La política del insulto

El militarismo: ingrediente esencial del fascismo

El militarismo: ingrediente esencial del fascismo

 

In order to understand this new period in Venezuelan politics the focus should be centered in an anthropological approach, in the sense of understanding that a totally new set of political values and styles has emerged with Chávez’ ascension to power. This implies, among other things, discarding common analyses of his ‘breaches of political etiquette’ in order to grasp essential processes.

Understanding Chavez, Presentación a British Petroleum Exploración de Venezuela, 21 de junio de 2000

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La llegada del chavismo al poder fue el arribo de una nueva cultura política al país. Nuevos símbolos, nuevos usos, nuevos estilos. Una clara anticipación de esta llegada se encuentra en El laberinto de los tres minotauros, del filósofo apureño—Doctor en Filosofía y Filología de la Universidad de Viena, luego Profesor de la Universidad de Los Andes—José Manuel Briceño Guerrero. En la Ficha Semanal #46 de doctorpolítico (17 de mayo de 2005) dejé constancia que supe de eso «por una cadena de mediaciones»:

El noble arquitecto y diseñador, mejor amigo, Juan Bravo Sananes, me envió desde Maracaibo el dato que a su vez había recibido de su hermano, residente en Canadá: el soplo acerca de un blog extraordinario, cuyo responsable es el venezolano Francisco Toro Ugueto, que lo alimenta desde Maastricht. En particular Juan refería un trabajo de Toro sobre el libro El laberinto de los tres minotauros, del profesor José Manuel Briceño Guerrero, que enseña en la Universidad de Los Andes desde 1962. (En ese año llegaba a Mérida precedido de un aura de sabio; tuve entonces la oportunidad de escucharle tres “conferencias contradictorias” sobre materialismo dialéctico e histórico). Para completar la secuencia de mediaciones, hay que anotar que Toro se dio a la tarea de traducir al inglés extensos trozos de la obra de Briceño Guerrero, los que hizo preceder de sus propias notas y reflexiones.

Es de Toro esta penetrante lectura: “…explica no sólo por qué existe el chavismo, sino también por qué tiene éxito. La atracción política de Chávez está basada en el lazo emocional que su retórica crea con una audiencia que resiente profundamente su marginalización histórica. Funciona al hacerse eco de la profunda resaca de furia de los excluidos, una furia que Briceño Guerrero explica poderosamente. La retórica de Chávez está basada en una comprensión intuitiva profunda del discurso no occidental/antirracional en nuestra cultura, un discurso que ha sido alternadamente atacado, descontado y negado por generaciones de gobernantes de mentalidad europea. Chávez valida el discurso salvaje, lo refleja y lo afirma. Lo encarna. En último término, transmite a su audiencia un profundo sentido de que el discurso salvaje puede y debe ser algo que nunca ha sido antes: un discurso de poder”.

La iracundia, pues, es un elemento primario del chavismo; no es de extrañar que el insulto sea un rasgo definitorio de su proceder político.

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Los tres discursos americanos

Los tres discursos americanos

La tesis fundamental de Briceño Guerrero es que en América coexisten tres discursos que no se mezclan, pues son incongruentes: el Discurso Racional-Occidental (que vino con la civilización europea, la de las ideas y la alta cultura), el Discurso Mantuano (el de la dominación criolla de los descendientes españoles que se apoya en la religión) y el Discurso Salvaje (el de los pobladores originales y los negros traídos para la esclavitud, que derriba la estatua de Cristóbal Colón y pone en el Parque del Este que rebautiza Parque Miranda la réplica del Leander mirandino en lugar de la Nao Santa María). Como destaca Toro, el talento de Briceño Guerrero «radica en su capacidad de mimetizarse con cada uno de los tres discursos que describe: poco a poco, en cada una de las tres partes del libro, se va pasando a la primera persona, deja de describir el discurso y comienza a encarnarlo, a asumirlo, y a expresar—así en primera persona—sus contradicciones internas”. Así escribe como si no hubiera estudiado en Viena, como si fuera salvaje:

Las colinas, los bosques, los prados, los animales y las plantas tienen amo, tienen propietario. Yo camino sobre tierra ajena, donde soy tolerado como sirviente; y no hay ningún sitio que yo pueda llamar mío. Con mi trabajo pago a duras penas las cosas que consumo y el alquiler de las que uso. Uso y consumo las peores y aun así logro escasamente sobrevivir. Todas las cosas se cambian por dinero; mi trabajo también. Pero la cantidad de dinero que obtengo no me alcanza para comprar las que necesito. Ando manga por hombro y crío hijos malsanos condenados a vender su sangre.

A veces los amos tienen rostro latifundista, patrón. Yo les digo “Sí amito, sí patrón, lo que Ud. mande, jefe, ya mismo Don Ra-amón”. Pero cada día es más frecuente que no tenga rostro y se llame compañía anónima, ministerio, instituto, comité central, empresa transnacional; me entiendo sólo con capataces o funcionarios. De nada me sirve matar a los amos porque vienen sus herederos a tomar posesión; de nada me sirve matar a unos capataces o funcionarios porque nombran otros de inmediato, tal vez peores; sin contar los castigos y represalias.

Sé que mi presencia les repugna, que les doy asco, que si pudieran prescindir de mi trabajo (sustituyéndome por máquinas, por ejemplo), me eliminarían físicamente, me exterminarían como a ratas.

Camino encogido, con la cabeza gacha, reverente y como pidiendo perdón por existir, sobre la misma tierra donde mis ancestros se erguían altivamente para respirar a pleno pulmón el aire de su mundo en la holgura de la patria; pero hubo un combate y fueron vencidos. Pelearon y perdieron; nosotros heredamos el oprobio de su derrota así como ellos, los otros, los de arriba, aquellos a cuya merced estamos, heredaron los privilegios de la victoria. ¿Podemos preparar otro combate, la revancha, una batalla a campo abierto, con clarines, en un día brillante de banderas y metales bruñidos, o perseveraremos en esta sórdida situación de resentimiento, saboteo, doblez, odio reprimido, envidia y papel?

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La fina pluma de Ángel Bernardo Viso corrobora y justifica de algún modo el airado reclamo de los diferidos en sus Memorias marginales: «La teoría del gendarme necesario, inventada por razones de praxis política, responde al temor de las clases sociales conservadoras ante el riesgo de una incivilizada conducta popular. (…) El temor a los pardos sirve así para justificar a Gómez, como hubiese servido en el caso de otro dictador absoluto; se les teme por insumisos, en potencia o en acto, desde el día en que los dos bandos en pugna, al comenzar la rebelión republicana, quisieron conquistar su apoyo y permitieron sus desmanes; para impedir éstos y construir la República, se requiere mano dura: los pardos son hijos del rigor…»

La contradicción histórica en que incurre la clase dominante—cuyo refinado fruto es Cesarismo democrático—tiene numerosos antecedentes en otras latitudes y en otros países: esa clase olvida la mansedumbre de los pardos durante la Colonia, a pesar de algunas sublevaciones aisladas, hasta el espléndido crepúsculo de aquélla en el siglo XVIII; incitados por los mantuanos, y, ante el acoso de éstos, por los realistas, a subvertir el orden político y social, son temidos luego por los descendientes de sus mentores, en busca de un gendarme para contener su amenaza. La dictadura propuesta con tan buenas razones, y en nombre del positivismo científico, esconde un miedo irracional profundo: la nostalgia del pasado, del tiempo en que los esclavos obedecían y las numerosas servidumbres permitían el ocio de los señores. El pasado regresa, en forma de teorías, que en verdad son fantasmas.

Más de una vez adujo Hugo Chávez que él era el dique de contención de esa furia ancestral.

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El chavismo trajo consigo rasgos endurecidos, actitudes agresivas, técnicas útiles para su dominación, destinadas al descrédito y el amedrentamiento. La nomenclatura maniática del oficialismo es una de sus manifestaciones; Chávez fue el gran nomenclador despectivo de la comarca—escuálidos, Cuarta República, majunche—, y sus herederos han continuado esa práctica. Toman prestados los insultos del marxismo—burguesía (que viene de burgo, ciudad) y oligarquía (que es la patología de la aristocracia)—y etiquetan a mansalva con epítetos insultantes. Uno de sus favoritos es fascista, y en su primitivo e inconsistente razonar emplean ese cognomento con inexactitud. En el fondo, nada nuevo; en tiempos del forcejeo de la Rusia y la China comunistas (1960-1989), la gente de Mao Zedong llamaba fascistas a los rusos, y la de Khrushchev hacia lo propio con sus antiguos aliados chinos.

