Sinopsis

Toutes choses sont dites déjà; mais comme personne n’écoute, il faut toujours recommencer.

André Gide – Tratado de Narciso

 

Caricatura del gran Forges (Antonio Fraguas de Pablo – 1942-2018)

 

Intervenir la sociedad con la intención de moldearla in­volucra una responsabilidad bastante grande, una responsa­bilidad muy grave. Por tal razón, ¿qué justificaría la constitución de una nueva asociación política en Venezuela? ¿Qué la justificaría en cualquier parte? Una insuficiencia de los actores políticos tradicionales sería parte de la justificación si esos actores estuvieran incapacitados para cambiar lo que es necesario cambiar. Y que ésta es la situación de los actores políticos tradicio­nales es justamente la afirmación que hacemos. Y no es que descalifiquemos a los actores políticos tradicionales porque supongamos que en ellos se encuentre una mayor cantidad de malicia que lo que sería dado esperar en agrupaciones humanas normales. Los descalificamos porque nos hemos convencido de su in­capacidad de comprender los procesos políticos de un modo que no sea a través de conceptos y significados altamente inexactos. Los desautorizamos, entonces, porque nos hemos convencido de su incapacidad para diseñar cursos de acción que resuelvan problemas realmente cruciales. El espacio in­telectual de los actores políticos tradicionales ya no puede incluir ni siquiera referencia a lo que son los ver­daderos problemas de fondo, mucho menos resolverlos. Así lo revela el análisis de las proposiciones que surgen de los actores políticos tradicionales como supuestas soluciones a la crítica situación nacional, situación a la vez penosa y peligrosa. Pero junto con esa insuficiencia en la conceptualización de lo político debe anotarse un total divorcio entre lo que es el adiestramiento típico de los líderes políticos y lo que serían las capacidades necesarias para el manejo de los asuntos públicos. Por esto, no solamente se trata de enten­der la política de modo diferente, sino de permitir la emergencia de nuevos actores políticos que posean experien­cias y conocimientos distintos. Las organizaciones políticas que operan en el país no son canales que permitan la emergencia de los nuevos actores que se requiere. Por lo contrario, su dinámica ejerce un efecto deformante sobre la persona política, hasta el punto de imponerle una inercia conceptual, técnica y actitudinal que le hacen incompetente políticamente.

Proyecto SPV – 8 de febrero de 1985

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La confusión de la herramienta con el fin explica mucho de los resultados de la política nacional. La discusión pública venezolana se halla a punto de agotar los sinónimos castellanos del término conciliación. Acuerdo, pacto, concertación, entendimiento, consenso, son versiones sinónimas de una larga prédica que intenta convencernos de que la solución consiste en sentar alrededor de una mesa de discusión a los principales factores de poder de la sociedad. Nuevamente, no hay duda de que términos tales como el de conciliación o participación se refieren a muy recomendables métodos para la búsqueda de un acuerdo o pacto nacional. No debe caber duda, tampoco, que no son, en sí mismos, la solución.

Licitación política – 29 de agosto de 1998

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Una cierta forma de hacer política—reptiliana: agresiva, territorial, ritual, jerárquica—está muriendo ante nuestros ojos. (¿Cómo puede ser uno territorial en Internet? ¿Quién es su jefe?) Pero es la muerte de gigantes, sin los que nunca hubiéramos divisado la tierra prometida. Como tales ¿por qué tendrían que sentirse mal por haber sido enormes e indispensables? Ellos construyeron las posibilidades que hoy tenemos. No se justifica entonces que entorpezcan el progreso, pretendiendo que lo que hacen, cada vez de eficacia menor, es lo único posible. Nos deben la libertad de crear, como ellos mismos en su momento lo hicieron, una cosa distinta.

Política natural – Carta Semanal #324 de doctorpolítico -19 de marzo de 2009

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…el mero hecho de definirse como oposición es, lo he dicho muchas veces, un error fundamental. En 1999, a los dos meses de la primera toma de posesión de la Presidencia de la República por Hugo Chávez, dije a la peña mencionada en el epígrafe que antes que oposición lo indicado era una superposición, y que en vez de un protocolo de acusación se requería uno de refutación.

Balmes y el futuro de la oposición, 25 de marzo de 2018

 

Otra de Forges

 

Con fecha de hoy, efectococuyo trae una nota centrada sobre un elocuente hallazgo de Datanálisis: «Un outsider le gana en intención de votos a Maduro y a Guaidó, según encuesta». En el cuerpo de la información, asienta:

Una encuesta de Datanálisis revela que en unas hipotéticas elecciones presidenciales, 45,8% de los electores votaría por un candidato independiente, 12% por el dirigente chavista Nicolás Maduro y 11,4% por el líder opositor Juan Guaidó. 30,8% opta por la opción de No sabe / No responde.

En el estudio, de febrero de este año, el outsider representa casi el doble de intención de votos de los que reúnen Maduro y Guaidó juntos.

“Lo que la encuesta dice es que hay decepción y desconexión con las ofertas políticas existentes llámense oficialistas, que tienen el mayor nivel de rechazo empezando por Maduro, u opositoras (…) la gente quiere una propuesta distinta a las estrategias pasadas, a la polarización actual”, responde el director de Datanálisis Luis Vicente León.

Para el analista político es evidente que en Venezuela aumenta el terreno para un outsider frente a la crisis de partidos y el desgaste de los dirigentes políticos: “El campo del outsider es el campo de las decepciones de la población frente al liderazgo”.

¿Inminencia de un outsider?, 10 de marzo de 2021

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Vuelta atrás, pues desde hace un buen tiempo es endémica en Venezuela la condición patológica de insuficiencia política:

…debe existir una causa más profunda de insuficiencia del sistema político, pues, como hemos anotado, estos procesos patológicos han sido más de una vez diagnosticados. Es así como algo más fundamental es la causa última de la insuficiencia. En nuestra opinión esta causa es la esclerosis paradigmática evidente en los actores políticos tradicionales.

