De izquierda a derecha: Anabella (su segunda nieta), Beatriz Cecilia (su primera hija), Matías (su primer bisnieto), Cecilia Ignacia (Nacha), Tilda (su perra más reciente, si no se cuenta el libro que acaba de leer–La perra–de Pilar Quintana).
No conozco gente que sepa de ella y no la quiera, y ella quiere—mis celos se desvanecen ante el hecho—estrictamente a todo el mundo y sobre éste distribuye su bondad.
Tengo la inmensa fortuna de que sea mi esposa Cecilia Ignacia Sucre Anderson («Nacha Sucre—¡qué nombre único y perfecto!»). En el prólogo de su libro—Alicia Eduardo – Una parte de la vida—, que me cupo el honor de escribir, asentaba: «es la misma Nacha Sucre de siempre, sabia ante la vida y el amor, la misma mujer de fresca relación con lo real, que escribe as a matter of fact de modo eficaz y bello con el don de los escritores natos».
Llevo casado con ella cuarenta y tres años, y puedo atestiguar que no ha cesado de crecer y derramar bondad sobre quien se ponga por delante. Nacha está hecha de amor.
Aunque no es mi madre, no quiero que pase este día sin obsequiarle lo que es tal vez la más hermosa melodía compuesta por el checo Antonin Dvořák: Canciones que me enseñó mi madre. Aquí es cantada bellamente por la soprano Ernestina Jošt, a quien apoyan la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Gimnazija Kranj—un conjunto de prestigiosas escuelas eslovacas—dirigida por Nejc Bečan, y el coro que conduce Erik Šmid.
Gracias, Nacha, de todos tus hijos, que son todo el mundo. LEA
………
* En 1979 fuimos marido y mujer, y nos dedicamos a procrear tres hijos hermosos, entre ellos el primer descendiente varón de mis suegros. (Trajimos uno previo cada uno; yo el ya aludido, ella una hija que vale la pena). Hicimos primero a Eugenia, a quien su abuelo le escogió el nombre para significar que era bien nacida; yo la exhibía feliz, al mes de haber venido, en mi oficina, y uno de los empleados la bautizó como Estrella de la mañana. Luego, Luis Armando, la copia exacta del mismo abuelo materno, genéticamente portador de 45 cromosomas Sucre, hombre de mil amigos en quien sus hermanas confían ciegamente. Por último, María Ignacia, nacida en el cumpleaños de mi madre para distinguirse mucho académicamente y con su pluma y, recientemente, en el ciclismo urbano. Los tres han heredado la nobleza de la madre.
Bogatýrs* (1898) de Víktor Vasnetsov (de izda. a dcha.: Dobrynia Nikítich, Ilyá Múromets y Alyosha Popóvich).
Ilyá Múromets (en ucraniano Ілля Муромець, en ruso Илья Муромец, literalmente «Ilyá (Elías) el de Múrom o de Mórivsk») es un Bogatyr medieval, que data de la Rus de Kiev. Es celebrado en numerosas bylinas (poemas épicos populares). Junto con Dobrynia Nikítich y Aliosha Popóvich son los más grandes Bogatýrs legendarios (caballeros errantes medievales).
Reinhold Gliére fue un compositor ucraniano con hermosa obra musical, de mayor fama por su ballet La amapola roja. Aprecio más, sin embargo, su tercera sinfonía (en Si menor, op. 42) que lleva el apodo de Ilyá Múromets. He aquí su primero y sobrecogedor movimiento, Peregrinos errantes:
Supongo que no necesito explicar por qué he elegido esta música para ofrecerla en estos momentos de muy numerosos y errantes peregrinos de Ucrania. Bueno, en un intento por aliviar la cosa recordaré, de una vieja edición de Selecciones del Readers Digest que leí en mi adolescencia, este cuento:
Ocurrió en una estación de tren en Moscú de la época de Stalin. Dos amigos, Ilyá y Mikhail, se encuentran en un andén a la espera de un tren que partirá hacia el sur. Luego de los saludos acostumbrados, uno pregunta al otro: “Dime, Ilyiá, ¿adónde vas?” E Ilyá contestó: “Pues, Mikhail, voy a Kiev”. Entonces Mikhail se quedó pensando: “Ilyiá me dice que va a Kiev para que yo piense que va a Vladivostok. Entonces debe ir a Kiev”.