Hay fascistas de izquierda

Hay fascistas de izquierda

El fascismo, por supuesto, era la ideología de Benito Mussolini, acogida interesadamente por Adolfo Hitler, Francisco Franco Bahamonde y Juan Domingo Perón; en cierta forma, por Marcos Pérez Jiménez, dictador admirado y defendido por Hugo Chávez. El componente fundamental del fascismo es la glorificación y primacía del Estado, que se supone encarnado en el líder, sea éste Duce, Führer, Caudillo, Corazón de la Patria o Comandante Eterno. El fascismo no es ni izquierda ni derecha; de hecho, más de una vez se le presentó como tercera vía, la misma designación de la Doctrina Social de la Iglesia y la postura de Tony Blair, que Chávez dijo seguir en comparación expresa con el político inglés. El fascismo es dictadura fundada en el militarismo: «Fascists seek to unify their nation through a totalitarian state that promotes the mass mobilization of the national community, relying on a vanguard party to initiate a revolution to organize the nation on fascist principles. Hostile to liberal democracy, socialism, and communism, fascist movements share certain common features, including the veneration of the state, a devotion to a strong leader, and an emphasis on ultranationalism and militarism». (Wikipedia). Si algo parece fascismo es el chavismo, y por eso sería apropiado que el oficialismo venezolano no llamara fascistas a sus adversarios.

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Si uno entendiera, ayudado por Briceño Guerrero y Viso, que el chavismo no es un mero capricho gratuito, los gobernantes venezolanos podrían comprender que el combustible de la ira es una guía neurótica de la política. Prácticamente todas las conductas que critican y desprecian se encuentran en ellos mismos, y todas son rasgos de la humanidad, no propias de la condición de empresario o profesor universitario. Censuran al Imperio, pero se conducen imperiosamente; se justificaron originalmente como rebelión ante las prácticas corruptas de políticos que los precedieron, pero ahora declaran la emergencia nacional contra la corrupción y convierten eso en pretexto de poderes absolutos; llaman golpistas a sus contendores y surgieron de asonadas.

El chavismo es una enfermedad: una fiebre que vino de una larga pobreza, de un longevo sufrimiento; pero es tiempo de que ceda. Su existencia conduce a cosas malas, muy malas. Briceño Guerrero vio asimismo con claridad la patología revolucionaria:

He visto también—deseara no haberlo visto—que la revolución, caso de ser practicada en serio y caso de triunfar, conduce a formas de injusticia y opresión más abominables que las actuales. Esas formas nuevas de injusticia y opresión las he visto en los ojos y en las palabras de los dirigentes más sinceros, más esforzados, más leales a la causa. Se sienten salvadores mesiánicos, avatares de la historia; creen conocer mis intereses, mis deseos y mis necesidades mejor que yo mismo; no me consultan ni me oyen; se han constituido por cuenta de ellos en representantes míos, en vanguardias de mi lucha; son tutelares y paternalistas; prefiguran ya el Olimpo futuro donde tomarán todas las decisiones para mi bienestar y mi progreso; las tomarán y me las impondrán en nombre mío, a sangre y fuego en nombre mío. Yo bajo la cabeza diciendo “Sí camarada, sí compañero, eso es lo que hay que hacer, tiene razón, viva”. Les sigo la corriente para que no me peguen y para no desanimarlos; pueden producir esos momentos de relajo, de caos, cuando parpadea la vigilancia de los gendarmes, cuando puedo descargar impune mi rencor, mi cólera reprimida, mi odio; después de todo, ese alivio esporádico es el mendrugo que me toca en el tejemaneje revolucionario mientras llegan días peores, los del triunfo revolucionario.

Chávez, para bien o para mal, fue una figura descomunal, un líder de proporción heroica; adquirió «…una estatura mundial que, independientemente de su corrección, es superior a la de cualquier candidato emergido o emergente y a la de cualquier otro presidente venezolano de la historia, en verdad segunda sólo tras la de Bolívar». (Tío Conejo como outsider). Lo hicieron y rompieron el molde, y Nicolás Maduro sólo tiene una forma de adquirir significación: superar su odio.

A unos petroleros ingleses que querían «entender a Chávez» les propuse la metáfora del Mulo el 21 de junio de 2000: «The appearance of an unforeseen mutant and sterile powerful leader (The Mule), in the second volume of Isaac Asimov’s trilogy Foundation, can serve as a metaphor for understanding Chávez’ phenomenon. It may be sterile in the sense of not being able to produce a successor with his same features».  Maduro no debe, no puede empeñarse en ser calco de Chávez; si va a servir a su pueblo, es como su unificador. En la medida en que continúe la política del injusto insulto agresivo, inexacto e inútil, dañará más a Venezuela, necesitada de reconciliación. Tiene que dejar atrás la lucha fratricida, aunque Nicmer Evans se moleste. LEA

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Correcciones de estilo

Brewer Carías ante la Corte Interamericana de DH

Brewer Carías ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos

 

Hoy se ha separado Venezuela de la Convención Americana de Derechos Humanos. El motivo que aduce el gobierno presidido por Nicolás Maduro se remonta a 2002, cuando su madre organizacional, la Organización de Estados Americanos, habría reconocido al gobierno espurio de Pedro Carmona Estanga. Esto no ocurrió nunca formalmente, pero sí hubo dudosas actuaciones de su Secretario General de entonces, César Gaviria. Una nota de Valentina Lares Martiz en Tal Cual (Las mil caras de la OEA, 24 de abril de 2002) señala:

La reunión del Consejo Permanente de la OEA el sábado 12 de abril, efectuada de urgencia para estudiar la situación de Venezuela, no sólo mostró a Caracas quiénes son los aliados del gobierno del presidente Chávez, sino que comprobó además que la ambigüedad del organismo empieza por la misma Secretaría General. Por ahora, el canciller venezolano sólo se ha limitado a decir que Venezuela «salió sola» del golpe de Estado «pues no hubo intervenciones determinantes ni de la OEA ni el Grupo de Río». La reacción de los demás países «está en evaluación».

Una guabina colombiana

Una guabina colombiana

Más adelante, el reportaje anota: «Un día antes de la reunión formal del Consejo Permanente, estaban todos los jefes de misión reunidos con el Secretario General de la OEA, César Gaviria, menos el representante venezolano, Jorge Valero, justo después de que Carmona, en Caracas, hiciera su autojuramentación. Aunque la OEA planificaba su reunión formal para el día siguiente y allí evaluaría la legitimidad del nuevo gobierno, ya Gaviria había adelantado su impresión sobre los acontecimientos. Señaló que el gobierno del presidente Chávez había sido depuesto y que, por consiguiente, el representante venezolano, Jorge Valero, no debía entrar a la reunión de Consejo Permanente del sábado. La tarea de darle la noticia a Valero la asumió el representante de la misión chilena, Esteban Tomic». También refiere Lares Martiz lo siguiente:

Según explicaron fuentes bien informadas de países caribeños y centroamericanos, desde el principio de la reunión unas cuantas misiones comenzaron a hacer los esfuerzos correspondientes para reconocer el gobierno de Carmona Estanga: Estados Unidos, Ecuador, El Salvador, Costa Rica y, menos abiertamente, Colombia. Ya el gobierno de Nicaragua había respaldado abiertamente al «gobierno de transición».

La presión ejercida por estos países, y especialmente el peso específico que representa la figura de Estados Unidos, dilató la invocación de la Carta Democrática, cosa que sí deseaba buena parte de los países «fuertes» de la OEA (como México, Argentina y Brasil) y especialmente los estados caribeños. Iniciadas las primeras discusiones, una segunda intervención de Gaviria destapó la molestia de los países que no respaldaban el golpe dado en Venezuela.

Y es que el Secretario General aseguró que, desde Caracas, el recién instalado gobierno de Carmona le «informó» de la destitución de Valero, quien entonces debía abandonar inmediatamente la sala. La respuesta vino de la representación de Barbados, cuyo jefe de misión recordó al Secretario General que no era su potestad decidir sobre la legitimidad de los gobiernos, y que en el caso especial de la legitimidad del gobierno de Carmona, ese era justamente el tema de discusión de ese Consejo Permanente. En esa misma intervención, se le señaló a Gaviria lo «improcedente» de que él fungiera como enlace entre el «nuevo» gobierno venezolano y la OEA y, más aún, que ordenara el cese de funciones de un embajador sin que se cumplieran los respectivos trámites.