Todo actor político lleva a cabo su actividad desde un marco general de percepciones e interpretaciones de los acontecimientos y nociones políticas. Este marco conceptual es el paradigma político, y del paradigma que se sustente depende la capacidad de imaginar y generar las soluciones a los problemas públicos.

Es ése el sustrato del problema. La insuficiencia política funcional en Venezuela no debe explicarse a partir de una supuesta maldad de los políticos tradicionales. Con seguridad habrá en el país políticos “malévolos”, que con sistematicidad se conducen en forma maligna. Pero esto no es explicación suficiente, puesto que en la misma proporción podría hallarse políticos bien intencionados, y la gran mayoría de los políticos tradicionales se encuentra a mitad de camino entre el altruismo y el egoísmo políticos.

La explicación última de nuestra insuficiencia política funcional reside, pues, en la esclerosis paradigmática del actor político tradicional.

Dictamen, 21 de junio de 1986

 

LEA

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Medicina política

Esa presentación conduciría ese mismo año a un taller de cinco días sobre Política Clínica*

 

A Atenaida Escobar

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Lo que sigue ha sido tomado del capítulo final de Las élites culposas, libro del suscrito de mediados de 2012

 

Esencialmente, la Política Clínica es la práctica de la Política como un arte de carácter médico. De tan simple postulación, se desprende una buena cantidad de consecuencias.

Primero que nada, que la Política no es una ciencia; es un arte, un oficio, una ocupación, un métier, como la Medicina o la Ingeniería, que tampoco son ciencias, y mucho menos es la Política una ciencia deductiva, como la Geometría. (En un viejo y erróneo concepto, la Política se derivaría, como un teorema, a partir de primeros principios: las ideologías). Hay ciencias médicas, por supuesto—la anatomía y la histología, la fisiología y la fisiopatología, la bioquímica y la biofísica—como se habla de “las ciencias de la Ingeniería” (Matemática, Física, Ciencia de los Materiales). Pero el médico y el ingeniero no son investigadores que contestan preguntas y expanden el campo del conocimiento teórico; son profesionales que resuelven problemas. Son practicantes de un arte. Claro, porque quieren ejercerlo responsablemente buscan el auxilio de la ciencia, el modo más riguroso y serio de obtener conocimiento.

El arte de la Política es el de resolver problemas de carácter público. Muchos problemas humanos, la gran mayoría, encuentran solución en el intercambio privado: las interacciones de personas individuales que componen el reino del Derecho Civil o Mercantil. Otros adquieren una dimensión que escapa a esa capacidad de la interacción privada y afectan a grandes contingentes de personas, a pueblos enteros, incluso al mundo todo. Entonces se hacen necesarias las instancias que puedan tramitarlos, entenderlos y resolverlos: las instituciones públicas.

El diseño, la invención de las instituciones y su operación—mediante “las políticas”, ahora en plural—para resolver los problemas públicos, es la médula del arte de la Política. Ninguna otra cosa—otra vez—que la solución a esta clase de problemas justifica a los actores públicos: partidos y líderes, instituciones y ministros, estados y gobernantes. Es para eso, y solamente para eso, que las sociedades constituyen estados; ninguno se justifica sino por eso.

Por consiguiente, los dirigentes de los estados no son los jefes de los pueblos o sociedades; son quienes comandan un aparato institucional que resuelve problemas públicos, los que aquejan a las sociedades, a los pueblos. Un médico no es el jefe de sus pacientes; es su servidor, su consejero.

Las fuentes paradigmáticas más adecuadas a la Política Clínica están en la moderna Ciencia de los Sistemas Complejos, la que incluye la Teoría del Caos. Ella, a su vez, se maneja mejor con las llamadas “matemáticas fractales”, cuyo fundador consciente es Benoît Mandelbrot, matemático franco-americano nacido en Varsovia y autor de La Geometría Fractal de la Naturaleza (1982).

Un sistema complejo es un conjunto de muy numerosos componentes que interactúan entre sí. El clima de la tierra, por ejemplo, es un sistema complejo, como lo son el aparato circulatorio humano, la dinámica turbulenta de los fluidos, los mercados de valores, las sociedades en general y, naturalmente, el mismo universo entero. Las Ciencias Sociales clásicas procuraban construir modelos lineales y simples en imitación de la Física Clásica; ahora disponen de las estructuras conceptuales provistas por la Ciencia de la Complejidad, que son mucho más poderosas para modelar entes complejos como las sociedades y su desenvolvimiento histórico. Si Carlos Marx hubiera tenido a la mano la Ciencia de la Complejidad, nunca hubiera desarrollado su “materialismo histórico”.

Uno de los rasgos definitorios de los sistemas complejos es la presencia en el conjunto de “propiedades emergentes”, las que no están presentes en los componentes individuales y por esto son impredecibles a partir de ellos.

En ilustración de Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química: si ante un ejército de hormigas que se desplaza por una pared, uno fija la atención en cualquier hormiga elegida al azar, podrá notar que la hormiga en cuestión despliega un comportamiento verdaderamente errático. El pequeño insecto se dirigirá hacia adelante, luego se detendrá, dará una vuelta, se comunicará con una vecina, tornará a darse vuelta, etcétera; uno concluirá que esa hormiga no tiene la menor idea de adónde dirigirse. Pero el conjunto de las hormigas tendrá una dirección claramente definida, la propiedad emergente de su direccionalidad.

Para la economía clásica, la mano misteriosa del mercado estaba basada en la eficiencia del decisor individual. Se lo postulaba como miembro de la especie homo œconomicus, hombre económicamente racional. Los modelos del comportamiento microeconómico postulaban competencia perfecta e información transparente. El mercado era perfecto porque el átomo que lo componía, el decisor individual, era perfecto. La propiedad del conjunto estaba presente en el componente.

Hoy en día, no es necesario suponer esa racionalidad individual para postular la racionalidad del conjunto: el mercado es un mecanismo eficiente independientemente y por encima de la lógica de las decisiones individuales.