Por fortuna, hay diferencias de escala entre Putin y Stalin; se atribuye a este último—para no contar sus conflictos con otras naciones—la muerte de nueve millones de prisioneros políticos, sus compatriotas.
LEA
………
*Un Bogatyr (en ruso: богаты́рь del turco Baghatur) o Vítyaz (en ruso: витязь, guerrero valeroso) era un héroe guerrero medieval ruso, comparable con el caballero andante de Europa occidental. (Wilipedia en Español).
Las masas geológicas que llamamos Asia y Europa están separadas, en arbitraria geografía, por la cordillera de los Montes Urales. En verdad, forman una sola extensión enorme a la que llamamos Eurasia, que ha sido el teatro de las más longevas y crueles guerras registradas por la historia. Esto nos informa, por caso, Wikipedia en Español
Rutenia es un exónimo actualmente utilizado para nombrar a la región donde viven los rutenos (eslavos orientales). Actualmente se encuentra dividida entre varios estados. En el presente suele llamarse «rutenos» a los ucranianos occidentales y, en muchos casos, a los ucranianos que, en lugar de seguir la fe de la Iglesia ortodoxa, pertenecen a la Iglesia católica rutena o a la Iglesia greco-católica ucraniana, dos Iglesias orientales católicas presentes en la actual Ucrania. (…) Originalmente fue utilizado en el latín medieval como una de las varias designaciones para las regiones eslavas orientales y ortodoxas orientales, y arcaísmo utilizado para la designación de las tierras de la Rus (en antiguo eslavo oriental: Рѹ́сь / Rus y Рѹ́сьскаѧ землѧ / Rús’kaya zemlyá, en griego antiguo, Ῥωσία, en latín, Rusia, Ruscia, Ruzzia). Esta variante, que se remonta al antiguo nombre de la tribu celta de los rutenos (en latín, ruteni), fue trasladada por los cronistas de Europa occidental a Rusia debido a su consonancia. La antigua tierra de la Rus fue gobernada por la dinastía Rúrika. El último de los ruríkidas gobernó como Zar de Rusia en el siglo XVI. (…) El nombre Rutenia sobrevivió algo más de tiempo como sinónimo de Ucrania. Cuando la monarquía austriaca tomó Galitzia como provincia en 1772, la administración austriaca observó que la población eslava de la región era diferente a los polacos y rusos. El nombre que se daban a sí mismos, rusýn, sonaba demasiado parecido a la palabra alemana Russen (Ruso), así que los austriacos los llamaron Ruthenen (rutenos). El término siguió usándose hasta la caída del imperio, en 1918.
También nos dice la gran enciclopedia digital acerca de uno de sus más venerados héroes:
Aleksandr Nevski (en ruso: Александр Ярославич Невский, Aleksandr Yaroslávich Nevski; Pereslavl-Zaleski, c. 1220 – Gorodéts, 14 de noviembre de 1263), príncipe de Nóvgorod (1236), de Kiev (1246) y de Vladímir-Súzdal (1252-1263), fue un líder ruso y santo de la Iglesia ortodoxa rusa, segundo hijo del gran duque Yaroslav II, quien gobernaba en Nóvgorod, y una devota mujer llamada Teodosia o Rostislava Mstislavna, hija de Mstislav Mstislávich el Valiente. Luchó contra los suecos, teutones y tártaros que amenazaban Nóvgorod.
………
Sigo abrevando de la misma fuente:
Serguéi Mijáilovich Eizenshtéin (en ruso: Сергей Михайлович Эйзенштейн; en letón: Sergejs Eizenšteins; Riga, 22 de enero de 1898 – Moscú, 11 de febrero de 1948), más conocido como Serguéi Eisenstein, fue un director de cine y teatro soviético de origen judío. Su innovadora técnica de montaje sirvió de inspiración para el cine posterior.