(…)

Una tercera intervención de Gaviria sentaría definitivamente las posiciones en la mesa.

En esta oportunidad, el Secretario General aseguró haber recibido—esta vez no se sabe si vía fax o vía telefónica—otra comunicación del gobierno de Carmona invitando a la OEA a que enviara a Venezuela una comisión para verificar que el recién nombrado gobierno no había dado ningún golpe de Estado.

En esa oportunidad, fue la representación de Brasil la que puntualizó: a partir de ese momento no se va, ni siquiera, a leer ningún tipo de comunicación que provenga del gobierno de Carmona Estanga. Al menos no hasta que estuviera definida la situación en Venezuela.

La rápida descomposición del gobierno de Carmona, además de la fuerte posición del resto de los países latinoamericanos y caribeños, hizo ceder al embajador estadounidense (Roger Noriega, antiguo asesor del senador Helms), que finalmente accedió a condenar la ruptura del hilo constitucional y enviar una comisión de verificación a Venezuela encabezada por Gaviria. La versión manejada por las fuentes es que lo rápido de las circunstancias privó entre los embajadores para que Gaviria fuera el designado como jefe de la misión. Para tomar distancia de la posición asumida inicialmente, la agenda del Secretario General en el país fue, además de corta, profundamente «gobiernera».

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 María Lilibeth Da Corte da cuenta hoy en El Universal (Maduro: «Se le acabó el tiempo a la Corte IDH»):

Tras acusar al Sistema Interamericano de Derechos Humanos de reconocer al gobierno de Pedro Carmona Estanga, de «perseguir a la democracia venezolana» luego del golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002 , de «proteger terroristas» y convertirse «en un instrumento de persecución contra los gobiernos progresistas», el mandatario sentenció: «¡Ya basta! Se le acabó el tiempo a la CIDH (en referencia a la Corte), se le acabó el tiempo y es la mejor decisión que nuestro comandante pudo haber tomado».

«Ellos se creen un poder supranacional, que son un poder por encima de los gobiernos legítimos del Continente», dijo Maduro al afirmar que el Sistema Interamericano de DDHH «está capturado por los intereses del Departamento de Estado de Estados Unidos».

En conferencia de prensa realizada en el salón Simón Bolívar del Palacio de Miraflores, ante la pregunta de un periodista, Maduro criticó a la oposición por impugnar ayer ante la CIDH su elección por supuesto fraude. «¿Qué tiene que ver la CIDH con el quinto poder soberano y autónomo que es el Poder Electoral», preguntó, al calificar de contradictorio «estar inscribiendo candidaturas (para los comicios municipales) y meter un documento diciendo que aquí se hace fraude», dijo.

«Ellos (oposición) aspiran a que la CIDH saque una decisión y diga que yo no soy Presidente. ¿Para que? ¿Para justificar una invasión será? Uno puede pensar que lo hacen por estúpidos, pero no lo hacen por estúpidos sino por perversos», agregó el Jefe de Estado.

Recordó que pronto Venezuela va a presidir el Consejo de DDHH de las Naciones Unidas y aseguró que propondrá desde la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) crear una instancia que vele por las garantías fundamentales «para que Latinoamérica tenga un Consejo de Derechos Humanos nuestro, no de los gringos, no con una burocracia internacional que nos odia, que nos desprecia y que recibe orden del imperio».

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ONG de Derechos Humanos

Pero Liliana Ortega, Directora de COFAVIC—Comité de Familiares de Víctimas de los sucesos de febrero y marzo de 1989—sustenta un criterio dispar, según refiere Juan Francisco Alonso en el mismo periódico:

«Este Gobierno pasará a la historia como el que le quitó a la sociedad una de las escasas alternativas para obtener justicia (…) porque qué ha hecho la Corte sino dictar justicia», afirmó la directora de la organización, Liliana Ortega, quien recordó: «La única condena que hay sobre El Caracazo lo emitió la Corte, ningún tribunal ha dictado una en casi 25 años».

Para la activista la decisión es parte de una estrategia para silenciar a las víctimas y a las organizaciones que monitorean la situación de los Derechos Humanos, la cual comenzó en el ámbito interno con la reforma del Código Orgánico Procesal Penal (COPP) aprobada en 2012 por el fallecido presidente Hugo Chávez mediante la Ley Habilitante.

«En la reforma se nos arrebató a las organizaciones dos facultades fundamentales para el apoyo a las víctimas: La de representación ante los tribunales y la de poder presentar querellas contra funcionarios policiales y militares incursos en abusos», afirmó, al tiempo que denunció: «Se nos ha ido apartando con la idea de que al dejar solas a las víctimas ellas se debilitan y no denuncian, pero eso no es cierto. La voz de las víctimas seguirá siendo nítida, porque la dignidad de Venezuela seguirá siendo nítida».

En todo caso, ya Venezuela no estará sujeta a los dictámenes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,* a pesar de lo dispuesto en el Artículo 31 de la Constitución: «Toda persona tiene derecho, en los términos establecidos por los tratados, pactos y convenciones sobre derechos humanos ratificados por la República, a dirigir peticiones o quejas ante los órganos internacionales creados para tales fines, con el objeto de solicitar el amparo a sus derechos humanos. El Estado adoptará, conforme a procedimientos establecidos en esta Constitución y la ley, las medidas que sean necesarias para dar cumplimiento a las decisiones emanadas de los órganos internacionales previstos en este artículo». La clave de esta disposición es la frase «ratificados por la República», puesto que la denuncia por parte de Venezuela de la Convención Americana de Derechos Humanos suspende la ratificación hecha en 1969. La decisión de denunciar la convención fue tomada por el presidente Chávez el año pasado, a raíz de que la Corte de la OEA fallara a favor de Raúl José Díaz Peña, acusado y condenado por tribunales venezolanos como el autor de los atentados terroristas contra la sede de la Embajada de Colombia en Venezuela, en 2003.

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La Corte de la OEA

La Corte de la OEA

Y es ante esa corte que ya no nos obliga que ha recurrido el jurista Allan Randolph Brewer Carías para sostener «una petición presentada por Pedro Nikken, Hélio Bicudo, Claudio Grossman, Juan E. Méndez, Douglass Cassel y Héctor Faúndez Ledesma (en adelante ‘los peticionarios’), en la cual se alega que la República Bolivariana de Venezuela (en adelante ‘el Estado’) es responsable por la persecución política del abogado constitucionalista Allan R. Brewer Carías (en adelante ‘la presunta víctima’) en el marco de un proceso judicial en su contra por el delito de conspiración para cambiar violentamente la Constitución, en el contexto de los hechos ocurridos entre el 11 y el 13 de abril de 2002».

Germán Saltrón Negretti ha argumentado:

La Fiscalía lo imputó el 27/01/2005, por el delito de conspiración para cambiar violentamente la Constitución mediante la realización del Decreto Carmona. El Doctor Brewer fue citado a la Audiencia Preliminar y sus abogados defensores presentaron un escrito al Tribunal señalando «que rechazaban en todas sus partes, tanto en los hechos como en el derecho la acusación». Además indicaban que su defendido no se presentaría a la audiencia preliminar, porque no tenía garantizado su derecho a la defensa, y había recibido una propuesta de dar clase en la universidad de Columbia.

Es evidente que al rechazar y contradecir la referida acusación en todas y cada una de sus partes, están invocando las facultades del artículo 328 del COPP. Es innegable que al no presentarse el Dr Brewer a la Audiencia Preliminar el proceso se detiene, pero es un hecho imputable a él mismo. Lo que demuestra a la Comisión Interamericana que no se han agotado todos los recursos internos jurisdiccionales en Venezuela,  y la Comisión no debió admitirlo de conformidad con el artículo 46.1 de la Convención Interamericana de DH. Los defensores alegan que introdujeron un recurso de nulidad, pero éste tiene que resolverse en la Audiencia Preliminar según jurisprudencia reiterada del Tribunal Supremo de Justicia.