Es esta característica natural de los sistemas complejos el más sólido fundamento de la democracia y el mercado. A pesar de la imperfección política de los ciudadanos concretos, la democracia sabe encontrar el bien común mejor que otras formas de gobierno; a pesar de la imperfección económica de los consumidores, el mercado es preferible como distribuidor social. Tanto la democracia como el mercado, naturalmente, pueden enfermar.

No se trata de nociones tan abstrusas o hallazgos tan misteriosos que una persona común no pueda entender. La gente de CEDICE pudiera sustentar su defensa de la actividad empresarial sobre bases más actuales, y cualquier militante de Un Nuevo Tiempo o el PSUV podría aprender estas cosas si se lo propusiera, pero la dirigencia de ambos partidos insiste en que lo ideológico es lo fundamental. Son cosas como éstas las que hacen obsoleto el marco mental de los actores políticos convencionales, las que determinan su insuficiencia política.¶

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Estructura del taller (clic amplía)

 

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Nota necesaria

En Millar segundo (20 de marzo de 2019):

Hace unos días me escribió desde Los Ángeles un noble amigo—Leopoldo Hellmund Blanco—cuyo nombre de pila puse a mi hijo mayor, nacido en 1969. Este primer hijo ha sido apoyo fundamental, conceptual y tecnológico, del esfuerzo de treinta y seis años en mi peculiar política: me asistió en la escritura y diagramación de Krisis, mis «memorias prematuras» (1986), me animó en 2002 a producir lo que en un comienzo fue la Carta de Política Venezolana y luego—desde el #86 del 12 de mayo de 2004 hasta el #356 del 5 de noviembre de 2009—la Carta Semanal de Dr. Político. De hecho, fue él la fuente de tal denominación al instruirme en el concepto de «marca personal» (personal brand) que yo desconocía; me convocó una mañana a su casa para explicármelo y advertirme que mi marca personal debía expresar lo que yo era, lo que yo hacía. Respondiendo a su estímulo, sugerí que si lo que yo hacía era una política médica, clínica, tal vez Dr. Político fuera la marca adecuada. (Muchas veces he explicado que no tengo doctorado alguno, a pesar de nueve años de educación universitaria—tres en Medicina, uno de Estudios Internacionales y cinco de Sociología—; el «doctor» de mi marca es simplemente sinónimo de médico: «Vengo del doctor, el doctor me recetó»).

La explicación precedente fue ofrecida por mí a la Profra. Ana Blanco, promotora y organizadora del taller en la Escuela Luis Razetti, a pesar de lo cual fui presentado como «doctor» en materiales de promoción. El último día del programa dije que soñaba con obtener de la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela un doctorado honoris causa en Medicina. También que intentaría repagar, con la donación de mi cadáver a la escuela, los que había disecado en la Universidad de Los Andes en 1959-60.

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Me encuentro preparando una versión actualizada y aumentada de ese taller, con la esperanza de atraer principalmente a personas de oficio o vocación pública, aunque estará abierto a cualquier persona que se interese. Estaré informando de localización, fechas y requisitos de inscripción por este medio. LEA

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La esperanza no es una táctica

La película sobre el desastre de 2010 en el Golfo de México

 

Mike Williams—Jefe de Mantenimiento de Deepwater Horizon, la plataforma petrolera de British Petroleum—, representado en la película de 2016* por Mark Wahlberg, es quien pronuncia las palabras que forman el título de esta entrada: «Hope is not a tactic», que repite enfáticamente. En efecto, la esperanza no es una actuación, y él las dice porque un alto ejecutivo de BP propone tomar una decisión altamente arriesgada y esperar que resulte bien.

Como sabemos, la plataforma fue destruida por una explosión que pudo ser evitada y el sucesivo incendio de las instalaciones. En este blog se comentó, en la Nota del día 2 de mayo de 2010, el terrible incidente:

Hablar de derrame de petróleo en el Golfo de México es un eufemismo. Es lo que uno dice cuando un envase de volumen definido, así sea del tamaño de un supertanquero como el Exxon Valdez, vierte todo su contenido. El accidente de la plataforma Deepwater Horizon de BP, acaecido hace doce días, ha desatado en verdad una mayúscula descarga continua desde las profundidades perforadas, y se parece más a la erupción del volcán Eyjafjallajökull que al vaciado de un embalse. (…) Tres bocas submarinas escupen petróleo a una rata diaria de 10.000 barriles, según estimaciones satelitales; al menos, una mitad de esa tasa, equivalente a casi 800.000 litros diarios o 9,2 por segundo. Ahora se estima que pudiera tomar unos tres meses detener la abundante petrorragia; un mes antes de eso, el volumen arrojado al mar a 5.000 barriles por día habrá superado la descarga del Exxon Valdez. Cuatrocientas especies animales, se estima hasta ahora, serán gravemente afectadas si no barridas definitivamente del área, y la cuarta parte de la pesca de los Estados Unidos dejará de ser por un buen tiempo. Es muy posible que las consecuencias económicas, con su ineludible secuela social de paro y desempleo, sean peores que las que el huracán Katrina dejó a su paso.

Emplear una táctica fundada sobre bases falsas y esperar que funcione—los militares se alzarán, la protesta ciudadana dará al traste con el gobierno—, como si la sociedad fuese un sistema mecánico enteramente previsible y lo único posible fuera «aumentar la presión», es una irresponsabilidad:

No es un secreto que en el muy difícil proceso político venezolano hay posiciones de oposición radical que no sólo recomiendan como “salida” golpes de Estado desde hace mucho tiempo, sino que propugnan invasiones extranjeras al país o creen justificado un magnicidio y de hecho lo han intentado. He vuelto a recordar lo que me escribiera hace dos años quien, después de referirse a los militares venezolanos—los “verdes”, los llama él—como factor clave, asegurara esta monstruosidad: “La buena noticia es que la crisis continúa”. (Tratamiento antidepresivo, 10 de octubre de 2018).

