solicitarme una entrevista que ostensiblemente era para hablar de las últimas encuestas. Habiendo tratado en este blog tal asunto (Schemel, el aguafiestas, HCF vs. HCR, La carga del autobús ligero y Capriles el pensativo) estaba preparado para cualquier pregunta y no tenía razones para negarme. La conversación con la entrevistadora duró una hora; he aquí el resultado:

¿Debía sorprenderme? El 11 de enero de 2007 escribí en la Carta Semanal #220 de doctorpolítico: «…a juzgar por sus constantes identificaciones con Jesús de Nazaret y la repetición de sus críticas a muy conspicuos personajes de la iglesia católica venezolana, pudiera estar pensando—su megalomanía da para eso—en hacer, al estilo de Enrique VIII, una iglesia ‘bolivariana’ de la que él sea papa».

Sólo la incapacitación o muerte de Chávez antes del 7 de octubre impediría que ganase las elecciones presidenciales de este año. La ventaja que lleva a Capriles Radonski en las encuestas es prácticamente insuperable y, como hemos visto, aprovechará toda la intención de voto lastimosa y religiosa que pueda suscitar. También repartirá bolívares a granel; acaba de poner la guinda del aumento del salario mínimo, el que favorecerá a dos millones de jubilados. ¿Qué puede hacer Capriles? Ante el aumento reaccionó en Twitter: «Este Gobierno acabó con el empleo de calidad, nos toca muy pronto activar nuestra economía, generar confianza y crear millones de empleos». Hace unos días recomendó que el Presidente dejara de insultar y se acercara a Dios en Semana Santa. Al menos en lo segundo, Chávez le hizo caso.

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José Rafael Marquina se ha posicionado como el arúspice médico del absceso pélvico; es una estrella mediática que opacó, enviándolo al olvido, a aquel Dr. Salvador Navarrete que causara tanta furia con sus declaraciones en los círculos chavistas. Ha decidido competir con Nelson Bocaranda—el Chacal de la Información—en esto de diagnosticar y pronosticar el padecimiento de Chávez sin verlo en su consultorio. Parece tener interés en demostrar que su deceso está a la vuelta de la esquina.

Ahora es su pronóstico más preciso que Chávez no sufrirá complicaciones serias hasta el mes de noviembre—esto es: después de las elecciones—y entonces morirá entre diciembre y enero. Si Marquina termina teniendo razón, entonces el futuro más probable es que pueda vencer en las elecciones de octubre y, como Presidente electo y en ejercicio, se produciría su falta absoluta antes de que tomara posesión o poco después. Veamos qué ha previsto la Constitución Nacional para tal circunstancia:

Artículo 233. Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: la muerte, su renuncia, la destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, la incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional, el abandono del cargo, declarado éste por la Asamblea Nacional, así como la revocatoria popular de su mandato.

Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional.

Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal y directa dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva.

En los casos anteriores, el nuevo Presidente o Presidenta completará el período constitucional correspondiente.

Si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar el mismo.

En consecuencia, vendría una segunda elección presidencial después de que Capriles haya sido derrotado. Él querrá presentarse a esa elección y la Mesa de la Unidad Democrática tendrá, como se dice, que morir con él. No va a organizar otras primarias, y Datanálisis vendría en su auxilio con mediciones—del 29 de febrero al 7 de marzo—que lo visualizan ganador ante los previsibles sustitutos de Chávez: Capriles 33,4%-Jaua 29,5%; Capriles 33,7%-Maduro 23,3%; Capriles 34,4%-Cabello 20,4%. A pesar de esto, las ganas de otros candidatos diferidos renacerán con fuerza y argumentarán que Capriles ya tuvo su oportunidad y fue vencido. Él dirá que su vencedor ya no existe.

Tal escenario no es una certeza; en verdad, la envergadura de la incertidumbre es bastante mayor. Hay una probabilidad no nula de que Chávez sea reelecto y pueda gobernar unos pocos años (no creo probable, sin embargo, que rebase los cuatro años del próximo período, lo que le permitiría a su Vicepresidente completarlo sin necesidad de nueva elección). Tampoco es nula la probabilidad de que se produzca la falta absoluta del Presidente antes del 7 de octubre de este año. La fábrica de rumores estuvo operando el lunes de esta semana (9 de marzo), en correos de fuente no identificada con los peores datos acerca de la salud de Chávez; también ese día, Nelson Bocaranda aseguró por Twitter que se celebraba en Cuba una reunión de militares venezolanos y cubanos para discutir «planes a seguir en caso de que Chávez no pueda seguir en campaña. Acciones de calle no están descartadas ¿Desespero?»

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Lo cierto es que desde las elecciones del año 2000 los electores venezolanos hemos debido optar por sólo dos opciones, en campañas y comicios fuertemente polarizados. En uno de los dos polos se ha ubicado insistentemente Hugo Chávez: el candidato de un trasnochado y pernicioso socialismo militarista; en el otro, un candidato de oposición que se justifica esencialmente por la maldad del primero, pero que representa también una vieja manera de entender la política: la lucha por el poder con la coartada de una ideología. Manuel Rosales se decía partidario de la «democracia social», un intento mercadotécnico de no decir socialdemocracia. Capriles Radonski es militante de Primero Justicia, cuya definición ideológica—hizo todo un congreso para eso—es demócrata cristiana.

Vieja política: todas las ideologías son obsoletas como fundamentación de una política responsable, llámense «socialismo del siglo XXI» o «capitalismo popular». La época exige una política post-ideológica, transideológica. La probabilidad de una candidatura que exprese tal necesidad aumenta significativamente en el escenario delineado por el Dr. Marquina, y la ventana de oportunidad parece que estará abierta entre el próximo 8 de octubre y enero de 2017. LEA

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