Venezuela le ha respondido a la Comisión y a la Corte, que la audiencia preliminar es la oportunidad que tiene el imputado para negar, contradecir, argumentar los hechos y el derecho, replicar, recusar, etc. Al imputado Dr Brewer y a sus abogados se le explicó en la audiencia en la Corte Interamericana que todos estos derechos pueden ser ejercidos solo en la fase de juicio pero no durante la fase preliminar de investigación, como lo han pretendido extemporáneamente los abogados de la presunta víctima, en su escrito del 24/01/2007, en el cual confunden (o ignoran) las etapas del proceso penal venezolano.

Además, cuentan con los recursos que no son extraordinarios, sino que lo acompañan en todo el proceso penal, tales como: Recurso de Revocación, el Recurso de Autos, el Recurso de Apelación, el Recurso de Casación y la Revisión de la Sentencia Firme. Para finalizar expusimos a los Magistrados de la Corte, que el Dr Brewer no sufrió ningún tipo de persecución política ni de otra índole pues gozó de libertad plena entre la fecha del golpe de Estado el 11 de abril de 2002, hasta  el momento que decidió irse del país en el año 2005. Cuando se dió a la fuga, el Tribunal de la causa le dictó Auto de Detención. Además, el Presidente Chavez el 31/12/2007, dictó una amnistía que benefició a todas las personas que estuviesen a derecho, involucrados en el golpe de Estado el 11 de abril de 2002, por lo cual no hay forma de que el prófugo sea condenado por tales hechos.

Si Venezuela fuera condenada nuevamente, de manera ilegal por esta Corte,  ello aportaría más elementos a la tesis de que esta Corte y la Comisión son un instrumento de confabulación internacional contra nuestro país, por organismos que se “autoproclaman defensores de derechos humanos” pero apoyan los golpes de Estado en la región, contra gobiernos legítimamente electos y progresistas. Además, ratificaría la pertinencia de las razones por las cuales Venezuela denunció la Convención Americana y marcaría el final definitivo de la credibilidad del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos.

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Carmona en fuerte Tiuna

Madrugada en Fuerte Tiuna

El propio Brewer Carías ha aducido, en escrito dirigido a la Fiscal 6 del Ministerio Público en el que alude al libro de Carmona Estanga sobre los acontecimientos de abril de 2002, lo que sigue:

1. El documento que serviría para la organización de un supuesto “nuevo gobierno” ya estaba redactado antes de que Carmona me llamara telefónicamente a mi casa en la madrugada del día 12 de abril de 2002.

2. La llamada telefónica de Carmona fue para conocer mi criterio jurídico sobre el mencionado documento, a cuyo efecto me mandó a buscar con su chofer. Mi actuación fue la de abogado, y no participé en reunión alguna ni con civiles ni militares en las cuales se hubiera tomado decisión política alguna en relación con los acontecimientos de ese día. Fui retornado a mi casa en la misma madrugada del 11 [sic] de abril, como Carmona lo indica en el libro (p. 110), sin haberle podido dar mi opinión sobre el documento.

3. Mi opinión jurídica a Carmona, quien era la persona que había solicitado mi opinión, sólo se la pude dar por teléfono desde mi casa al fin de la tarde del 12 de abril, que fue la única ocasión que tuve de hablar con él sobre el tema, pues lamentablemente no tuve oportunidad de hablar personalmente con él durante el día sobre el texto del decreto, a pesar de que fui al Palacio de Miraflores hacia el mediodía de ese día con tal propósito. Allí estuve poco tiempo, y salí pasado el mediodía, al no entender la dirección de los acontecimientos y captar que las decisiones políticas a las que se refería el proyecto de decreto no serían modificadas. Por tanto, no estuve en Miraflores durante la tarde del día 12 de abril, ni asistí al acto de instalación del nuevo gobierno.

4. Mi criterio profesional, expresado a Carmona, fue contrario a las decisiones políticas que estaban incorporadas en el documento; por eso las “diferencias en relación con el camino elegido” a que hace referencia el autor, quien además señala que discrepó de mis interpretaciones. Estimé efectivamente, que lo que se proponía como decisiones en el documento era contrario a la Carta Democrática Interamericana, que es el instrumento internacional sobre doctrina democrática más completo en el Continente, y por ende, contrario al orden constitucional; y por eso me alegré, como lo dice el autor, con la “rectificación posterior” del decreto que restablecía la representación popular de la Asamblea Nacional. Carmona hace referencia en su libro, además, a que uno de sus asistentes, en la noche del 12 de abril, le había solicitado que hablara conmigo para que conociera mis observaciones al Decreto (p. 148).

La primera afirmación de Brewer fue corroborada y ampliada por el Secretario General de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, quien declaró a Ciudad CCS el 9 de marzo de 2011: «Es mentira que ese decreto cayó del cielo, lo habíamos visto todos, una semana antes». Quizás Brewer Carías no estuvo incluido en ese «todos», pero el lunes 15 de abril de 2002 declaró al diario El Nacional que ante la renuencia de Carmona a aceptar su opinión, no le había quedado más recurso que sugerir correcciones de estilo. Es decir, el Dr. Brewer vio a un asesino presto a dispararle a alguien, le propuso inicialmente que no lo hiciera y, como el matador insistió en la ejecución, recomendó entonces que empuñara el revólver de otra forma y apuntara un poco más atrás en la sien de la víctima, más cerca de la oreja.

Pero no es esto lo más fundamental. Carmona Estanga no estaba facultado constitucionalmente para decretar absolutamente nada, pues no era el Presidente de la República, menos para la «rectificación posterior», que Brewer aprueba; aunque Hugo Chávez hubiera perfeccionado su renuncia a ese cargo—anunciada por el general Lucas Rincón en alocución de la madrugada del 12 de abril—, se habría estado ante la falta absoluta del Presidente de la República, circunstancia en la que su investidura y atribuciones debieron recaer sobre el Vicepresidente según manda la Constitución, no sobre el Presidente de Fedecámaras aunque unos militares, que tampoco tenían potestad para eso, lo encargaran del coroto. No sirve de excusa que Diosdado Cabello se hiciera ausente; se había puesto a buen resguardo en momentos cuando el Ministro de Relaciones Interiores, Ramón Rodríguez Chacín, había sido extraído de su residencia, con aderezo de coscorrones, por acción conjunta de las policías de Baruta y Chacao, en presencia de los alcaldes Henrique Capriles Radonski y Leopoldo López. Por no haber desaparecido, Tarek William Saab fue apresado y montado en una camioneta de detención.

Brewer Carías no ha debido nunca acceder a la petición de Carmona; ha debido decirle, simplemente: «Carmona, Ud. no es el Presidente de la República y, si lo fuera, tampoco podría desconocer los restantes Poderes Públicos. Ud. no puede consultarme una cosa así; Ud. es un usurpador».

De razón defectuosa

De razón defectuosa

A pesar de estas cosas, insistía ayer Asdrúbal Aguiar en Informe 21 (El caso Brewer): «Pero la cuestión que otra vez queda sobre el tapete de la opinión, ahora internacional, va más allá del caso Brewer, a quien Carmona consulta en la madrugada del 12 de abril sobre cómo proceder constitucionalmente al manejo de la transición que le encomiendan los militares y plantea el anuncio por éstos ante el país de la renuncia del Presidente Chávez. El ministro de la defensa y más tarde del Interior, hoy embajador del régimen, Lucas Rincón, es el vocero del renunciante. Pero se trata de una consulta que el académico atiende pero no acoge su interesado, quien al final opta por el decreto que le sugieren y mandan a redactar los propios militares en la circunstancia, que lee el abogado Daniel Romero»……….

La última vez que hablé con Allan Randolph Brewer Carías lo hice en su bufete, mientras despuntaba el año de 1999. La Corte Suprema de Justicia no había emitido aún su decisión famosa del 19 de enero de ese año, con la que abría la puerta a una consulta referendaria sobre la conveniencia de reunir una asamblea constituyente. Brewer me ratificó su posición al respecto, fundado en el Artículo 250 de la Constitución de 1961: «Esta Constitución no perderá su vigencia si (…) fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone». Como una constituyente no estaba contemplada en el texto del 61, no podría convocarse sin una propia reforma del mismo. Entonces, le dije aquella mañana: «Randy: la Constitución vigente no contempla ningún medio para su derogación; sólo habla de reformas o enmiendas. El Artículo 250 es una norma vacía». Recordé lo que ya había escrito para el diario La Verdad de Maracaibo cuatro meses antes (Contratesis, 10 de septiembre de 1998):

Es preciso reformar la Constitución de 1961 para que pueda convocarse una constituyente (Brewer-Carías y otros), pues hay que preservar el “hilo” constitucional. Incorrecto. El artículo 250 de la constitución vigente, en el que fincan su argumento quienes sostienen que habría que reformarla antes, habla de algo que no existe: “Esta Constitución no perderá vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone”. El texto de 1961 no dispone de medio ninguno para derogarla. Sólo menciona enmiendas o reforma general. No prescribe medio alguno para sustituirla por conceptos constitucionales cualitativamente diferentes. Además, el Poder Constituyente, nosotros los Electores, estamos por encima de cualquier constitución. Si aprobamos la convocatoria a una constituyente eso es suficiente.