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Ayer conversaba con un amigo de décadas a quien mucho estimo; él es graduado en Ciencias Políticas de una prestigiosa universidad francesa, y en cuanto comenzábamos a tratar el tema político nacional soltó la abusada sentencia atribuida a Aristóteles: «La política es el arte de lo posible». Con esto quiso sugerir que lo que yo ni siquiera había terminado de esbozar no podía hacerse—sugerencia que no justificó—y, pontificando, enseñarme algo como que si jamás lo hubiera oído. Antes de que terminara el día le escribí, dejando constancia de esto:

Creo que la intención de esa simple y manida fórmula es enfatizar que no debe atenderse a proposiciones inalcanzables, y nunca he predicado algo distinto. Por lo contrario, cerrando el año pasado escribí (Una metamorfosis preferible): “Para que algo sea un deber tiene primeramente que ser posible; nadie está obligado a hacer lo imposible”.

También le puse hacia el final:

Mucha, si no toda la oposición a Maduro (antes a Chávez) se predica sobre la base de un juicio moral, y si incurres en conductas inmorales entonces pierdes toda la autoridad. En una película de Luis Alberto Lamata dice un personaje femenino: «En una batalla moral, si actúas como el enemigo eres el enemigo».

La mayoría opositora transita nuestro doloroso proceso nacional apostando únicamente a la esperanza de que las cosas saldrán bien, así estén fundadas sobre la mentira. Pero, bueno, todos tenemos derecho a la equivocación y no es necesario morir con ella. También podemos variar de opinión y de actitud. LEA

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Deepwater Horizon es una película estadounidense de drama y desastre protagonizada por Mark Wahlberg, Dylan O’Brien, Kurt Russell, Gina Rodriguez, Kate Hudson y John Malkovich, dirigida por Peter Berg y escrita por Matthew Sand y Matthew Michael Carnahan. La película está basada en la explosión de la Deepwater Horizon en el golfo de México el 22 de abril de 2010. El rodaje comenzó el 27 de abril de 2015 en Luisiana, Nueva Orleans, y se estrenó el 30 de septiembre de 2016. (…) Tuvo en su mayoría críticas positivas… (Wikipedia en Español).

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Lecciones de los juegos

 

Debe decirse «se puede obtener» y «cómo se resuelve» (ver Crimen y Castilla)

 

A Delta Pi, Σας ευχαριστώ πολύ

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Desde Theory of Games and Economic Behavior (1944) de John von Neumann, matemático, y Oskar Morgenstern, economista, disponemos de una técnica formalizada para que los oponentes en una competencia seleccionen una estrategia preferible entre varias a su disposición. Nos explica Wikipedia en Español:

La teoría de juegos es un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones en estructuras formalizadas de incentivos (los llamados «juegos»). La teoría de juegos se ha convertido en una herramienta sumamente importante para la teoría económica y ha contribuido a comprender más adecuadamente la conducta humana frente a la toma de decisiones. Sus investigadores estudian las estrategias óptimas así como el comportamiento previsto y observado de individuos en juegos. (…) Los conflictos entre seres racionales que recelan uno del otro, o la pugna entre competidores que interactúan y se influyen mutuamente, que piensan y que, incluso, pueden ser capaces de traicionarse uno al otro, constituyen el campo de estudio de la teoría de juegos, la cual se basa en un análisis matemático riguroso pero que, sin embargo, surge de manera natural al observar y analizar un conflicto desde un punto de vista racional. (…) La teoría de juegos plantea que debe haber una forma racional de jugar a cualquier «juego» (o de negociar en un conflicto), especialmente en el caso de haber muchas situaciones engañosas y segundas intenciones…

En otro artículo—Juegos de suma cero—precisa:

En teoría de juegos no cooperativos, un juego de suma cero describe una situación en la que la ganancia o pérdida de un participante se equilibra con exactitud con las pérdidas o ganancias de los otros participantes. Se llama así porque si se suma el total de las ganancias de los participantes y se resta las pérdidas totales el resultado es cero. (…) Situaciones donde los participantes pueden beneficiarse o perder al mismo tiempo, como el intercambio de productos entre una nación que produce un exceso de naranjas y otra que produce un exceso de manzanas, en la que ambas se benefician de la transacción, se denominan «de suma no nula».

¿Es posible en la situación política venezolana formular un particular juego de suma no nula? Hace tiempo que en este blog se ha apostado por eso. (Ver Diálogo 2.0 de 2014, Plantilla del Pacto de 2016, Del armisticio como programa y Versión formal de 2017 o De Oslo a Bridgetown de 2019).

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Pero también se ha abogado acá insistentemente por una estrategia englobante que convendría a los venezolanos como conjunto, sin separarnos en jugadores opuestos. Ella no es otra que la remisión de nuestros conflictos a la decisión referendaria del Pueblo, con fundamento en la crucial sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 19 de enero de 1999. (Ver, por caso, Cronología referendaria, 22 de noviembre de 2016). Su basamento carece de misterio, como se asentara en Catecismo constituyente (11 de agosto de 2017):

La piedra angular de la constitucionalidad venezolana reciente fue colocada como cimiento principal de ella por esa sentencia del 19 de enero de 1999. Ella definió la doctrina fundamental de que el Pueblo, por su carácter de Poder Constituyente Originario es el Poder Supraconstitucional, no limitado por la Constitución (que sólo limita a los poderes constituidos); el Pueblo está únicamente limitado por los derechos humanos y por los tratados en los que haya entrado válidamente la República con soberanías equivalentes de otras naciones.

En consecuencia, sólo el Pueblo puede decidir asuntos que contradigan a la Constitución o no estén contemplados en ella. (Como elecciones presidenciales antes de agotarse un período constitucional concreto, por ejemplo).