Bueno, después de hacerse mundialmente famoso con El acorazado Potemkin, el cineasta ruso emprendió la filmación de Alexander Nevski, cuya banda musical fuera compuesta por su tocayo, Serguéi Prokofiev. Mi estrecho amigo e instructor musical Rafael Sylva Moreno—¿quién más?—me la hizo escuchar en su casa, en interpretación de la Orquesta Filarmónica de Nueva York dirigida por Thomas Schippers. Uno de sus números es La batalla sobre el hielo, que musicalizaba la escena guerrera de los rusos, conducidos por Nevski, que enfrentaban a los caballeros teutones invasores.
Pero es el número que le sigue inmediatamente—El campo de los muertos—lo que más me conmovió de la obra, pues en ella canta una mujer que busca el cadáver de su esposo entre los centenares de muertos dispersos sobre la helada superficie. Me pareció que toda la tragedia quedaba condensada en la pena de esa viuda solitaria.
Lili Chookasian (clic amplía)
Ahora bien, la intérprete que cantaba la desgarradora canción era Lili Chookasian, la excepcional contralto armenia que alcanzaba insólitos registros graves. He aquí el canto grandemente doloroso del que hablo:
El campo de los muertos
Los armenios como Doña Lili, por supuesto, también han sido objeto de matanzas:
El genocidio contra el pueblo armenio (en armenio: Հայոց Ցեղասպանություն Hayots tzeghaspanutiun; en turco: Ermeni Soykırımı o Ermeni Tehciri), también llamado holocausto armenio, o Gran Crimen (armenio: Մեծ Եղեռն Mec Yełeṙn), fue la deportación forzosa y el intento de exterminar la cultura armenia. Se calcula que entre un millón y medio y dos millones de civiles armenios fueron perseguidos y asesinados por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, entre 1915 y 1923. (Otra vez, Wikipedia).
Y ya en 1922, Armenia había sido anexada a la Rusia soviética. Sólo fue en 1990 cuando pudo declarar soberanía sobre su territorio. Es mucha la vaina que han echado los rusos a lo largo de muchos siglos.
Por ejemplo, esta que registra la publicación Estonian World el pasado 25 de marzo:
El 25 de marzo de 1949, veinte mil hombres, mujeres y niños de Estonia fueron deportados por los soviéticos a Siberia. Casi el 3 % de la población estonia fue capturada en pocos días y enviada a zonas remotas de Siberia.
En el verano de 1940, la Unión Soviética ocupó Estonia, Letonia y Lituania como resultado del infame Pacto Molotov-Ribbentrop firmado entre la Alemania nazi y la Unión Soviética el 23 de agosto de 1939. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estonia perdió aproximadamente 17,5 % de su población.
La ocupación soviética provocó un hecho que hasta entonces solo se había leído en los libros de historia y que se convirtió en el recuerdo más horrible de los siglos pasados: deportaciones masivas que afectaron a personas de todas las nacionalidades que vivían en Estonia. Las dos deportaciones que más afectaron a Estonia, el 14 de junio de 1941 y el 25 de marzo de 1949, se celebran anualmente como días de luto. La deportación de marzo de 1949 fue la mayor de ellas cuando más de 20.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, fueron deportadas de Estonia.
Basta, Sr. Putin; Ud. no es Nevsky. No es Ud. un defensor sino un atacante. LEA
La efímera paz de Irène Némirovsky y Michel Epstein
Una de dos: o supimos del vocablo suite en contexto hotelero—una habitación de tres piezas: sala de estar, recámara y baño—o lo escuchamos por primera vez junto con la música de la Suite del Cascanueces. En este caso, es un conjunto de piezas musicales que han sido extractadas de una obra mayor, a modo de sinopsis o muestrario. Pero antes se llamaba suite a un grupo de danzas; la suite clásica estaba formada por cuatro con nombres franceses: allemande, courante, sarabande y gigue, pues en ese orden fueron establecidas en Francia en el siglo XVII, y el nombre mismo—suytte—fue empleado por vez primera en ese país a fines del XVI. Decir, por tanto, Suite francesa es algo redundante, pues son franceses los inventores de esa forma musical. Luego aumentaría el número de partes, especialmente en las benignas manos alemanas de Juan Sebastián Bach.