La doctrina de supraconstitucionalidad del Poder Constituyente Originario, expuesta en ese artículo, sería acogida por la Corte Suprema de Justicia en su decisión del 19 de enero, pero el docto jurista con quien conversaba permaneció mudo; no atinó a rebatir mi interpretación sobre la vaciedad del Artículo 250. Poco después se postularía y resultaría electo diputado a la Asamblea Constituyente que antes estimó inconstitucional. Más adelante acogería su equivocado criterio el abogado Oswaldo Páez Pumar y lo ampliaría: en la Asamblea de Fedecámaras del año 2001 en la que se elegiría a Carmona como su Presidente, disertó sobre la peregrina tesis de que la constitución vigente era la de 1961, a pesar de que un referéndum aprobatorio promulgara el 15 de diciembre de 1999 la Constitución que nos rige. Su fundamento era la misma prescripción vacía del viejo Artículo 250, pero aun en el supuesto negado de que la constitución vigente fuera la derogada, tampoco ella autorizaba que unos militares decidieran quien debía encargarse de la Presidencia de la República. En la mañana del 12 de abril de 2002, cuando ya Hugo Chávez estaba detenido en Fuerte Tiuna, reiteró esa equivocación en unas Notas para una transición que envió por correos electrónicos a una lista que me incluía. Una hora después de su envío, estaba sentado a la mesa del Salón de los Espejos del Palacio de Miraflores; Carmona anunciaba que compondría un Consejo de Estado y que la mayoría de los sentados a la mesa formaría parte de él. A la tarde, convencido de la tesis de Páez Pumar que le proporcionaba falazmente tranquilidad de espíritu, Carmona pretendió decapitar, sin conseguirlo, los poderes de la República, quizás haciendo caso a las «correcciones de estilo» propuestas por Brewer Carías.

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Es lamentable que Venezuela se retire del sistema interamericano de protección de derechos humanos. La humanidad necesita construir su polis planetaria, y es importantísimo e imprescindible que los estados del mundo reconozcan poderes supranacionales como, por ejemplo, la Corte Penal Internacional de La Haya. Pero motivos hay para la denuncia venezolana de la Convención Americana de Derechos Humanos. No se trata de un mero capricho totalitario.

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*Para estar seguros, el Artículo 78 de la Convención Americana de Derechos Humanos establece: «1. Los Estados Partes podrán denunciar esta Convención después de la expiración de un plazo de cinco años a partir de la fecha de entrada en vigor de la misma y mediante un preaviso de un año, notificando al Secretario General de la Organización, quien debe informar a las otras partes. 2. Dicha denuncia no tendrá por efecto desligar al Estado parte interesado de las obligaciones contenidas en esta Convención en lo que concierne a todo hecho que, pudiendo constituir una violación de esas obligaciones, haya sido cumplido por él anteriormente a la fecha en la cual la denuncia produce efecto». Brewer Carías y sus asesores interpretarán que, a pesar de que la denuncia de Venezuela ya ha tenido efecto, su caso no tiene prescripción según el numeral 2 de ese artículo, pero lo expuesto por Saltrón debiera impedir que la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictamine que se cumplió un hecho que constituyó una violación de las obligaciones del país. Si decidiere en contrario, Venezuela simplemente desconocerá la sentencia, y habría que ver si Barack Obama querrá insistir en la aplicación de previsiones de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela, lo que únicamente acarrearía su suspensión como miembro de la OEA, y si una representación al efecto por Estados Unidos y algunos aliados contará con el voto favorable de las dos terceras partes de los miembros de la organización, necesario para que tal suspensión proceda.

LEA

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La bipolaridad es curable

Cambio climático-político deshiela los polos

Cambio climático-político deshiela los polos en Venezuela

El dato político más decidor de los últimos tiempos fue aportado el último día de agosto por Eugenio G. Martínez en El Universal. Así anuncia el sumario de su nota: «En las elecciones municipales previstas el 8 de diciembre próximo, según el balance general anunciado tardíamente por el CNE, competirán 16.088 candidatos para el total de 2.972 cargos a elegir. La cantidad de aspirantes postulados entre la Mesa de la Unidad y el Gran Polo Patriótico se estima en 5.584, por lo cual 67% de los admitidos no cuentan con el aval de los dos bloques políticos».

Ya esto no es una medición de opinión proporcionada por Datanálisis, Hinterlaces o IVAD. Ahora se trata de un hecho político que corrobora la interpretación de Schemel en junio: “El país es mucho más homogéneo de lo que parece. La muerte del presidente Chávez está reconfigurando la cultura política, está desradicalizando y despolarizando a la sociedad venezolana, que se está moviendo más hacia el centro y está rechazando mayoritariamente las posiciones extremas”.

A pesar de esta realidad, Henrique Capriles ha planteado que las elecciones del 8 de diciembre próximo deberán ser entendidas como un «plebiscito»—DRAE: 1. m. Resolución tomada por todo un pueblo a pluralidad de votos. 2. m. Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una determinada propuesta sobre soberanía, ciudadanía, poderes excepcionales, etc.—que determinaría los tamaños relativos de los polos de la película en blanco y negro: el «grande y patriótico» que apoya a Nicolás Maduro y el «unitario y democrático» que comanda el Gobernador del estado Miranda.

"Se parecen igualitos..."

«Se parecen igualitos…»

De este modo, Capriles incurre en imitación de conductas y posturas del difunto Hugo Chávez; para las últimas elecciones regionales (gobernaciones, alcaldías y concejales) del 23 de noviembre de 2008, Chávez se autoungió como jefe de campaña de todos los candidatos del socialismo, tal como Capriles se autopropuso respecto de los candidatos de oposición a las que vienen. Hace casi cinco años, comencé así la Carta Semanal #312 de doctorpolítico (20 de noviembre de 2008):

Aunque las candidaturas auspiciadas por Hugo Chávez triunfen en todas las alcaldías del país, aunque veintitrés gobernadores electos sean los que él quiso, aunque absolutamente todo cargo electivo a determinar el próximo domingo 23 de noviembre quedase en manos de algún partidario suyo, de estos hechos no se desprende que él queda libre para promulgar que se reelegirá indefinidamente. Primero, porque ya esa posibilidad fue negada el pasado 2 de diciembre, cuando una mayoría expresa del Poder Constituyente Originario negó tal pretensión; segundo, porque eso no es lo que se estará preguntando el próximo domingo. Ni de una totalidad de triunfos en los estados y municipios puede sacarse conclusiones sobre asuntos de exclusivo dominio nacional.

Luego vino, por supuesto, el referendo sobre la enmienda constitucional del 15 de febrero de 2009, que terminó aprobando la reelección indefinida, a pesar de que los estudios de opinión parecían indicar que el proyecto de enmienda sería derrotado. Creo que vale la pena refrescar lo siguiente:

Se habla ahora de sondeos recientes de la opinión que retratarían una pelea más o menos pareja entre el pro y el contra de la enmienda. En verdad, los sondeos posteriores a los trucos más obscenos—la ampliación de la reelegibilidad a todo funcionario por elección y la camuflada redacción final de la pregunta—están todavía en proceso. (La encuestadora Datos, por ejemplo, a pesar de lo que sugiriera hace poco algún articulista, no ha concluido el procesamiento de su encuesta). Pero los que fueron hechos en diciembre reflejan todos una ventaja marcada para la negativa.

Un estudio particularmente interesante fue el dirigido por Roberto Briceño León, John Magdaleno, Olga Ávila y Alberto Camardiel. Este esfuerzo combinó una encuesta nacional (22 de diciembre) y la realización de focus groups bastante especiales, pues fueron compuestos de modo que no se mezclaran partidarios del gobierno, sus opositores o gente no alineada con ninguno de esos polos.