El desconocimiento de esa doctrina fundamental del acervo constitucional venezolano equivaldría a pulverizar las bases jurídicas del régimen público nacional; la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, por caso, debe su existencia a la Constitución Nacional, que emergiera al mundo de la vigencia cuando el Poder Constituyente Originario la refrendara en referendo aprobatorio del 15 de diciembre de 1999. Y ese referendo fue convocado para decidir sobre el producto de la Constituyente de 1999, que fue elegida en votaciones mandadas por otro referendo, el consultivo del 25 de abril de ese mismo año. (…) …ese referéndum consultivo vinculante fue posible porque la Corte Suprema de Justicia así lo estableció el 19 de enero de 1999. (…) Toda la legitimidad del Poder Público venezolano reside en la invulnerabilidad de esa precisa sentencia y su clarísima doctrina, que permitió decidir sobre un punto no contemplado en la constitución de la época: la elección mandatoria de una asamblea constituyente, pues el Poder Constituyente Originario no está limitado por la Constitución. (Prontas elecciones, 22 de octubre de 2016).

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Retornemos al mundo de los juegos, esta vez de los que conocemos como solitarios, sin contrincantes, pues el Pueblo es una entidad única. Con frecuencia, mientras lidio con algún problema enrevesado, juego automáticamente dos juegos de esa clase en mi computador para estimular un procesamiento cerebral más o menos inconsciente. Son muy distintos: el primero (Klondike Forever) es el clásico de naipes, «cuyo objetivo es utilizar todas las cartas de la baraja, para construir las cuatro pilas de naipes clasificadas por pintas comenzando por los ases en orden ascendente». (Wikipedia en Español). Nada garantiza que todas las manos tengan solución; ésta depende de la distribución de inicio luego de barajar el paquete. El segundo (Moonlight Mahjong) es otra cosa; el computador se ocupa de presentar fichas del juego chino para retirarlas todas tomándolas consecutivamente por pares, y en este caso cada distribución tiene solución si uno no comete errores. (Eficiencia de 100%). Está claro que el éxito en el primer juego sólo depende de la suerte, y la mayoría de las distribuciones no conduce al triunfo. En cambio, es nuestra habilidad, nuestra concentración, en síntesis, nuestra disciplina, lo que permitirá resolver cada nuevo arreglo del segundo, pues el computador sólo sirve distribuciones con solución; depende enteramente de nuestra habilidad resolverlas.

Dos solitarios muy distintos

Tales imágenes emergieron en mi cabeza con la renovación, hoy, del contacto con un investigador académico al que mucho estimo. Hoy me dijo: “En lo político, tanto local como internacionalmente, no se ve nada positivo”. A lo que repuse: “Lo político no debe sorprendernos; hemos visto suficientes demostraciones de mediocridad”, sin que estuviera pensando sólo en la mediocridad local. Entonces mostró su temor: “Ya no veo cómo se puede resolver la cosa en Venezuela; antes estaba pensando en la opción que hemos hablado la última vez que nos vimos… ahora no la veo”. Sólo me quedó proponer que conversemos, adquiriendo de ese modo el compromiso de decirle algo nuevo.

Parte de la novedad es explicarle que el modelo de nuestro problema no es el de Mahjong; en ningún caso está asegurado el éxito si se siguiera una particular operacionalización del tratamiento referendario aunque, por supuesto, debe procurarse una que en principio sea eficaz. Son demasiados factores en juego; la cosa no es un geométrico juego de billar.

Klondike, en cambio, nuestro familiar solitario de cartas, ofrece una simulación que se aproxima más al asunto: («La simulación es el proceso de diseñar un modelo de un sistema real y llevar a término experiencias con él, con la finalidad de comprender el comportamiento del sistema o evaluar nuevas estrategias—dentro de los límites impuestos por un cierto criterio o un conjunto de ellos—para el funcionamiento del sistema». Wikipedia en Español).

El solitario de cartas resulta, ocasionalmente, en una distribución soluble, y por tanto lo que hay que hacer es insistir hasta que aparezca una. No había pensado antes en esa analogía, pero siempre creí que no debe cejarse en el empeño. En algún momento tendremos éxito en convocar al Pueblo para que él decida, como Soberano que es, y así solucione los problemas fundamentales de nuestra crisis. Hay que intentar lo correcto, contando con que en algún momento será posible. Para mí, lo correcto* es ineludible.

Es el Pueblo, lo diré una vez más, el único actor capaz de disolver tan destructiva dinámica. No puede ser más urgente el llamado a que se pronuncie en referendo; ningún otro agente es capaz de cortar nuestro pernicioso nudo gordiano. (Tragicomedia de equivocaciones, 7 de enero de 2020).

LEA

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* Nunca permitas que tu sentido de la moral te impida hacer lo que es correcto. Isaac Asimov

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La igualdad es imposible (¿indeseable?)

 

Todos somos «iguales»

 

Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Declaración de Independencia de los Estados Unidos – 4 de julio de 1776

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Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.

George Orwell – Rebelión en la granja

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Con fecha de ayer publica The New York Times en Español un artículo de Martín Caparrós, periodista y novelista argentino, que lleva por título: ¿Qué es la igualdad? Su inicio evoca la famosa frase con la que comienza el Manifiesto Comunista (Carlos Marx & Federico Engels, 1848):

Un fantasma recorre América Latina, y lo guía una palabra. Chile despertó, Bolivia se parte, ardió Ecuador, Colombia se levanta, Argentina votó, Perú se depura, Brasil desespera, México clama, y en todos lados la palabra es la misma: “desigualdad”, como en “efectos de la desigualdad”, “rechazo de la desigualdad”, “la lucha contra la desigualdad”.

Caparrós no podía dejar de mencionar un indicador que es hoy tan frecuentemente citado como impresionante, «que las 26 personas más ricas del mundo poseen lo mismo que la mitad de la población del planeta, unos 3.800 millones de personas». (Bueno, las antaño mayores fortunas de John D. Rockefeller o Henry Ford tardaron medio siglo en acumularse, pero la nueva economía digital permitió que Mark Zuckerberg fuera registrado por Time Magazine, a los 20 años de edad, en su lista de las 100 personas más ricas del mundo en 2010, sólo cuatro años después del lanzamiento público de su principal invención: Facebook. Asistimos a un juego muy distinto).