La Suite francesa de Irène Némirovski se llama así porque estaba planeada como una suite musical. Irène hizo una lista de los títulos que pensaba escribir: 1. Tempestad, 2. Dolce, 3. Cautividad, 4. ¿Batallas?, 5. ¿La paz? Nunca pudo escribir los tres últimos libros, aunque dejó notas y el planteamiento de ellos en su manuscrito.
Esta suite inconclusa fue el libro que leímos las Hormigas, mi club de lectura, en septiembre [de 2011]. Lo más impresionante es la historia real tras la novela: la que la autora escribe, en vivo y directo, en letra minúscula en un cuaderno, lo suficientemente pequeño como para llevarlo siempre con ella, mientras su mundo conocido se desplomaba. Dejó en él su testimonio de los horrores de la guerra, de la huida enloquecida de los parisinos ante la amenaza de la destrucción de París por los alemanes. Tuvo esta escritora presencia de ánimo como para observar los pequeños eventos cotidianos, la atracción siempre latente entre los sexos, la envidia, la fatuidad, la cobardía, la honradez y la crueldad; en resumen, todas las características buenas y malas del ser humano, ampliadas por el miedo, el hambre y la incertidumbre. Las comparaba con la absurda continuidad de la naturaleza, con su indetenible y hermoso cambio de estaciones, con su belleza, impertérrita ante el desastre provocado por los seres pensantes.
Es sorprendente que, siendo Irène judía de nacimiento y conocida por la crítica constante que hacía a las costumbres de sus iguales, ninguno de los personajes de su historia es judío. Puede ser que temiera que su manuscrito cayera en malignas manos alemanas para servirles de confesión involuntaria.
Es intrigante que en ningún momento relate la historia política de la guerra, la que muchos narrarían después de ella. La usa, sin describirla, no más que en trazos, como telón de fondo para pintar la belleza y la mezquindad de la historia humana.
Como cuenta la nieta de la autora, este manuscrito no pudo ser terminado. Las dos secciones que podemos leer tal vez hubiesen sido pulidas, mejoradas por la autora, de no habérsele presentado la muerte a manos de aquellos alemanes que ella describió con benevolencia. La primera, Tempestad, es el relato del loco éxodo de los franceses ante la amenaza de la destrucción de París por las bombas y la inminente ocupación germana de la ciudad luz. La autora, al final, pone de manifiesto la ironía de aquel esfuerzo, pues París no fue tocada y, cuando volvieron, los habitantes encontraron la ciudad intacta. La novela es una crítica aguda de las costumbres burguesas de los franceses de esa época. Se puede encontrar en ella similitudes con nuestro particular presente histórico: con los que emigran por miedo, con los que no se percatan del peligro real, con los que son indiferentes ante los acontecimientos.
La segunda parte, Dolce, cuenta la historia de un pueblo francés ocupado por los invasores, las relaciones humanas plagadas del temor por el enemigo, de la incertidumbre ante la vida o la muerte del pueblo ocupado, de la incontenible atracción sexual entre los jóvenes que logra vencer el odio y sobreponerse a la guerra. Describe a los alemanes, menos como enemigos que como hombres, con asombrosa objetividad, como terminaron viéndolos las francesas jóvenes luego de una convivencia de años; a fin de cuentas, los hombres jóvenes franceses estaban fuera de su alcance, en el frente de batalla.
A pesar de los trágicos acontecimientos del momento, Suite francesa puede ser considerada una novela liviana, por sus descripciones exhaustivas del paisaje, por el fino sentido del humor con que narra y da cuenta de los acontecimientos más sencillos de la vida cotidiana de aquellas personas. María Isabel Ruán, nuestra hormiga psicóloga, encontró una explicación lógica ante esta aparente inconciencia o evasión de la realidad. Ella dice que la autora—quien escribía la novela mientras se desarrollaban los acontecimientos—tal vez encontraba en la escritura de la novela el escape necesario para no volverse loca con el horror y el miedo que estaba viviendo. Para Irène Némirovski, judía de nacimiento y convertida al catolicismo por temor, escribir era terapéutico y le permitía sobrellevar el desquiciante paralelismo entre la cotidianeidad y la guerra. Convirtió su oficio en una catarsis.