Naturalmente, este estudio combinado encontró un cincuenta por ciento de claro rechazo a la enmienda, mientras que registró sólo treinta y seis por ciento de apoyo. (La gente más joven y la población femenina es la que más repudia la pretensión continuista; en términos etarios, el proyecto sólo tiene mayoría en las personas mayores de cincuenta y cinco años; en términos socioeconómicos, sólo el estrato E—numéricamente menor que el D—le da una mayoría de apoyo. También registra la conocida aprobación mayoritaria a la gestión de gobierno, 61,4%; pero al mismo tiempo computa en 52% la proporción de la población que tiene poca o ninguna confianza en Hugo Chávez).

Los focus groups arrojaron detalles muy significativos; tal vez el principal es la presencia de dudas e incomprensiones, hasta vergüenza, en los grupos conformados con partidarios del gobierno. La interpretación de la encuesta, por su parte, pone de manifiesto el carácter crucial de los electores no alineados ni con el gobierno ni con la oposición.

Quien escribe tuvo la fortuna de asistir a una rica presentación de Briceño León y Magdaleno sobre estos resultados. Como es su costumbre, no se limitaron a la medición y el diagnóstico, y enhebraron a partir de sus datos una serie, mayormente sensata, de recomendaciones estratégicas para afirmar el rechazo a la proposición continuista. Una recomendación específica llama la atención.

Briceño y Magdaleno, luego de expresar su convicción de que la inminente consulta ofrece una oportunidad para “reposicionar” a la oposición, argumentaron que era de la suprema importancia la elección de quienes debieran hacer ostensiblemente frente—fronting—al proyecto de enmienda. Hablaron de una disyuntiva—falsa, a mi manera de ver—entre estudiantes y líderes convencionales, dando a entender que no había otras voces posibles. (En intento pedagógico hablaron, debe reconocerse, de encontrar los “badueles” o “marisabeles” de 2009). Esto es, la recomendación de Briceño y Magdaleno es la de constituir un coro de tres voces: la de aquellos que aún no están listos (estudiantes), la de los rechazados (líderes convencionales), la de los saltadores de talanquera (“badueles” y “marisabeles”). ¿Es que no hay otras voces en Venezuela?

Llama la atención que, después de haber expuesto que sería decisiva la participación de los electores no alineados—el estudio combinado mide su tamaño a la par de quienes apoyan a Chávez y mayor que el de sus opositores, como lo han hecho desde hace al menos seis años todas las encuestadoras, en proporciones cambiantes que oscilan entre 35% y 50%—, no se saque la conclusión obvia. Antes que “badueles” o “marisabeles”, urge conseguir voces no alineadas, con discurso no alineado y argumentos no alineados para asestar el golpe definitivo a las pretensiones continuistas de Hugo Chávez. (En la Carta Semanal #316 de doctorpolítico, 22 de enero de 2009).

La enmienda que nunca debió prosperar

A esta prescripción no se le hizo caso, y el 15 de febrero de 2009—¡con una abstención de casi 30%!—resultó aprobada la enmienda propuesta por 54,16% de síes contra 45,13% de noes. Una vez más, los insuficientes conceptos estratégicos de la dirigencia opositora nacional condujeron a su derrota; una vez más, esa dirigencia dilapidó (como en 2004) una clara mayoría con su inepta conducción. Naturalmente, el gobierno hizo gala de su arraigada práctica ventajista, como en todo proceso electoral desde que el chavismo agarró por vez primera el coroto en diciembre de 1998.

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De nuevo, pues, la dirigencia opositora reitera su ineficaz planteamiento estratégico de polarización el que, por lo demás, no es otra cosa que la aceptación del planteamiento polarizante oficialista, solemne, ridículamente épico: Bolívar, la Patria, la Revolución, contra la derecha golpista, fascista y vendepatria. Y cuando digo la dirigencia opositora debiera decir la dirigencia encarnada en Capriles; es él, y no tanto la Mesa de la Unidad Democrática, el tesista plebiscitario, como es él el autoungido jefe de campaña de candidatos a unas elecciones locales («se parece igualito» a Chávez). La oposición venezolana se ha cansado de fustigar al oficialismo por su negación de lo alcanzado antes de 1999 en materia de descentralización, pero ahora niega ella misma esta doctrina al convertir elecciones que son de suyo locales en un «plebiscito», casi un referendo revocatorio del mandato de Maduro.

Los mecanismos constitucionales están a la disposición de iniciativas verdaderamente nacionales. Por ejemplo, basta la décima parte de los electores registrados para forzar un referendo consultivo sobre «materias de especial trascendencia nacional». (Artículo 71 de la Constitución). Si Capriles está tan seguro de comandar una marcada mayoría nacional, ¿por qué no, en vez de adulterar elecciones locales, recoge las firmas necesarias para preguntar al Poder Constituyente Originario si es su preferencia que Nicolás Maduro renuncie a su cargo, dado que aún no es tiempo para el doblemente costoso referendo revocatorio? (Posible a partir de 2016, con veinte por ciento de los electores como convocantes). En estos momentos, el Registro Electoral computa un total de 19.066.431 electores, por lo que 10% de ellos viene siendo 1.906.643 con capacidad de convocar un referendo consultivo. Ni siquiera necesita Capriles aplicar la abrumadora mayoría que dice tener; le bastaría solicitar las firmas de quienes votaron por él en las primarias de la MUD del 12 de febrero de 2012: un total de 1.911.648; le sobrarían 5.005 electores.

Teoría incompleta del plebiscito

Teoría incompleta del plebiscito

En una de las veces cuando planteó lo del pretendido carácter plebiscitario de las venideras elecciones municipales, Capriles reveló sus intenciones: “El 8 de diciembre será definitivo para lo que venga en Venezuela. Esos que están allí no van a estar seis años en el poder, tengan la plena seguridad”. Ha apostado a resultados que, aunque no lleguen a representar una mayoría de alcaldías para la oposición, sumados todos reflejen una mayoría nacional. En esto se siente apoyado por Luis Vicente León, quien ha dicho que el 8D contendrá un «componente plebiscitario». El 18 de agosto escribió en El Universal:

Está claro que el Gobierno ganará la mayoría de las alcaldías del país. Su penetración en poblaciones remotas, donde se escoge un alcalde con un puñado de votos, es evidente, frente a una oposición con ventaja en grandes centros poblados y pocos alcaldes. Pero el total de votos es otra cosa y ahí la batalla será campal. Si el Gobierno gana, dirá que el pueblo apoyó a Maduro y si pierde dirá que es un evento local que no pretende evaluar la gestión presidencial, mientras muestra el gráfico con su porcentaje de alcaldes. Pero es evidente que ganar o perder en el número de votos totales manda un mensaje político potente y la gente no debería ser tan bolsa como para no entenderlo, aunque con los años he comenzado a pensar que lo único realmente democrático… es la estupidez.

León especula sobre las interpretaciones oficialistas en uno u otro caso, pero no se refiere a las hipotéticas evaluaciones de Capriles, que pudieran ser éstas: si la votación total arrojare mayoría nacional de oposición revindicará la salida anticipada del gobierno («no van a estar seis años en el poder»), pero, si no logra esa mayoría, ¿va a repetir que le robaron las elecciones? ¿Hará otros viajes de turismo opositor al exterior? ¿Admitirá alguna vez lo que sus más radicales partidarios sostienen—quizás él mismo en privado, como María Corina Machado y Germán Carrera Damas—: que «esta gente» no sale por votos?