Luego certifica lo siguiente:

Latinoamérica es desigual por muchas razones pero, sobre todo, porque puede. Hay sociedades donde los más ricos necesitan que los más pobres sean menos pobres, donde los precisan para crear o consumir las riquezas que los enriquecen. Las economías latinoamericanas, en general (…) basadas en la extracción y exportación de materias primas—desde la soja al cobre, del petróleo a la coca—, pueden funcionar más allá de esos millones de personas que no son necesarios ni para producir ni para consumir. Solo se necesita contenerlos: que no hagan demasiado lío, para lo cual alcanza con darles su limosna.

Y para Venezuela, con una industria petrolera que produce hoy, a duras penas, menos de una tercera parte de su volumen habitual, centrada en una explotación que agrava la contaminación planetaria, la fuente principal de esa limosna «de la Patria», además asediada por sanciones internacionales, no puede ser indefinidamente el único recurso. («…es preciso encontrar actividades económicas distintas de la industria petrolera, pues necesitamos entrar en la economía del futuro, distinta de la mera extracción que es lo característico de una economía primaria, otra cosa que nuestra propia estimulación del calentamiento global». Recurso de Amparo, 14 de julio de 2015).

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El tema de la desigualdad en la distribución de las riquezas es tan antiguo como la humanidad, pero es sólo hace seis años cuando Thomas Piketty volvió a ponerlo en primer plano:

Piketty es un especialista en la economía de la desigualdad o desigualdad de ingreso, desde una aproximación estadística e histórica.​ En sus publicaciones analiza cómo la tasa de acumulación de capital en relación con el crecimiento económico aumentó desde el siglo XIX hasta la actualidad. Los registros sobre impuestos le han permitido reunir datos sobre las élites económicas, que tradicionalmente han sido poco estudiados, y que le permiten establecer las tasas de acumulación de la riqueza y su comparación con la situación económica del resto de la sociedad. Su libro más influyente, El capital en el siglo XXI, se nutre de datos económicos que se remonta 250 años para demostrar que se produce una concentración constante del aumento de la riqueza que no se autocorrige y que aumenta la desigualdad económica, problema que requiere para su solución una redistribución de la riqueza a través de un impuesto mundial sobre la misma. (…) Cuando la tasa de acumulación de capital crece más rápido que la economía, entonces la desigualdad aumenta. El autor propone, para evitar lo que denomina un capitalismo patrimonial,​ los impuestos progresivos y un impuesto mundial sobre la riqueza​ con el fin de ayudar a resolver el problema actual del aumento de la desigualdad. (Wikipedia en Español).

Volvamos al articulista de Time, quien concluye:

Los conceptos relativos siempre son incómodos: ¿quién define cuál es el grado razonable, el grado soportable de desigualdad? El absoluto, en cambio, es fácil de entender y muy difícil de realizar. Así que, aunque casi todos deploramos la desigualdad, casi nadie sabe o se atreve a definir su opuesto. Hay un gran acuerdo en que algo es malo, ningún acuerdo en cómo sería bueno. (…) Definir lo contrario de la tan denostada desigualdad sería definir el proyecto—político, económico, social—de cada sector. Sería empezar a aclarar ciertas cosas, a ponerse en camino. Que eso parezca tan lejano es, casi, un signo de los tiempos.

¿Será digno de notar que Caparrós, después de esa «denuncia», no aporta él mismo la más mínima noción constructiva?

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Cómo sorprender a la historia

 

Una cabeza realmente excepcional

 

 

En Policy Sciences (ciencias de las políticas, no ciencias políticas) se define una sorpresa como la ocurrencia de un evento de baja probabilidad. Se requería una mente fuera de lo común para acometer el tema de cómo causar sorpresas intencionalmente. He aquí la traducción de How to spring surprises on history, presentación del Prof. Yehezkel Dror* en la conferencia internacional When Patterns Change: Turning Points in International Politics (1979).

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El tema «Cómo sorprender a la historia»—o, dicho de otro modo no menos presuntuoso «Cómo planear discontinuidades»—hace surgir problemas filosóficos, científicos, metodológicos y aplicados a la vez oscuros y fascinantes. Ésta es sólo una exploración preliminar. Permítaseme comenzar ofreciendo cinco marcos de referencia alternativos, aunque no mutuamente excluyentes o contradictorios, para pensar sobre el asunto:

1. En términos de la filosofía de la historia la cuestión es en parte una de determinismo vs. maleabilidad. Dentro de la limitada perspectiva temporal de la actividad política humana, una visión estocástica de la historia—que la entiende como un conjunto de intersecciones que proveen ocasionales posibilidades de escogencia—puede adaptarse mejor a mis necesidades. Una metáfora alterna e interesante la provee la teoría de «catástrofes», la que trata de la posibilidad de moverse entre distintos estados bien sea «suavemente» o por la vía de un «salto» o «catástrofe». (Nota del traductor: El autor de la teoría es el matemático francés René Thom, quien la expuso en su obra «Stabilité structurelle et morphogénèse«, 1972).

2. En materia de fabricación de políticas, el problema puede ser formulado en términos de incrementalismo vs. cambio radical (como por ejemplo ha sido discutido en algunas controversias entre Lindblom y Dror). Aquí, la cuestión es la de saber si es aconsejable, o cuándo es aconsejable, tomar los riesgos de luchar por lo desconocido y cuáles son las condiciones de factibilidad política de hacerlo. (Nota del traductor: Incrementalismo quiere decir que se adopta conscientemente un curso de modificación de las cosas paso a paso. Dror, quien tampoco cree en «optimalismos» , pues recomienda, ante las estrategias de «optimización» una de «preferización», no acepta, sin embargo, la ruta del incrementalismo. De allí su debate con Lindblom. Dror propone un «radicalismo selectivo», según el que es preferible seleccionar unas cuantas áreas o puntos en los que se ensaya transformaciones a fondo.)

3. En términos de la teoría de inteligencia estratégica y el análisis de percepciones e imágenes, el problema no es visto—con razón—como el de «sorprender a la historia», sino como el de sorprender expectativas, las que, a su vez, están en parte basadas en la historia y sobre supuestos explícitos o implícitos de continuidad.