El texto es inteligente, sus descripciones son detalladas y hermosas, retratan perfectamente la capacidad de abstracción de la autora ante aquel desastre. El discreto humor subyacente, el fiel retrato de las emociones humanas, sus precisas descripciones de la naturaleza nos dejaron entrever la fina sensibilidad de esta escritora joven, víctima de la Segunda Guerra Mundial, antes que la alcanzaran la tortura y la muerte enferma de tifus, en Auschwitz.
………
Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903 y murió en 1942. De su matrimonio con Michel Epstein tuvo dos hijas. Fue detenida el 13 de septiembre de 1942. Cuando la llevaban, dijo a sus hijas: “Ahora salgo de viaje”.
………
En 2015, la segunda parte de la novela de Némirovsky fue la base de una película con guión y dirección de Saul Dibb, Suite Française. He aquí, de la música compuesta por Rael Jones para el filme, el Tema de Bruno:
Viniendo una mañana de Montalbán hacia Las Delicias de Sabana Grande, decidí repentinamente estacionarme en la Avenida Páez de El Paraíso para completar la audición de una música cuyo nombre no poseía; la había oído antes y apreciaba la nobleza de su tema principal, pero no sabía cómo se llamaba. Al terminar la obra, el locutor de Radio Nacional de Venezuela me informó que acababa de escuchar la Segunda Sinfonía de Jan Sibelius. ¡Ya era rico!
Acabo de descubrir esta versión de mi sinfonía favorita, con la increíble Susanna Mälkki al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Fráncfort. Es sencillamente extraordinaria; valen la pena los tres cuartos de hora de escucha. Fue registrada el 17 de mayo de 2019, de un concierto en la Alte Oper Frankfurt (Ópera Antigua de Fráncfort del Meno), sala relativamente moderna que viera el estreno de nada menos que Carmina Burana de Carl Orff. (El video de YouTube—gracias de nuevo—puede verse a pantalla completa, oprimiendo el cuadrado al extremo derecho del borde inferior de la imagen).
¡Bravísimo! LEA
………
Encore: del mismo Sibelius, su poema sinfónico Finlandia, acá con la Orquesta de Filadelfia y el Coro del Tabernáculo Mormón bajo la batuta de Eugene Ormandy (nacido en Hungría, que otrora fue país controlado por los soviéticos).
Esta pieza fue compuesta con motivos patrióticos, para movilizar a la oposición popular a la revocatoria de la autonomía finlandesa por el gobierno del Imperio ruso. Se hicieron famosos los diferentes títulos que fue recibiendo la obra para burlar la censura zarista, entre ellos Felices Sentimientos al Amanecer de la Primavera en Finlandia. (Wikipedia en Español).
Modesto Mussorgsky compuso en 1874Cuadros de una exposición para honrar a Viktor Hartmann, pintor fallecido el año anterior a los 39 años de edad. Compositor y pintor se habían conocido seis años antes e iniciaron una cálida amistad; Hartmann obsequió a Mussorgsky dos de sus cuadros, que el músico prestó a una exhibición retrospectiva de pinturas de su amigo muerto. De ese evento surgió la idea de llevar a música la exposición, originalmente como piezas para piano que luego orquestaría Maurice Ravel. La pieza de cierre lleva por título La Gran Puerta de Kiev. Ucrania formaba entonces parte de Rusia. LEA
………
Mikola Leontóvich (1877-1921) «fue un compositor, director de coro, y profesor ucraniano de renombre internacional. Escribió en el estilo de nacionalismo musical. Se especializó en música vocal». (Wikipedia en Español). Su composición de mayor fama es Shchedryk, también conocida como Campanas de Ucrania o el Villancico de las campanas (Carol of the bells). Con base en cantos folclóricos ucranianos, fue interpretada por primera vez por un coro de estudiantes de la Universidad de Kiev, la capital de Ucrania, en diciembre de 1916. (Y yo la oí por vez primera el 11 de mayo de 1976). He aquí una versión de lujo por el gran Coro del Tabernáculo Mormón, acompañado por la Banda de la Reserva de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. (En Campanas navideñas).
intercambios