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Eugenio Martínez escribió el 31 de agosto: «En total para los comicios del 8 de diciembre el CNE admitió 1.964 candidaturas para burgomaestre. Considerando que los partidos que integran a la MUD presentaron 335 candidatos e igual cantidad inscribieron las organizaciones del GPP, existen 1.294 aspirantes (65,8%) que se presentarán a la contienda electoral sin el apoyo de los principales partidos del país». Se trataría entonces de un plebiscito entre opciones que sólo representan el 34,2% de las candidaturas. ¿Cuán representativa sería tal cosa? ¿Hasta cuándo se negará la realidad de que la polarización no es Venezuela? LEA

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Alto al fuego

La paz no necesita dudas

La paz no necesita dudas

 

Imagine all the people
 living life in peace… Imagine all the people
 sharing all the world…

John LennonImagine

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Condena de la hipocresía

Condena de la hipocresía

Un libro en octavo recortado con carátula verde, de tal vez 120 páginas de contenido, me llamaba desde la vitrina de una librería en la Avda. Independencia de Mérida, frente al Rectorado de la Universidad de Los Andes. Era Kalki o el futuro de la civilización, obra publicada en castellano por Doxa en 1954; su autor, Sri Radhakrishnan. Era el año de 1962 cuando la compré y la leí, pero no logro olvidar la página impar en la que resaltaba una condena de Radhakrishnan, que comenté en la Carta Semanal #38 de doctorpolítico (29 de mayo de 2003):

En Kalki: El futuro de la Civilización, Sri Radhakrishnan postulaba una convergencia, si se nos permite el uso del término, entre la civilización oriental—de la que él era, por supuesto, un representante—y la civilización occidental, predicción que por cierto no habría satisfecho a Mohatmas Gandhi en sus momentos de mayor ironía, pues a éste le preguntó una vez un periodista: “¿Qué opina Ud. de la civilización occidental?” Gandhi replicó: “Me parece una buena idea”. Radhakrishnan, en un pasaje del libro mencionado, discutía el fundamento ético del protocolo de Ginebra que proscribe el empleo de gases y armas bacteriológicas (1925) en los conflictos bélicos. No le parecía consistente que fuera permitido achicharrar a decenas de personas con bombas incendiarias o que fuese comme il faut atravesar el cerebro de alguien con una bayoneta, mientras se consideraba un atentado contra la urbanidad de la guerra el uso de un gas venenoso. Para Radhakrishnan esto equivalía a criticar a un lobo “no porque se comiese al cordero, sino porque no lo hacía con cubiertos”. Es decir, opinaba que el protocolo de Ginebra no era otra cosa que un ejercicio de hipocresía típicamente occidental.

«Según el Bhagavata puraná, Kalki vendrá al final de kali iugá—la era del demonio Kali (que no se debe confundir con la diosa Kalí)—montado en un caballo blanco, blandiendo una espada para matar a toda la humanidad (que estará completamente degradada) e iniciar una nueva satiá iugá—la era de la verdad—con los sabios que se han conservado puros en los Himalayas». (Wikipedia en Español).

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El mundo está en vilo por los acontecimientos de Ghouta, suburbio de Damasco en Siria bajo control rebelde, y sus posibles secuelas. Ya no se discute si el 21 de agosto armas químicas fueron empleadas allí—posiblemente la neurotoxina Sarín—, sino el número de víctimas—entre 300 y 1.700—y la autoría del ataque. Los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática—Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Israel, Suecia y Turquía, junto con otros partidos menores—adjudicaron la culpa al gobierno sirio; los representantes del PSUV—el propio gobierno sirio, Irán y Rusia—acusaron a los rebeldes del ataque. (El incidente ocurrió casi un año exacto después de que Barack Obama dijera—el 19 de agosto de 2012—que el uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al-Assad modificaría el «cálculo» de los Estados Unidos sobre el persistente conflicto civil sirio).

Ahora se espera los resultados de la observación de funcionarios de las Naciones Unidas en el área. Al principio, Assad negó el acceso a los inspectores, que se encontraban a unos 10 kilómetros del sitio envenenado; el 26 extendió el permiso a la inspección—luego de que la ONG Médicos Sin Fronteras contabilizara 355 muertes por armas químicas, el 24—y los funcionarios de la ONU fueron recibidos a tiros. El ejército de Hassad ha procedido a bombardear sistemáticamente el área del incidente, por lo que tal vez sea imposible encontrar una escena del crimen como lo quisiera CSI Miami.

Pero cuatro buques de guerra estadounidenses se aproximan a las costas sirias, mientras el Reino Unido reúne aviones ofensivos en Chipre, su base mediterránea. No se descarta que los EEUU e Inglaterra ataquen objetivos militares sirios en represalia por lo que han llamado una «absoluta aberración». Una operación de esa clase es sólo un castigo; no tendría como objetivo el derrocamiento del régimen de Assad, y si fuere dirigida, al menos en parte, contra los depósitos sirios de armas químicas posiblemente esparcería gases venenosos que pudieran matar más personas que las que murieron en Ghouta.

Los cadáveres de Gouta (clic amplía)

Los cadáveres de Ghouta (clic amplía)

Ese cuadro horrible es el resultado del pigmento con que se le pinta: el óleo de la Realpolitik. (Según la Enciclopedia Británica, esta clase de política “…postula que los estados buscan el engrandecimiento de su propio poder como un fin en sí mismo y que la búsqueda de ese poder se basa en la amenaza y el empleo de la fuerza militar y la coerción económica”). Es eso lo que el concepto convencional de la política—«los intelectuales, los sectores profesionales y empresariales, los líderes de la sociedad civil no pueden seguir de espaldas (…) a la realidad de los partidos que protagonizan la lucha por el poder”; Pedro Pablo Aguilar, 7 de junio de 1986—es perfectamente capaz de producir, porque la política «sería» así: «un peligroso escenario de Causas Generales que dominan el planeta (Montesquieu; Darwin)», según instruía Hugo Chávez a la Corte Suprema de Justicia en 1999. Bueno, en Siria este peligroso escenario darwiniano ya va por 100.000 muertos: en junio, 25.000 muertos (31,25%) eran del PSUV (soldados de Assad); 18.000 (22,5%) de la MUD (rebeldes) y 46,25% o ¡37.000 muertos eran civiles ajenos a la confrontación o Ni-ni! (Parecen números de IVAD: en julio, 34,8% de oficialistas, 23,2% de opositores, 42% de independientes no alineados).

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El mundo debe repudiar deliberadamente, con la mayor claridad y decisión, a los políticos que sólo saben pelear. En nuestro patio, una dolencia relativamente leve nos acosa cada día. Empalidece ante las tragedias siria y egipcia, por supuesto, pero tiene enferma a la psiquis nacional. Mutuas acusaciones y descréditos hablan de atentados reales o fabricados, corrupción oficialista u opositora, criminal negligencia industrial o traicioneros sabotajes, intenciones aviesas en la oposición o el gobierno. Asistimos a un teatro que no queremos contemplar y se nos impone: una guerra civil de baja intensidad. Una «patria segura» requiere también la seguridad psicológica, pero los asesores de imagen se han graduado en gerencia del espectáculo, y todos los días nos ofrecen un capítulo nuevo de su reality show más elaborado: La letrina nacional. (Descriptor de la Profra. María Eugenia García en Dr. Político #56 por Radio Caracas Radio, el 17 de este mes a punto de concluir).

Y esto consta en este blog en El causahabiente (4 de julio de 2013):

…en la quincuagésima emisión del programa Dr. Político por Radio Caracas Radio, sugerí al presidente Maduro la utilidad de verse en el espejo egipcio, cuatro días antes de que los militares depusieran el gobierno de Mohamed Morsi, que el domingo pasado cumplió escasamente un año de haber sido electo. Ayer, diecisiete millones de egipcios protestaban su gobierno en muchas de las ciudades de Egipto, y ese enorme enjambre ciudadano forzó su término y la transición en circunstancias que llaman a la preocupación. Wael Ghonim, un respetado ícono cívico en Egipto que había apoyado a Morsi hace un año, lo acusó de polarizar y paralizar al país, y opinó así: “Ningún país avanza cuando la sociedad está dividida de este modo, y el principal papel del Presidente de la República es unir, pero, desafortunadamente, el Dr. Morsi, el Presidente de la República, ha fracasado miserablemente en este objetivo”.

Si la paz va a llegar algún día a Egipto y Siria ¿qué excusa pudieran esgrimir nuestros operadores políticos convencionales para seguir sacándose los ojos entre sí? Hay que exigirles que depongan sus armas difamatorias y se sienten a conversar. Ya basta. LEA

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Lo que se viene

El pescozón de mardo a Capriles (El Nuevo País)

El pescozón de Mardo a Capriles (El Nuevo País)

Ni el Gobierno ni la Oposición lograron una movilización masiva en su convocatoria de ayer. Más apretada la concentración opositora y evidente el uso de recursos del Estado por parte del oficialismo, pero nada del otro mundo. Arriba, Capriles, camisa azul, cuando llama al diputado Mardo, leit motiv del evento, a compartir con él la tribuna. Abajo, Maduro en su estrategia de identificarse con Chávez. Ni lo primero mueve al pueblo opositor ni lo segundo es creído por el pueblo chavista.