4. En términos del arte del estadista, es quizás lo mejor regresar a Maquiavelo y considerar las posibilidades de convergencia entre oportunidades históricas raras (ocassione) que provee la historia (fortuna) y que pueden ser utilizadas por gobernantes que tengan las raras cualidades necesarias (virtu).

5. En términos de política de la burocracia, el problema es el de si, cómo y cuando pueden ser vencidas o evadidas las fuerzas de la inercia y el conservatismo dinámico, como para que sea posible la innovación contraconvencional y contratendencial. ¿Dependemos acá de gobernantes innovadores especiales, o puede uno diseñar organizaciones de ruptura que, como «islas de excelencia», permitan escapar de los aspectos usuales de la política del establishment?

Yendo de estas consideraciones generales como marco de referencia al mundo contemporáneo, permítaseme ofrecer la tesis de que la probabilidad de discontinuidades está aumentando, proveyendo situaciones en las que es posible estimular o hacer surgir algunas discontinuidades mediante intervención consciente. Esta tesis está basada, en parte, sobre los siguientes puntos:

-La continuación de las principales tendencias actuales conduciría a situaciones imposibles, como ha sido ilustrado en obras pioneras de Forrester y en estudios posteriores del Club de Roma.

-Variables exógenas e incontrolables rompen la continuidad y son causa de «metaestabilidad». Son variables tales como la tecnología armamentística, la emergencia del Tercer Mundo, la propensión hacia movimientos ideológicos agresivos. (Nota del traductor: En la terminología droriana se llega a una situación «metaestable», cuando una situación en apariencia estable cambiará con toda seguridad y con un gasto de estímulos relativamente pequeño, al tiempo que se ignora cuál será la dirección del cambio. Este concepto le permitió prever la caída del Shah de Irán, aquí en Venezuela en una presentación a militares, cuando las cancillerías del mundo fueron enteramente tomadas por sorpresa).

-Un cierto número de tendencias actuales conduce a situaciones explosivas (aunque no imposibles) donde alguna discontinuidad es altamente probable. Por ejemplo, precios energéticos, Suráfrica e Irán.

Saltando de estas observaciones sobre las posibilidades de crear, de acelerar o de influir discontinuidades, hacia la cuestión de la motivación para actuar así, tres situaciones principales pueden justificar intentos de actuar de ese modo para mutar las tendencias históricas:

1. Si las tendencias actuales son vistas como crecientemente negativas y cada vez más peligrosas para los valores aceptados.

2. Si se ha dado un salto en los valores que lleva consigo un imperativo categórico de tratar de cambiar la realidad, aun cuando ésta sea satisfactoria para los valores previos

3. Si la realidad se percibe como turbulenta y mudable en cualquier caso, requiriendo respuestas bajo la forma de saltos en políticas como el único modo de tener, tal vez, feedback positivo. (Bien sea para evitar cambios negativos o para aprovecharse de oportunidades positivas).

Suponiendo que uno desee planear una discontinuidad y suponiendo que uno ha analizado la dinámica de la situación para alcanzar la conclusión de que eso puede ser posible, ¿cómo se procede? O, para retroceder un paso, ¿cómo puede uno analizar el mérito y la factibilidad de darle una sorpresa a la historia? La literatura disponible en planificación y análisis de políticas, en pensamiento estratégico, etc., tiene poco que ofrecer a este respecto, pues se concentra más sobre micro-problemas que sobre tales problemas de «gran estrategia». Permítaseme ofrecer un cierto número de pensamientos preliminares sobre esta materia:

-Una buena inteligencia estratégica y el análisis de ambientes esperables puede identificar tendencias negativas y diagnosticar situaciones inestables.

-Las estructuras y procesos gubernamentales normales son incrementales por naturaleza. Aun si llegan a sentir una situación en deterioro se conducirán según una microrracionalidad, buscando encontrar un mejor punto en una curva dada; pero usualmente reprimirán o se opondrán a proposiciones «radicales», las que tratan de moverse a otra curva e incluso a otro espacio por la vía de discontinuidades conscientemente creadas.

-La política democrática tiene algunos aspectos adicionales que refuerzan el incrementalismo e inhiben estrategias «sorpresivas» (aunque no completamente). Esto puede hacer surgir problemas de competencia entre regímenes democráticos y no democráticos, los que pueden ser resueltos pero requieren atención.

-Un «empresariado político» (policy entrepreneurship) es un requisito para darle sorpresas a la historia. Involucra a gobernantes especiales que sean innovadores, anulen el conservatismo y quizás sean más aventureros, aceptadores de riesgo y propensos a apostar.** Esto hace surgir un dilema: demasiado poder concentrado en gobernantes especiales o en un grupo muy pequeño de tomadores de decisiones aumenta los peligros de acciones precipitadas y de equivocaciones. Un sistema cuidadoso de frenos, contrapesos y controles mutuos puede impedir las innovaciones políticas radicales del tipo histórico-mutante. Pequeños núcleos de altos políticos, auxiliados por pequeñas islas de excelencia bajo la forma de equipos altamente calificados, pueden ser lo óptimo para darle sorpresas a la historia. Este tipo de estructuras gubernamentales es aceptado en países democráticos bajo condiciones de crisis aguda; también disfrutan acá de algunas ventajas los regímenes presidencialistas. Un problema abierto es el de cómo permitir acciones sorpresa adecuadas en países de gobierno de gabinete bajo condiciones que no estén políticamente definidas como críticas, lo que añade una dimensión importante a los temas más amplios de una reducción en la capacidad de gobernar y de tendencias hacia lo que llamo «política del estancamiento». (Stalemate politics).

Moviéndonos de la factibilidad política y del delicado balance entre riesgosas concentraciones de poder y equilibrios de poder inhibidores de acción radical, hacia los problemas intelectuales—cómo se planifica mejor una sorpresa a la historia—debe ser enfatizada la ya mencionada escasez de estudios y metodologías pertinentes. Para movernos hacia terra incognita, algunos de mis trabajos preliminares sobre las posibilidades del análisis macropolítico y la planificación de gran estrategia me conducen a los siguientes comentarios tentativos:

1. La selección y el éxito de intentos de mutar tendencias depende del macroanálisis de situaciones sociopolíticas y político-estratégicas y su evolución. Algunas veces un individuo se muestra capaz de asir tales Gestalten. Pero, para hacerlo sistemáticamente, son necesarias unidades especiales compactas, altamente calificadas e interdisciplinarias. Los equipos de análisis político y de inteligencia del tipo regular son incapaces de hacer el trabajo.

2. Es posible definir situaciones cuando intentos de ir más allá del incrementalismo y de sorprender a la historia son justificadas. Tendencias al deterioro que constituyen amenazas cada vez más serias, ideologías y aspiraciones que no tienen chance sin rupturas radicales de la continuidad, turbulencia histórica que o se vuelve demasiado riesgosa o provee oportunidades que pasarán; todo esto, como ya ha sido mencionado, son condiciones que pueden ser analíticamente diagnosticadas y que justifican políticas de shock.

3. Puede ser posible a veces el diseño de una política de shock dominante, la que en el mejor de los casos logra desplazamientos muy deseables en los eventos y que en el peor de los casos no envuelve costos serios. (Por ejemplo, en mi análisis, la iniciativa de paz del Presidente Sadat se aproxima a una situación de ese tipo). En otras situaciones puede ser posible reducir los riesgos de fracaso o sus costos, mediante un sondeo y aprendizaje preliminares, construyendo sobre la base de la reversibilidad o por varias estrategias de «compensación de apuestas». (Hedging). En vista de la incertidumbre de la post-discontinuidad, las políticas de cambio radical usualmente confrontan riesgos irreducibles e indefinibles. Por tanto, a pesar de las posibilidades arriba mencionadas, tales políticas son intelectual y emocionalmente «apuestas difusas». Todas las metodologías de confrontación de incertidumbre son útiles, pero de utilidad limitada. (Nota del traductor: Dror ha enumerado los rasgos de un modelo de confección de políticas (policymaking) en las condiciones actuales al que ha llamado «fuzzy betting»: «Una buena imagen para considerar la confección de políticas como apuesta difusa es la de un casino inestable, donde la opción de no jugar es en sí misma un juego con altas probabilidades en contra del jugador; donde las reglas del juego, las proporciones necesarias de suerte y habilidad y los premios, cambian en forma impredecible durante la apuesta misma; donde formas impredecibles de «cartas locas» (tales como un ataque terrorista o la distribución de diamantes por millonarios pródigos) pueden aparecer súbitamente; y donde la salud y la vida de uno mismo y la de sus seres amados puede estar en juego, algunas veces sin uno saberlo»).

4. La prudencia (que es un juicio de valor en loterías) requiere, por tanto, un «análisis del peor caso», en el que lo pésimo de la continuación de tendencias o la no intervención en la turbulencia ambiental se compara con lo pésimo de los intentos de causar discontinuidad. La comparación de lo pésimo de la no intervención con lo óptimo de la intervención es un enfoque muy riesgoso que no puede ser recomendado. (Aunque, inherentemente, esto es un asunto de juicios de valor sobre las actitudes ante el riesgo). Por el otro lado, la comparación de lo óptimo de la no intervención contra lo pésimo de la intervención tampoco puede ser recomendada, por más que esto sea una difundida postura intelectual del incrementalismo y el conservatismo.

Yehezkel Dror

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El profesor Dror ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Public Policymaking Reexamined, Crazy States: A Counterconventional Strategic Problem, Design for Policy Sciences, Ventures in Policy Sciences: Concepts and Applications, Policymaking Under Adversity, The Capacity to Govern: A Report to the Club of Rome, Israeli Statecraft: National Security Challenges and Responses, Avant-Garde Politician: Leaders for a New Epoch, For Rulers: Priming Political Leaders for Saving Humanity From Itself. En los momentos, prepara la publicación de otro más, con un título extraordinariamente sugestivo: Steering Human Evolution: Eighteen Theses on Homo Sapiens Metamorphosis, y ha optado por presentarse a sí mismo de este modo: Yehezkel Dror, Contemplative Policy Scientist. (Crazy States ha sido citado numerosamente en este blog; por ejemplo, el 8 de febrero de 2011 en Neurochaparrón).

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** A comienzos de 1988, Yehezkel Dror quiso disuadirme de un cierto proyecto político mío con muy baja probabilidad de éxito, que de haberse llevado a cabo habría sido naturalmente una sorpresa en Venezuela. (Es la segunda de las sorpresas consideradas en Sobre la posibilidad de una sorpresa política en Venezuela, texto mío de septiembre de 1987 que Dror desconocía). Planteó el tema y enumeró tres o cuatro dificultades en apariencia insalvables, a lo que contesté: «Sí, Yehezkel, y también hay ésta y esta otra y esta más». Pensó unos segundos y dijo: «Bueno, debo decir que estás perfectamente consciente de lo difícil del asunto; no eres un iluso sino alguien con los pies firmemente plantados sobre la realidad. Sólo me queda decirte que, a mi juicio, tienes también una tolerancia al riesgo mayor que la que te recomendaría». Únicamente por respeto al maestro, no le recordé su propia tesis: que para dar sorpresas a la historia se requería innovadores «más aventureros, aceptadores de riesgo y propensos a apostar». En el estudio mencionado, meses antes de nuestra conversación, había escrito sobre un outsider (sin que él supiera): «El análisis que hemos hecho indica que, si bien el éxito de una aventura así es por de­finición improbable—a fin de cuentas se trataría de una sorpresa—no es ne­cesariamente imposible, y que, por lo contrario, la dinámica del proceso po­lítico venezolano hace que esa baja probabilidad inicial vaya en aumento. (…) Yehezkel Dror nos dice que la situación del agente de decisión de hoy es cada vez más la de una apuesta difusa». (En sus términos: «fuzzy betting». Vide supra). LEA

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