El Nuevo PaísA media máquina, 4 de agosto de 2013

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Algún profundo estratega de la Mesa de la Unidad Democrática habrá dicho hace días: «Hay que calentar la calle». La retirada de Capriles del 17 de abril—convocó y desconvocó una marcha de protesta—fue reclamada por la parte más airada del pueblo opositor y también por algunos de sus dirigentes; notablemente, por María Corina Machado, grabada en conversación con Germán Carrera Damas. Fue ése el primer punto que trataron y el primero en que coincidieron. De allí la convocatoria a la concentración en defensa de Richard Mardo.

Como era de esperarse, el oficialismo inventó una marcha para el mismo sábado 3 de agosto de la concentración opositora en Los Ruices; es su táctica habitual. Pero, como registra El Nuevo País, ni la MUD ni el gobierno lograron interesar a la ciudad de Caracas, que siguió su vida sabatina como si la cosa no fuera con ella. Hay una fatiga, un aburrimiento derivado de la repetición, nada original, de esta clase de eventos.

Maduro centró su oferta en la recién estrenada lucha contra la corrupción. (Aunque el invento no tiene nada de nuevo; cuando Hugo Chávez inscribió su candidatura en 2006, salió del Consejo Nacional Electoral para declarar que su postulación convocaba al pueblo a ayudarlo a «continuar la lucha contra la corrupción». Siete años después, Maduro tiene que remendar la tela de la vieja bandera). Capriles defendió a Richard Mardo, pero centró su mensaje en el logro de un triunfo en las elecciones del próximo 8 de diciembre, no sin indicar que pudiera intentarse una asamblea constituyente el año que viene.

Esto es una aventura que ha venido siendo propuesta, con insistencia creciente en los últimos tiempos, en predios opositores, principalmente por Julio César Moreno León—ver en este blog La imaginación al poder para una crítica de la idea—, y el propio Capriles anticipó en su programa semanal de TV digital el 18 de junio: «No descartemos que en el futuro se lleve a cabo un proceso constituyente, porque para que este país pueda funcionar no solo basta con cambiar el Presidente. Aquí tiene que cambiar el sistema judicial, los alcaldes, el CNE, la Fiscalía, la Contraloría, tiene que venir un cambio absoluto». Bueno, para cambiar esos poderes no es necesaria una asamblea de esa clase; bastaría con ganar las elecciones municipales y las próximas de Asamblea Nacional, el órgano que elige todo lo demás. Una constituyente es para cambiar la Constitución por una nueva, y con ocasión de los Lineamientos para el Programa de Gobierno de la Unidad Nacional (23 de enero de 2012), Capriles refrendó lo siguiente:

44. La base normativa fundamental para el nuevo gobierno es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual calificamos como una Constitución democrática, respetuosa del Estado de Derecho y de los derechos humanos.

45. Ella representa no sólo el punto de partida ineludible desde la perspectiva de la validez y vigencia formal de las normas, aunado ello a su ratificación popular, sino también una plataforma jurídica aceptable para el despliegue de las políticas de un gobierno democrático. Permite el funcionamiento de instituciones democráticas y garantiza los derechos humanos.

Claro que se tiene la idea equivocada de que una constituyente es «originaria», con poder suficiente para repetir el abuso inconstitucional de la Preeliminación del Senado en 1999, antes de que la Constitución vigente hubiera sido aprobada y promulgada por el referendo popular del 15 de diciembre de ese año. (Oportunidad en la que no se registra reclamo de alguna importancia de Capriles, que entonces presidía la Cámara de Diputados).

Una plúmbea mediocritas, entonces, caracteriza a la política que ofrecen gobierno y oposición. El primero no termina de asentar el liderazgo de Maduro, lo que se refleja en encuestas (IVAD; Datanálisis, Varianzas) que encuentran una hipotética derrota suya ante Capriles si se repitiera las elecciones del 14 de abril. La segunda no ha demostrado al país que ese día le robaron las elecciones a Capriles.

Con tal de que no me preeliminen...

Con tal de que no me preeliminen…

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Pero lo que viene no son elecciones presidenciales, sino municipales. La última vez que se eligió alcaldes fue en 2008, junto con los gobernadores de los estados. El 23 de noviembre de ese año, el gobierno perdió terreno al nivel estadal, pues la oposición añadió tres gobernaciones a las alcanzadas en 2004 y la Alcaldía Metropolitana. El suscrito presumió, equivocadamente, que lo mismo ocurriría en materia municipal, pero el oficialismo conquistó el 82% de las alcaldías, dejando a las candidaturas opositoras sólo 58 de las 321 en disputa. Del mismo modo, luego de las elecciones presidenciales del 7 de octubre del año pasado, el desempeño opositor en las elecciones de gobernadores del siguiente 16 de diciembre empeoró; la oposición regresó a tener solamente dos de veintitrés gobernaciones. El propio Capriles, que pudo superar a Elías Jaua por 4,01%, obtuvo una votación porcentual menor que la que sacara en 2008.

De modo que la cosa no está cantada, a pesar de la ventaja de Capriles sobre Maduro en los últimos sondeos de opinión; se trata de unas elecciones diferentes. Me abstendré de predecir para no repetir mi error de 2008, aun cuando creo que la oposición conquistará más alcaldías que en aquel año. En cualquier caso, Varianzas ha medido en junio-julio 42,7% de simpatías por el PSUV y sólo 24,5% por Primero Justicia, el más grande fragmento de la MUD (Un Nuevo Tiempo 6,5%, Voluntad Popular 5%, AD 4,4%, COPEI 1,4%).

Ahora bien, conviene mirar con atención un caso particular: la candidatura de Antonio Ecarri a la Alcaldía del Distrito Libertador. Ecarri fue derrotado, según la MUD, por Ismael García en las primarias del 12 de febrero de 2012 con una diferencia de 500 votos, y él ha aducido votaciones irregulares que no pueden ser comprobadas a la destrucción de los cuadernos electorales por parte de la central opositora. Es decir, Ecarri reclama lo mismo que Capriles respecto de la última elección presidencial.

¿Puede la conciencia de Ecarri tolerar que quien fuera chavista por mucho tiempo, artífice de la «Lista Maisanta»—análoga a la Lista de Tascón—se convierta en alcalde en el centro de la capital? No parece ser el caso, y se da por seguro que en estos días presentará su fresca candidatura fuera de la federación opositora.

La dirigencia de oposición, y buena parte de sus seguidores, se ha mostrado constantemente dispuesta, no sólo a recibir a la disidencia del chavismo, sino a permitir que se conviertan sus miembros más conspicuos en dirigentes suyos: los generales Rosendo y Lameda, Alfredo Peña (primer Ministro de la Secretaría de la Presidencia de Chávez, diputado constituyente y Alcalde Metropolitano elegido en planchas de Chávez), Alejandro Armas (pretendiente miquilenista a la candidatura presidencial opositora en caso de que Chávez fuera revocado en 2004), Margarita López Maya (que trataba con sorna a quien osara oponerse al difunto presidente), Henri Falcón (que quiso posicionarse antes de su notorio ingreso a la MUD como líder de los no alineados), etcétera. Ismael García es otro caso más de ésos que apoyaron por tiempo considerable al oficialismo chavista y ahora son tenidos por héroes a los que se debe seguir.

Si se materializa la candidatura de Ecarri, estaremos ante una jugada con vocación de más amplia significación: una candidatura que no se identifica ni con el gobierno ni con su leal oposición. Su discurso puede hacerle anclar en el universo no alineado, y luego captar intención de voto de ambos polos. Pudiera ganar, y entonces se habría demostrado que no es necesaria «la unidad», ese monopolio mítico de la oposición, para derrotar al chavismo.

Un tal desenlace sería portentoso: sería el modelo a tomar en cuenta cuando llegue la próxima elección presidencial.

LEA

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Lo que sigue es el archivo de audio de una entrevista con Manuel Felipe Sierra por Radio Venezuela, en la misma fecha de esta entrada. Sierra introdujo el tema de Ecarri. Tres días después, quiso enfocar en Noticias 24 Radio las venideras elecciones municipales.

 Radio Venezuela, 05/08/13
 Noticias 24 Radio, 08/08/13
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